“Estás loca”. La respuesta, incrédula, escéptica, no pudo disipar el sueño de su hija. Aquellas palabras, hace seis años, sobre las ruinas de un club deportivo abandonado en San Pedro Alcántara, se han coronado en agosto de 2014 con el espectáculo de las mejores palas del planeta en las instalaciones del Real Club Padel Marbella.
“Papá, aquí vamos a montar un club de padel”. Ese fue el detonante. La propuesta provocó la exclamación recelosa de su padre y dio pie a una promesa. “Lo monto (el club) y lo levanto”. Las palabras de Jessica Valverde descubrieron un enorme desafío. Así surgió el Real Club Padel Marbella. Una locura, un sueño, una promesa, una realidad.
Aquel terreno, algo más allá de Puerto Banús, que adquirió su padre, Antonio Valverde, responsable de una asesoría fiscal y laboral, debía encontrar un nuevo comprador en una transacción ordinaria. La calificación del suelo como equipamiento deportivo y la afición al padel de su hija prendieron la chispa de un proyecto que acabó involucrando a toda la familia.
El 1 de abril de 2008 abrió sus puertas. Un pequeño recinto de apenas tres pistas de padel y una caseta de obras a modo de recepción. “El primer mes no cobramos las pistas a nadie,”–recuerda ahora Jessica–“invitamos a todo el mundo a jugar gratis”. La ilusión fue el motor que impulsó aquella primera etapa. “La primera pista de padel la inauguramos con una botella de champán”, recuerda hoy quien sigue estando al frente del recinto y ha desempeñado en él cada uno de los roles posibles, de camarera a recepcionista, de limpiadora de baños a monitora de padel de menores.
A partir de ahí, poco a poco, la semilla del Real Club Padel Marbella fue germinando. No fue un trayecto fácil. No lo es en este mundo del padel, con una oferta que se multiplica cada día tanto como las exigencias de la clientela. Las dificultades arreciaron. No sólo las propias de un nuevo proyecto empresarial. Sino también aquellos obstáculos que debe superar quien no tiene más relación con el sector en el que se adentra que la ilusión y la pasión por ese deporte. “Lo reconozco, no me importa, en aquel momento no tenía ni idea de padel”, cuenta con humildad Jessica Valverde.
El Real Club Padel Marbella crece
Una a una, las pistas de padel fueron surgiendo y elevando la capacidad del club. Cuatro, cinco, seis… así hasta las diez canchas de padel actuales de que dispone el recinto que incorpora hoy en día un centro de fisioterapia y estética, restaurante, zona infantil con castillo hinchable y próximamente, un espectacular gimnasio.
El salto que dio el Real Club Padel Marbella implicó a más miembros de los Valverde en su gestión diaria. Rocío Valverde, la madre de Jessica, arquitecta, le dio identidad al recinto con un diseño propio. Aaron, su hermano, tras diez años como fisioterapeuta en la reputada clínica Buchinger, renunció a su puesto para volcarse también en el sueño de Jessica. “Con mi hermano llegó el salto tecnológico al Real”. Los ordenadores, las televisiones, el sistema de megafonía, el torno electrónico, la grabación de partidos y entrenamientos y… el sistema de reservas online.
“Nuestro cliente puede reservar su pista desde un smartphone, ver contra quien juega y recibir la notificación de cualquier cambio que haya en su partido”, explica Aaron acerca de una iniciativa que otorga una cierta capacidad de autogestión al usuario del Real Club Padel Marbella y que convierte al recinto en “uno de los pocos que permite a sus socios reservar todas las horas que desee al día y con una semana de antelación”, subraya Jessica.
Porque, en efecto, aunque el club es abierto, mantiene un sistema de beneficios a socios y socias que incluirá también el nuevo gimnasio que abrirá en breve. Y es que las novedades en el Real Club Padel Marbella no se detienen. “Lo próximo será cubrir tres o cuatro pistas de padel”, afirma Jessica que no despierta del sueño y proyecta abrir una piscina semiolímpica y cubierta a medio plazo.
“Un equipo joven y con ilusión es la clave del éxito en cualquier de empresa”. La recete la ofrece Aaron, consciente de las dificultades que han tenido que superar, feliz por los objetivos que van cumpliendo. Esta escuela de padel de Marbella alcanza ya los 200 alumnos en manos de David Rodríguez, Antonio Torres y Pablo Navarro. Además, el club presenta equipos de competición absolutos y de menores. Sin embargo, el gran logro ha tenido lugar hace apenas unas semanas.
El Real Club Padel Marbella, sede del World Padel Tour
En este cinco años, el Real Club Padel Marbella ha albergado campeonatos de andalucía y de españa en numerosas modalidades. Sin embargo, el gran salto lo ha dado a mitad de este verano de 2014.
Hasta 2012, el padel profesional en Marbella tenía un nombre propio: Nueva Alcántara. El fin del circuito profesional Padel Pro Tour y el nacimiento del World Padel Tour dejó a la ciudad en 2013 sin el espectáculo de los mejores jugadores del planeta. Este año, sin embargo, el padel profesional ha vuelto a Marbella. El Real Club Padel Marbella recogió el testigo de Nueva Alcántara y se convirtió en sede oficial de la competición.
Entre el 28 de julio al 1 de agosto, la mayoría de las mejores palas del mundo pasaron por el recinto que dirigen Jessica y Aaron Valverde. El trabajo fue intenso. La satisfacción aún más. “Lloré y todo”, afirma Jessica para quien, la llegada del circuito a su club, ha supuesto “la recompensa a un esfuerzo tan grande; el mejor regalo”.
Ahora, la intención de la familia Valverde es consolidarse como la sede oficial del World Padel Tour en Marbella para las próximas temporadas, incluso, “poder contar con la prueba entera (los clubes no acogen los partidos de octavos en adelante del cuadro masculino ni las semifinales y ni la final femenina)”.
“Ha sido un premio a todo lo trabajado»–coincide Aaron–»después de todo el esfuerzo y el sacrificio; un sueño”. El sueño de Jessica. No olvida su hermana una escena, un gesto. “Cuando terminó el World Padel Tour, mi padre y mi madre me cogieron aparte y me felicitaron”, desvela con orgullo la empresaria que, hoy, seis años después de aquella locura, tiene claro que volvería a embarcarse en esta aventura. “Lo volvería a hacer con los ojos cerrados”.
No tenían contacto previo con el mundo del padel más allá de la afición de Jessica a este deporte. Sin embargo, la dedicación de estos cinco años en el Real Club Padel Marbella les ha valido casi como un master. «He cometido muchos errores»–subraya Jessica que no le pierde la cara al desafío–»pero forman parte del nuevo negocio».
Y es que, tras cumplir su primer lustro, el sueño de Jessica continúa creciendo…