“Perdona, eres Bea, ¿verdad? ¿Puedo hacerme una foto contigo?» La solicitud interrumpe la conversación que da pie a este reportaje. Pero resulta oportuna por partida doble. Sirve para corroborar el despegue de popularidad de la jugadora Bea González en este 2018. “Esta foto va a valer mucho porque pronto vas a llegar muy lejos”, augura el anónimo fan satisfecho tras inmortalizar su deseo.
El segundo argumento de la idoneidad de esta petición es asistir a la respuesta de la protagonista. Natural y espontánea. Como hizo minutos antes con un grupo de niños en las instalaciones de Inacua Málaga. Hoy, a sus 16 años, Beatriz González Fernández se prepara para hacer frente tanto a los retos del 20 por 10 como a los que le llegan desde fuera.
World Padel Tour llega a su tierra
El desafío se eleva esta semana con la llegada de World Padel Tour a la provincia de Málaga, su tierra, una fecha señalada en rojo en el calendario de la perla de Star Vie. “Este (torneo) es el que más ilusión me hace de todos los que hay”.
No se pone una meta fija y prefiere pensar en cada partido aunque sí sueña con alcanzar la pista central. “Jugué el año pasado en Mijas pero duró poquito. Perdimos el primer partido así que en este tengo ilusión de poder pasar las primeras rondas y poder llegar a cuartos o a semis incluso y poder jugar en la central. Eso me haría muchísima ilusión, la verdad”.
Aunque no se obsesiona. Sus rivales están dentro de la pista pero también hay algunos fuera de ella tanto o más peligrosos: las expectativas y la presión de jugar en casa. Les conoce bien de otros años. “Quieras o no, cuando estás en Málaga y viene todo el mundo a verte, quieres demostrar más de lo que tienes. Eso se te acumula, tienes nervios, tienes ganas, quieres ganar todos los puntos. Tengo que aprender a controlar esos momentos y a jugar como hago siempre, como si estuviera entrenando”.
Habla con propiedad. Le ha ocurrido. Por eso se prepara a conciencia con sus técnicos. En Padel Sol se pule técnicamente con Pablo Herrera; en Inacua Málaga ensaya situaciones de partido con José Solano y se machaca físicamente con Antonio Portillo; y en Madrid, periódicamente, afianza el acoplamiento junto a su compañera con Manu Martín.
“Para no ponerme nerviosa, pienso que estoy en un entrenamiento. Que está Pablo o José enfrente y estoy entrenando. Intento olvidarme de todo lo que hay fuera, de todos los comentarios y me centro en el partido”.
La malagueña con mejor resultado en 2018
No resulta fácil contener las expectativas en torno a ella. Su edad clama prudencia. Sus resultados, en cambio, hablan en dirección contraria. Bea trata de rebajar la presión frente a una estadística llamativa: es la jugadora malagueña que más alto ha llegado en la competición profesional durante este 2018. Ni Carolina Navarro, ni Ernesto Moreno, ni Alejandro Ruiz, ni Momo González… A sus 16 años, Bea ha disputado ya esta temporada una semifinal de un Open de World Padel Tour. Fue en Jaén, un momento inolvidable para la jugadora. “La verdad es que fue una pasada. Hasta que no acabó el torneo no me di cuenta de dónde estaba”.
Allí, en suelo andaluz, firmó su mejor actuación del año con su compañera Cata Tenorio. Dos victorias trabajadas en las dos primeras rondas (7-6 y 6-2 contra Ángela Caro y Nuria Rodríguez; 6-4 y 7-5 ante Delfi Brea y Ana Catarina Nogueira) y un campanazo en cuartos ante la pareja número tres del ranking (6-4 y 6-4 contra Marta Marrero y Alejandra Salazar).
Así, sin ceder ni un set, accedió al penúltimo peldaño de la prueba jiennense. “Cuando empecé a jugar el partido de semis estaba en una nube”, recuerda Bea que no olvida que “el torneo anterior veníamos de perder en octavos (7-5 y 6-3 frente a Sara Ruiz y Gabriela Bartomioli) y teníamos una espinita. Y de verte en octavos, fatal, con los ánimos por los suelos a de repente verte en una semifinal, te dices: en verdad puedo estar aquí. Fue increíble. Yo me imaginaba que era increíble pero la sensación fue más”.
Sin embargo, el destello de la semifinal jiennense (que perdió contra Lucía Sainz y Gemma Triay por 6-4 y 6-2) no deslumbra a Bea que tiene claro que su lucha es día a día y no va más allá de cada partido. Y, por si acaso, la competición se lo recuerda enseguida. Tras el hito de Jaén, cayó en primera ronda en la siguiente prueba (6-4, 4-6 y 6-2 contra Delfi Brea y Ana Catarina Nogueira en los dieciseisavos de final del Open de Valladolid). “Lo peor que puedes hacer es exigirte estar ahí. Si me exijo estar siempre en cuartos, cuando juego el primer partido y las cosas van mal, es difícil. Cata y yo vamos partido a partido. Si no, te metes una presión que no es necesaria”.
Más allá de los apodos
Aunque el discurso de Bea sea meridiano, las expectativas en torno a su progresión han estado siempre por encima de su edad. Con su trayectoria y su palmarés (lo ha ganado prácticamente todo en su etapa de menores), no es extraño.
Por más que se repitan comparaciones con la gran Carolina Navarro (Ceci Reiter le bautizó como mini-Carol) o apodos hiperbólicos como El avión que tanto gustan a los medios de comunicación; Beatriz González se protege de ello y mantiene los pies en el suelo. “No es una presión para mí”, afirma con rotundidad la de Star Vie.
“Me han comparado con Carolina Navaro muchas veces y eso ha sido un honor para mí. Cuando casi no jugaba, me comparaban con ella y siempre ha sido un orgullo”, explica Beatriz González que sólo tiene palabras de elogio hacia su paisana. “Siempre me ha apoyado muchísimo. Desde que empecé en World Padel Tour me ha apoyado, me ha dado ánimos. Siempre le estaré agradecida. Mucho de esto (de lo que está viviendo) se debe a ella”.
Pero eso sí, al recurrente símil le pone fecha de caducidad por respeto al imponente recorrido de quien ha sido número 1 del mundo durante 9 años y, también, por respeto a sí misma, a su dedicación, a su esfuerzo. “Ya me estoy haciendo mi propia figura y, no es que te moleste, pero quiero que me empiecen a conocer como Bea González”.
Cata Tenorio, una maestra de la profesionalidad
Cumpliendo etapas antes que años, Bea tuvo un precoz debut en la competición profesional de padel con apenas 14 años. Desde entonces, ha tenido de compañeras a la excampeona del mundo, Paula Eyheraguibel; a la perla onubense, Elena Ramírez; y a la internacional argentina, Nela Brito. Este año comparte moqueta con Cata Tenorio. “Me está enseñando un montón de cosas. Ya me habían dicho que Cata era un diez. Tiene un montón de experiencia. Sabe un montón de cosas. La verdad es que estoy aprendiendo mucho”.
La veterana argentina es especialista en sacar un gran rendimiento de sus compañeras. Lo hizo en su primera etapa con Marta Marrero; después con Victoria Iglesias; y el pasado año, de nuevo junto a Marrero, tras la lesión de Salazar, para presentarse como la única oposición a las gemelas Sánchez Alayeto.
Cata Tenorio: el legado de una supervivente del padel femenino
La receta de Cata acaba calando. Más aún cuando en el pupitre encuentra una esponja. “Lo que más destaco de Cata es su profesionalidad. Sabe qué hacer en todo momento, tanto dentro como fuera de la pista. A esta hora hay que comer, a esta hay que ir al fisio,… Lo normaliza todo y lo mete en la rutina”.
Sobre la alfombra, tajo, sacrificio y mucha experiencia. “Dentro de la pista es una jugadora muy ordenada, trabaja mucho, sabe qué hacer en todo momento durante el partido, conoce muy bien a todas. No noté un gran cambio al principio pero ahora sí lo he notado”, revela Bea González, encantada con el master que recibe en cada partido, en cada entrenamiento, en cada charla con su compañera.
“El año pasado jugaba como me parecía, como me salía natural. Eso a estas alturas no te sirve. Hay rivales que juegan muchísimo, saben cómo hacerte daño y no puedes jugar sólo a como te salga. Con Cata he aprendido a no apretar todas las bolas, a jugar con orden, a jugar con cabeza, a donde les molesta a las rivales pero sin perder esa chispita de espontaneidad que me sale a veces”.
Esa es chispita parte de la identidad de Bea, uno de los argumentos que levó a Cata Tenorio, pese al riesgo, a apostar por la joven malagueña. Su llamada fue una sorpresa para Bea. “Mi padre me llamó y me dijo que tenía una cosa que decirme”, recuerda la jugadora que, en ese instante, estaba estudiando en casa de una amiga cuando escuchó a su progenitor decirle que una de las diez primeras le había llamado para jugar con ella el año que viene”. Tony González, el padre, no resolvió el misterio en ese momento y las cábalas de Bea se prolongaron durante toda la noche. “Yo pensé ¿quién me va a llamar a mí para jugar? Esa noche estuve pensando quién podía ser”.
Al día siguiente, su padre despejó la incógnita y le dijo que quien le buscaba era la jugadora que había jugado cinco finales World Padel Tour la temporada anterior. “Desde el primer momento tenía claro que sí. Sabía que iba a ser un esfuerzo muy grande porque desde el primer momento me iba a exigir muchísimo. Pero tenía claro que sí. Estaba jugando World Padel Tour para ir subiendo un poquito más y a esa oportunidad no podía decirle que no”.
Sus rivales, las mejores
La oportunidad para Bea es tan grande como la exigencia. Lo sabe la de Star Vie que se prepara a conciencia para estar a la altura. Sus rivales, en un año, han cambiado. Su tránsito por el cuadro principal la sitúa frente a las aspirantes al título. Su ranking además la ubica por el lado de la mejor pareja del año, Lucía Sainz y Gemma Triay, a quienes se ha enfrentado ya en tres ocasiones (dos en cuartos y una en semifinales) y contra las que ha caído las tres veces sin lograr hacer un set.
“Es muy difícil jugar contra ellas. Están en su mejor momento. Jugar contra ellas es complicado. Son jugadoras muy agresivas, no te dejan equivocarte nada. A la mínima que te equivoques saben apretarte y jugarte donde te duele. En ese partido no te puedes despistar nada porque se te van”.
Precisamente, la jugadora menorquina de Nox es uno de sus espejos. “Gemma es muy agresiva, de irse hacia delante. Es una jugadora que tiene mucho talento. Le salen golpes naturales que a nadie le salen”. Un estilo en el que se reconoce y que va puliendo a cada paso consciente de que ahí, en las alturas en las que se mueve, no hay segundas opciones.
Una trayectoria llena de sacrificios
Aunque la competición profesional es otra historia, el padel de Bea ha ido siempre por delante de su edad. “Lo he llevado muy normal. Desde que empecé a jugar siempre lo he hecho en otra categoría. Lo tenía normalizado. Jugaba sin presión. Jugaba en una categoría superior y me decía, lo normal no es que gane”.
Bea González: la ambiciosa madurez de una promesa del pádel español
Pero ganaba muchas veces. Y detrás de cada victoria (y de cada derrota) hay horas y horas de sacrificios, muchas veces insoportables para los ojos de una niña de ayer, de una adolescente hoy. “Ha habido momentos en los que, no te voy a mentir, he dicho que no sé si merecía la pena esto. Sobre todo cuando no te salen las cosas como tú quieres. Las cosas a las que renuncias. El esfuerzo doble que tienes que hacer para todo cuando ves a tus amigas que tienen mucho más tiempo para hacer esas cosas”.
Hoy, la rutina de Bea comienza con las clases de 8h a 15h. Acaba de finalizar 1º de Bachillerato y el próximo año terminará esta etapa para enfrentarse a la selectividad y abrirse camino hacia la universidad. “Tengo pensado irme a Madrid, a estudiar y a seguir entrenando”, avanza la jugadora que, tras el almuerzo y un breve descanso, busca tiempo cada día para estudiar antes y después de unas sesiones de entrenamiento que se prolongan más allá de las dos horas y media.
Apenas le queda tiempo para nada más pero el esfuerzo, sin duda, le merece la pena. “Sí”. Su afirmación es como su remate. Despeja por tres metros cualquier duda. “Esto es lo que quiero”.
Apoyo no le falta. Su gente, desde el primer día, le acompaña. Su padre, Tony; su madre, Beatriz; sus abuelos… Su familia la rodea, la anima, la protege. “Es bonito porque han hecho un grupo en la familia que me sigue y cuando termino el partido lo leo y es bonito verles unidos por verme”.
Un camino irrenunciable
Bea persigue un sueño. El número uno es un sueño aún muy lejano. A corto plazo, aparecen objetivos más o menos ambiciosos. “Me gustaría llegar a semis otra vez, hacer alguna final…” Pero eso son metas. Por encima de todo ello, la malagueña tiene claro un camino irrenunciable: “Quiero disfrutar los partidos, disfrutar los torneos. Intentar llegar lo más lejos pero creciendo como pareja, disfrutando juntas”.
Y la ecuación es bien sencilla. Cuando Bea disfruta, lo hace el público.