Compartieron el mismo lado de la pista durante dos años. Juntas coronaron la cima del padel mundial en Tolouse (2000). Sobre ellas se eleva buena parte de la historia del padel femenino español y mundial. Ahora, sin embargo, una, desde fuera, es quien decide; la otra, aún desde dentro, es quien padece.
La nueva seleccionadora, Icíar Montes, afronta su primer mundial desde el otro lado de la malla. Sin la pala, con la libreta. Y su decisión más importante es de calado. La malagueña Carolina Navarro, la jugadora en activo más laureada, el espejo en el que la madrileña refleja su propia leyenda, se queda fuera de la selección española que competirá por su quinto título mundial en Lisboa.
La convocatoria anunciada por Montes presenta dos novedades respecto del equipo que se coronó en Palma de Mallorca en octubre de 2014. Gemma Triay y Lucía Sainz (hace dos años fueron dos de las descartadas de la preselección) se unen al combinado nacional. Se caen, en cambio, Marta Ortega y la citada Carolina Navarro.
La ausencia de la joven perla de Adidas es una cuestión de ranking. La jugadora, tras una temporada irregular (con cambio de pareja incluido) ha salido del top 8 de parejas.
El caso de la malacitana es diferente. No hay un explicación (deportiva) que sostenga su ausencia. Carolina (junto a Ceci Reiter) ocupa el cuarto puesto del ranking. Este año ha ganado 11 de los 17 partidos disputados en World Padel Tour. A sus 40 años de edad, sin ser su mejor temporada, suma dos semifinales en el circuito y una final (en Barcelona). Su clase, su talento están a salvo de cualquier duda. Su prestigio, muy por encima.
¿Por qué, entonces, no va al Mundial? La respuesta la tiene su excompañera, Icíar Montes. La ahora seleccionadora sostiene su decisión en un argumento de cuestionable peso: prioriza a duplas ya formadas. Y como Ceci Reiter no es seleccionable (juega con Argentina), Carolina se queda sin pareja y, por tanto, España se queda sin Carolina.
Sus palmarés, con cuatro títulos mundiales; su experiencia, su ranking actual, sus resultados del año. Nada de eso parece haber tenido el peso suficiente para inclinar la balanza de su lado frente al motivo esgrimido por Montes, una justificación de difícil digestión. No parece en un combinado como el español y respecto a una jugadora con la trayectoria de Carolina Navarro, que el cambio de pareja suponga una merma de su potencial y un riesgo para las expectativas de título de España.

Además, el fundamento de la máxima responsable del equipo femenino nacional es aplicable también al conjunto masculino. Sin embargo, el seleccionador Jon García-Ariño ha optado por el respetar el ranking actual como criterio capital de su elección. De lo contrario, jugadores como Paquito Navarro, Juan Martín Díaz, Juan Lebrón y Álvaro Cepero hubieran quedado descartados (todos tienen compañeros no seleccionables).
De manera incuestionable, la seleccionadora tiene hoy la competencia y la responsabilidad sobre el equipo femenino de España que competirá en tierras lusas del 14 al 19 de noviembre. Su autoridad no es impostada. Su absoluto y vigente conocimiento del padel; de las jugadoras, compañeras y rivales hasta hace poco más de un año y medio; su impresionante palmarés (cuatro títulos mundiales con España y 5 campeonatos del mundo por parejas, 10 campeonatos de España, 4 Master PPT y WPT,…); su formidable experiencia (más de 20 años al máximo nivel); todo ello la posicionan como una figura de prestigio indiscutible. ¡Suerte tiene el padel español de poder contar con el magisterio de Montes!
Y lo cierto es que, repasados los nombres que componen la selección, no hay dudas sobre ellos. El sostenido liderazgo de las números uno del ranking, las gemelas Sánchez Alayeto; la firme alternativa de Ale Salazar y Marta Marrero; la formidable regularidad de Eli Amatriain y Patty Llaguno (lucen un título este año y no han bajado de semis); y la espléndida revelación de Lucía Sainz y Gemma Triay (campeonas de España, con dos finales y una semi en el circuito). Todas encuentran argumentos para sostenerse en la convocatoria del mismo modo que si hubiera optado por Victoria Iglesias (también con ranking para ser elegida) o Carolina Navarro.

Pero Icíar, precisamente ella, sabe que en el caso de la malagueña, además de sus méritos deportivos de hoy, hay intangibles que van más allá de una estadística o de la sincronía con una pareja. Carol, como la propia Icíar, son mitos de este deporte. Su recorrido abarca un longevo periodo en el que el padel ha ido transformándose. Son dos maestras que han contribuido decisivamente en la evolución de este deporte. Y tal como lo hacía la hoy exjugadora hasta hace año y medio, cada vez que Carolina Navarro pisa la moqueta, sostiene un legado que no debería caer en el olvido.
Hoy, más que nunca, el padel gana velocidad y pierde memoria. La incorporación de nuevas generaciones (a las pistas y a las gradas) y de advenedizos paracaidistas (a los despachos) precisa de referentes que enmarquen la evolución de este deporte, que encaucen su desarrollo, que recuerden de dónde viene, que transmitan su magia y no tanto su negocio.
Icíar dijo adiós definitivamente a las pistas en la Nochebuena de 2014. Lo hizo a los 39 años de edad, como integrante de la pareja número dos del circuito (junto a Ale Salazar no alcanzó el número uno por un puñado de puntos), con tres pruebas de World Padel Tour conquistadas ese año y el Campeonato de España. La presencia de Montes en la pista regaló hasta el último día exhibiciones portentosas, auténticos magisterios. Su talento, su sabiduría nos recordó que el padel tiene varias velocidades, que no gana quien más corre sino quien más entiende; que estudiar a las rivales es tan importante como conocerse a sí misma.
Su cátedra es también la de Carolina Navarro. La malagueña se adelantó a su tiempo, anticipó una década el padel que ahora se juega. Y hoy sigue vigente, compitiendo contra sus adversarias, resistiendo al tiempo.
Ese legado, que Icíar conoce bien, no aparece en un ranking, ni se ve en la estadística, por más que les sobre palmarés a ambas. Se percibe, en verdad, sobre la pista, se transmite junto a la red, se siente sobre la moqueta y desde la grada.
Por eso, la ausencia de Carolina Navarro de la selección española de padel resulta incomprensible. No porque las que están no acumulen méritos. Los tienen de sobra. No porque el combinado sea más fuerte con Carol que sin ella (ésta es una cuestión para el debate de bar cuando lo cierto es que España es la máxima favorita para el título en la categoría femenina). No. La no llamada de la malagueña no tiene explicación del mismo modo que el vacío que deja no encuentra relevo.

Y si no parece haber tenido en cuenta la seleccionadora lo que Carol aporta, todavía peor es que tampoco parece haber valorado lo que la jugadora siente.
Carolina Navarro lleva media vida entregada a este deporte. Dos décadas compitiendo y haciéndolo crecer. Lo sabe Icíar que compartió dos años de carrera con quien hoy es su descarte, dos temporadas en las que se hicieron con un título mundial (el primero de Carol). En 2015, una vez retirada, la madrileña volvió excepcionalmente a las pistas para volver a disputar junto a Navarro el Campeonato de España (llegaron a semis).
Es consciente Icíar, por tanto, de lo que el padel, la competición y la selección es para la malagueña. Lo sabe porque ha tenido esa sensación misma, esas ganas de adaptarse a lo nuevo, esa voluntad de afrontar el desafío, de resistir el tiempo; esa necesidad de demostrar que, pese a lo ganado, más allá de lo vivido, el presente del padel aún tiene hueco para ella.
En Portugal, Carolina podía haber afrontado su octava competición mundial de padel por selecciones. Tenía ante sí la oportunidad de ganar con España su quinto mundial. En todos estuvo presente, en todos dejó su firma. La decisión de Icíar Montes ha acabado con esa gesta por un argumento que nada tiene que ver con el rendimiento deportivo.
No es buena noticia que el padel femenino sucumba también a la maldita afición que hay en este país: en España enterramos con regocijo a nuestros mitos mientras otros exhiben con orgullo a los suyos.

La peculiar relación de Carol con el Mundial de Padel
Esta ausencia deja a Carolina Navarro si poder disputar una competición que le ha dado grandísimimos momentos pero también recuerdos muy dolorosos.
Se perdió el de 2004 por la primera de sus dos graves lesiones de rodilla. A punto estuvo también de no disputar el de 2006. Su pundonor y su sacrificio le llevó a ganar un título mundial por parejas recién operada de la rodilla. Y en 2008, un lío federativo sobre la salida de la expedición española la apartó de la convocatoria.
En total, ha conquistado cinco mundiales con la selección, el último en Mallorca en 2014, y tres títulos del mundo por pareja (con Icíar Montes en Tolouse 2000; con Paula Eyheraguibel, en Murcia 2006; y con Ceci Reiter en el Mundial por Parejas Open de 2012).
La malagueña, tras la noticia de su no convocatoria, ha reaccionado así a través de su perfil de facebook:
Gracias a todos por vuestro apoyo…
Ante la gran cantidad de mensajes recibidos en las últimas horas y por todo el cariño demostrado por jugadores, seguidores y patrocinadores, me siento en la obligación de escribir estas líneas y daros las GRACIAS por vuestro apoyo.
Para todo deportista representar a su país en cualquier competición internacional es motivo de orgullo. Así lo he vivido y disfrutado, durante los últimos 18 años, estando siempre a disposición de la Federación Española de Pádel (FEP) cuando así lo han requerido.
Este año, por primera vez desde 1998, he quedado fuera de la convocatoria para el próximo Mundial de Lisboa. No me corresponde a mí valorar la decisión de la seleccionadora. A mí solo me queda seguir entrenando duro día a día, como lo he hecho siempre a lo largo de toda mi carrera deportiva, y dar lo mejor de mí para continuar compitiendo al máximo nivel.
Desear el mayor de los éxitos al equipo español al que animaré desde Málaga, rodeada de mi familia y amigos, porque nada ni nadie podrá cambiar jamás mi sentimiento ni el amor que siento hacia mi país y este deporte que me ha dado tantas alegrías en esta vida.
Gracias por el cariño de siempre!
Carolina Navarro
Creo que a veces los entrenadores y seleccionadores buscan protagonismo con decisiones como ésta que luego no se pueden explicar. ¿quiere decir entonces que si fuera seleccionadora de Argentina no llevaría a Bela??
Independientemente de los motivos y razones de tipo sentimental que se recogen en el artículo, creo que es una gran noticia que el nivel del pádel femenino en España esté tan alto que es posible montar un gran equipo y aun así dejar fuera a dos grandes como son Carol y Martita.
Sin duda, como dices, Sachar, es una gran noticia. El nivel del padel femenino español es magnífico y la seleccionadora es una figura indiscutible. Por cierto, creo que te has saltado las razones de tipo deportivo, más allá de «las sentimentales». Gracias por visitar la web y dejar tu opinión. Saludos.
Este artículo es impropio de un amante del deporte y sólo obedece al deseo de generar polémica y de enrarecer el ambiente de cara al mundial. Claro que Carolina es una grande, seguramente la más grande de la historia del padel; pero el argumento de Icíar Montes es no sólo legítimo, sino razonable. La comparación con Paquito o Juan Martín es sonrojante, y sólo demuestra la falta de argumentos válidos de quien la plantea: nuestros cuatro mejores jugadores masculinos juegan el WPT todo el año con parejas de otras nacionalidades (Paco con Sanyo; Mati con Maxi; Juani con Lamperti; y Juan Martín con Cristián), mientras que en el caso de las féminas, nuestras seis mejores jugadoras son parejas entre sí, por lo que, si se quisieran respetar las parejas hechas en el equipo masculino, tendríamos que ir con una selección sin los mejores, mientras que ese mismo principio, en las mujeres, nos permite ir con las tres mejores parejas del mundo en la actualidad y con una cuarta pareja que ha demostrado su solvencia y competitividad, Por otra parte, en estos artículos tan reivindicativos se echa de menos un poco más de coraje y valentía por parte del articulista: si Carolina debe ir seleccionada, ¿a quién hay que dejar fuera? Porque, hasta donde yo sé, sólo pueden ir ocho. Pregunto directamente a Nacho: ¿estás diciendo que hay que echar a Lucía? ¿O a Eli? ¿O eres partidario de dejar fuera a Marta Marrero? Dilo con claridad y te entenderemos todos, porque lo que dices («es imperdonable que Carolina no vaya, pero Lucía y Gema lo merecen también») es un brindis al sol y un planteamiento con el que quedas bien, pero que plantea una situación imposible.
Así es este país, por desgracia; no por casualidad es el país del perro del hortelano. En vez de apoyar y hacer más fácil el trabajo de quienes tienen la responsabilidad (en este caso, Icíar Montes), nos entretenemos en poner obstáculos. Hoy tenemos ejemplos mucho más importantes en las portadas de todos los periódicos, pero de igual naturaleza en lo sustancial.
Hola, Gedeón. Lo primero, quiero agradecerte la visita a la web, el tiempo dedicado a leer el artículo y, sobre todo, tu opinión.
Dicho esto, he de corregirte algunas afirmaciones. No hay el más mínimo interés en generar polémica ni enrarecer ningún ambiente. Te agradezco que me arrogues dicha capacidad pero esto es un blog pequeñito que leemos un grupito de amigos.
¿Echas de menos coraje y valentía en este artículo? Creo que he sido muy directo al plantear mi disconformidad con la ausencia de la malagueña. Sin titubeo alguno. La prueba es que lo has captado enseguida. También he expresado mi absoluto respeto por la seleccionadora y su autoridad para decidir en función de sus competencias (parece que esto no te lo he dejado suficientemente claro). ¿Quieres que te diga a quién dejaría fuera? En lo único en lo que estoy de acuerdo contigo (como he explicado en el artículo) es en que todas las seleccionadas tienen méritos suficientes para estar. Forman un auténtico equipazo y se quedan fuera jugadoras como Marta Ortega y Victoria Iglesias que también podrían estar.
La cuestión (que parece que no te he explicado bien y por eso hablas de falta de argumentos válidos, o tal vez es que sólo son los válidos los que coinciden con tu opinión) es que no encuentro motivos de peso para dejar a Carolina Navarro fuera de la selección. Sin fijarnos en su historia, sólo por ranking, por rendimiento en la pista, es evidente que merece ir seleccionada (permíteme que te recuerde que forma parte de la pareja 4). ¿El criterio es llevar a parejas hechas? Fantástico, no estoy de acuerdo con él pero es respetable.
En el Mundial de 2014, ¿sabes quiénes fueron las parejas españolas que jugaron las semis? Icíar Montes y Majo Sánchez Alayeto, Patty y Eli, y Carolina y Ale Salazar. Luego, en la final, jugaron las parejas de siempre. ¿Resto potencial a la selección esta combinación? Evidentemente, no. Si van a jugar las parejas ya formadas, ¿para qué hacen falta seleccionadores/as? ¿No bastan con los coach de las jugadoras?
Lo que digo es que no comparto dejar fuera a una jugadora con el pasado y, sobre todo, con el presente de Carolina Navarro. Te diría lo mismo si la situación fuera con Icíar Montes. Son jugadoras que, además de su rendimiento, merecen una consideración por historia. Creo que te será fácil entenderlo. ¿Has publicado algún tweet sobre el mérito que tiene Willy Lahoz por ser de nuevo seleccionado? ¡Bravo! ¿No ha hecho méritos Carolina? Si estuviera en el puesto 39 del ranking, lo entendería pero no es el caso.
Y, dicho todo esto, contesto a tu pregunta directamente para que puedas expedirme el carné de la valentía y el coraje (uso mi nombre y mi foto en mis publicaciones, ¿te parece valiente? ¿tú también lo haces?). Yo hubiera elegido a Lucía Sainz. Gemma tiene un potencial enorme, me fascina su atrevimiento y descaro en la pista, y estoy seguro que será una de las fijas en los próximos mundiales pero, en esta ocasión, me hubiese decantado por Lucía.
Esto es una pura quiniela y lo expuesto una mera opinión personal.
Por último, un comentario más. Desconozco si tus expectativas son iguales para todos los medios (por lo que dices, sí) pero retrata bien uno de los grandes problemas de mi profesión (sí, soy periodista). No estamos para apoyar y hacer más fácil nada (tampoco para lo contrario). Estamos para contar y para opinar. En este caso, como te digo, es una opinión con argumentos (los míos).
Estoy seguro de que tienes a tu alcance ‘medios de comunicación’ que animan y apoyan sin reflexión alguna. Copiar y pegar el comunicado de la federación, colocar la foto y publicar. Lamento indicarte que aquí no encontrarás cumplida esa expectativa, Nos complicamos un poco más para crear un espacio de reflexión y el intercambio de ideas como el que estamos teniendo.
¿Cuando hablas de apoyar y poner las cosas fáciles a quienes tienen responsabilidades te refieres a algunos tweets tuyos en los que criticas a World Padel Tour? Curioso. Yo también lo hago cuando creo que es justo pero a cara descubierta y con firma.
En fin. Muchas gracias de nuevo, Gedeón, por tu opinión. Es un placer charlar sobre padel.
Saludos.
Antes que nada, gracias a Dios que Carolina, que es una gigante del padel y del deporte y, sobre todo, una persona excepcional, está bastante por encima de estas polémicas nimias. Ella ya ha sido seleccionada 18 veces, ha sido, si no recuerdo mal, cuatro veces campeona del mundo, y su lista de triunfos no cabe en este comentario. Estoy seguro que es la primera que, después del posible disgustillo inicial, ha reconocido que se dan las circunstancias para el cambio generacional y se ha alegrado de tener detrás un ejército de sucesoras tan extraordinarias, no sólo las seleccionadas, sino Victoria Iglesias, Marta Ortega, Alba Galán, Lorena, Mari Carmen, Ariana, Tamara, etc. Y precisamente ella, que es una ganadora incansable y una competidora nata, será quien mejor haya entendido que las razones, estrictamente deportivas y competitivas, aducidas por su amiga Icíar, tienen todo el sentido: el equipo español de chicas (no sucede lo mismo con el de hombres) tiene la enorme ventaja de contar con varias parejas ya hechas que llevan años entrenando juntas, y aprovechar esa ventaja tiene más importancia que los argumentos emocionales y un respeto mal entendido a la trayectoria pasada. Repito: es una suerte que Carolina sea una fuera de serie en todos los aspectos y que no necesite «defensores», y menos defensores tan torpes.
Me alegra, en todo caso, que hayas corregido la tremenda inconsistencia de tu artículo y hayas dicho, por fin, a quien habrías dejado tú fuera del equipo para incluir a Carol. Si hubieras dicho eso mismo en el artículo, mi comentario no habría sido necesario y no lo habría escrito. Pero no, claro. Es más fácil intentar quedar bien con todo el mundo (menos con Icíar, que como es ahora la que manda, leña al mono), salir con proclamas huecas y con sentimentalismos de cara a la galería y afirmar que es una terrible injusticia no llevar a Carol al mismo tiempo que manifiestas, sin empacho, que todas las demás lo merecen también y sobradamente. Yo creo que hasta tú podrás entender que eso, que es ni más ni menos lo que tú dices en tu artículo, es una contradicción y no se sostiene. Y si hasta tú puedes entenderlo, también puedes entender que el único resultado posible es dar pábulo a una polémica estéril y dañina, se haga desde un «blog pequeñito» o desde el Washington Post. Me parece mentira tener que decir cosas tan obvias, pero en fin, el nivel que hay es el que hay.
Dicho esto, que es lo importante, supongo que debería sentirme halagado por el tiempo que te has tomado en investigar hasta el último tweet que yo haya podido escribir desde mi cuenta con seis o siete seguidores, pero la verdad es que no me siento ni halagado ni de ninguna otra manera. Me da lo mismo, como si me dices que «ya no me ajuntas» y te llevas el balón a tu casa. Me parece, eso sí, un comportamiento bastante infantil (y bastante poco edificante), pero allá cada cual con su conciencia. Igual de poco edificante me parece aludir una y otra vez a que mi cuenta es anónima. Si no lo fuera, ¿qué harías? ¿Retarme a un duelo detrás de las tapias del cementerio? La verdad es la verdad la diga Agamenón, su porquero o un anónimo. Pero en fin: algunos, a falta de argumentos racionales de peso, sois incapaces de superar la tentación de caer en el ad hominem. Si quieres te ayudo: también tengo cuenta en los foros de El Mundo y en los de ABC, ahí tienes munición para el próximo día.
Termino diciendo que, en efecto, es un placer charlar de padel, razón por la cual este cruce de comentarios no ha sido ningún placer para mí. Tú no has hablado de padel en ningún momento. Has levantado una polémica absurda más parecida a Gran Hermano que a una conversación de deportistas. Si desde el principio hubieras dicho: «yo habría llevado a Carol en vez de a Gema», podríamos haber discutido sobre la idoneidad de llevar a una o a otra y llegar a la conclusión que fuera. Pero no. Lo facilón es tirar la piedra y esconder la mano, echarse las manos a la cabeza por la ausencia de Carol pero arrugarse antes de decir a quién dejarías tú fuera a cambio, porque tu objetivo, queda dicho, no era el beneficio de nuestra selección, sino salir a salvar a quien no necesita ser salvada y emponzoñar el ambiente. Menos mal que, como tú mismo dices, carees de la capacidad para hacerlo desde tu minúsculo blog. Pero no por ello vamos a dejar de señalártelo quienes, por la razón que sea, lo hayamos leído.
Hola, de nuevo, Gedeón. Encantado de seguir teniéndote por este rinconcito.
Creía que ibas a exponer argumentos pero veo que de lo que se trata es de juzgarme a mí. Adelante. Tienes tiempo y espacio para ello.
Simplemente, te ahorro el esfuerzo de que vengas a explicarme quién es Carolina Navarro ni quién es Icíar Montes. No es necesario. Son dos de las mejores jugadoras de padel de la historia. Lo he explicado en el artículo y en numerosas crónicas o entrevistas sobre ellas que están publicadas en esta misma web.
Verás, con tu primer comentario pensé que, simplemente, eras alguien que no estaba de acuerdo con la opinión expresada y que, con alguna salida de tono (habitual de quiénes se ocultan), querías rebatir lo publicado. Hoy, he reconsiderado mi impresión sobre ti. Veo una clara intencionalidad al leerte frases como «estoy seguro que (Carolina Navarro) es la primera que, después del posible disgustillo inicial, ha reconocido que se dan las circunstancias para el cambio generacional (esto no se da con el genial Willy Lahoz, ¿verdad?) y se ha alegrado de tener detrás un ejército de sucesoras tan extraordinarias», y eso de ‘razones estrictamente deportivas y competitivas, aducidas por su amiga Icíar’. No creo que tu interés sea argumentar contra el artículo. Gracias. Entiendo mejor el rol de ‘defensores tan torpes’.
No, Gedeón, no hay corrección alguna del artículo. Verás que está exactamente tal cual lo leíste. Lo que he hecho es responderte directamente a una pregunta interesante que me hiciste. Y no, no te he investigado. Simplemente, tenía curiosidad por saber a quién respondía y me encontré con algunas de tus proclamas «de ánimo y respeto para todo el mundo». Verte aquí convertido en adalid del ‘buenrollismo’ y leer comentarios tuyos de otro tipo en otros lugares me ayuda a comprender la coherencia de tus argumentos. Dices que «la verdad es la verdad» la diga quien la diga. Veo que la verdad es posesión tuya. Una duda, ¿esa verdad sirve para cualquier sitio o sólo es válida aquí? La opinión que has leído aquí, Gedeón, la mantengo donde sea. Me da que tú no puedes decir lo mismo.
Por último, quiero terminar coincidiendo contigo en algo. Efectivamente, llevas razón en que esto no es una conversación de deportistas. ¿Tú lo eres? Yo soy periodista. He utilizado exactamente las palabras que quería para expresar aquello que me parecía oportuno. ¿Querías otra cosa? Estoy seguro que «después del posible disgustillo inicial, acabarás reconociendo que cada uno puede tener su propia opinión».
Termino aquí, Gedeón, encantado de volver a comunicarme contigo.
P.D.: Permíteme un consejo. Está feo acusar a alguien que da su opinión con claridad (aunque no la compartas) y firma de «tirar la piedra y esconder la mano». Pero que lo haga alguien desde un pseudónimo, roza al esperpento.
Saludos.
Querido amigo, puedes bailar claqué a mi alrededor con un bolo haciendo equilibrios sobre la nariz, que los hechos son tercos: tú escribiste un artículo muy desafortunado donde afirmabas, muy cargado de razón, que es una injusticia soberana no llevar a Carol a la selección (apoyándote, además, en insidias bastante feas contra Icíar) para afirmar, al mismo tiempo, que todas las seleccionadas lo habían sido con pleno merecimiento. Eso es lo que tú escribiste, no yo. Y eso, aquí y en Alaska, no es una opinión, sino una tontería, porque si alguien que lo merece no está, es porque alguien está que no lo merece, y no puede darse el caso contrario. Esto es de primero de retórica, pero en fin, ya sabes: lo del nivel. Y siendo así las cosas, es evidente (no una opinión, insisto: una evidencia) que la pretensión del artículo no es constructiva. Ya sé que eres periodista, y se nota, porque vuestro único afán es generar polémicas donde no las hay: actúas igual que esos plumíferos deportivos que claman diciendo que «es una injusticia que no juegue Fulanito en tal equipo» pero luego se ven incapaces de decir a quién habría que sacar del equipo para que Fulanito pudiera jugar. En realidad, les da igual: lo único que buscan es generar polémicas artificiales para vender periódicos o para generar clics. Luego, con decir a quien se lo hace ver que «es que tú odias a Fulanito», listo. Pues tú estás haciendo lo mismo, a tu nivel y en tu escala, pero lo mismo. Y yo me limito a señalártelo, te guste (que es obvio que no te gusta) o no. Habría sido más fácil decir, simplemente, en la primera respuesta, algo razonable, como: «tienes razón, no me atreví a decirlo de primeras, pero yo habría llevado a Carol antes que a Gemma, por juego y por historia, incluso aunque para ello haya que deshacer una pareja y hacer otra que no ha jugado nunca junta», y la conversación habría ido, obviamente, por otros derroteros, pero claro, para eso había que ser razonable y, sobre todo, inteligente. En vez de eso te has perdido en una espiral de razonamientos circulares, autojustificaciones y excusas que, en fin, a mí no me afectan, sólo afectan a tu propia imagen.
Y ahora, adelante: puedes volver a decir que en 1987 yo escribí no sé qué (como si reconocer el enorme mérito de Willy tuviera algo que ver con todo esto) y que qué vergüenza escribir con pseudónimo (por cierto, pareces insinuar que yo debo de ser parte interesada; me divierte que pienses eso, así que te dejo con la duda, ventajas del anonimato), pero cualquier lector inteligente sabe distinguir los argumentos de los circunloquios y separar el grano de la paja. Y en cuanto a los lectores que no sean inteligentes, ¿sabes qué? Que me da igual lo que piensen: ni son mis lectores ni este es mi blog.
Bueno, Gedeón. Me parece que lo importante está dicho.
Mi opinión queda reflejada con claridad. Te gusten o no los argumentos, te parezcan ‘tonterías’ o incluso mientas imputándome ‘insidias bastante feas contra Icíar’ (la valentía que otorga el anonimato). Creo que ya no hablamos sobre la selección y la convocatoria del Mundial.
A mi juicio, Carolina Navarro tenía que estar convocada por su rendimiento y su ranking de este año, además de por su trayectoria. La seleccionadora no lo ha entendido así, ha utilizado el criterio de no romper pareja y ha formado un equipazo de garantías que aspira a lo máximo. Lo que ocurra en el Mundial lo contaré como lo hice en 2014.
No hay polémica ni nada parecido. Es una opinión. ¿No te ha gustado? Lamento informarte de que, desde el respeto, seguiré pronunciándome sobre aquello que me parezca y como me crea conveniente. Con nombre, firma y foto, para que no haya dudas, para ser responsable de mis aciertos y mis errores. No es necesario que me entrecomilles frases que debería decir. Esto no funciona así, al menos no aquí ni conmigo.
Tampoco voy a responderte al comentario de que el ‘único afán de los periodistas es generar polémicas donde no las hay’. Lo dejo a medias entre ignorancia y falta de respeto.
En fin, te respondí a lo que me preguntaste. Eso era el grano. Lo demás, la paja, te la cedo gustosamente.
Saludos, Gedeón (o quien quiera que seas).