Fabrice Pastor abandona el padel. 90 días después de su órdago al circuito profesional, el empresario monegasco da un portazo que rezuma decepción y despecho.
El magnate ha comunicado su renuncia a la idea del International Padel Tour, circuito alternativo (o más bien, el que aspiraba a sustituir) al actual; desvincula Monte Carlo International Sports del padel y le da la espalda a un deporte que le había poseído desde hacía años.
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Es difícil despedirse de un sueño. Más aún después de haber invertido tanto. Pero debe resultar casi traumático en el caso de un hombre acostumbrado a no recibir negativas, a derribarlas cuando las encuentra o, en última instancia, a sortearlas.
Así que, Pastor se marcha del padel. Su renuncia es la confirmación de una derrota. Sabe que ha perdido pero responsabiliza de ello directamente a los jugadores. Y no lo hace con tibieza. Todo lo contrario. Emplea palabras duras, llenas de un resentimiento de quien se considera traicionado por aquellos a los que, dice, prometió ‘salvar’.
«Decepciones, traiciones y mentiras». Tres palabras con las que trata de resumir su salida.
Pastor señala a los jugadores
Dolido y rechazado, Pastor se marcha haciendo ruido. Toda la contención mostrada en el comunicado redactado por su equipo saltó por los aires en la entrevista concedida a El Negro González en Radio Marca Baleares. En su única intervención pública sobre su marcha, el empresario liberó parte de su frustración y situó en la diana a los jugadores.
“Lo que siempre he dicho: hasta que me echen los jugadores y eso ha llegado hoy”. A ellos responsabiliza Fabrice Pastor del fracaso de su proyecto. Lo hace sin medias tintas. “El problema es que los jugadores no tienen todavía una capacidad económica o de trabajo y al final se venden rápidamente por una cantidad”, afirmó el de Monte Carlo que, por si había dudas sobre el sentido de sus palabras, recurrió a una desafortunada metáfora. “Si estás en la frontera de Venezuela y te dejan salir para irte a un país libre y de pronto te vuelves a Maduro, te debe gustar porque no veo otra opción”.
Fabrice Pastor renuncia al circuito International Padel Tour y abandona el padel
Son tan sólo dos muescas que sirven para calibrar el tiroteo verbal con el que se despachó en las ondas. Amparado en su rencor, Pastor se explayó sin dar nombres; generalizó a propósito porque su mensaje apunta a un colectivo que, en esta pugna, no ha actuado como tal. Ha habido quien le ha dado la espalda desde el principio, quien le ha escuchado y le ha rechazado después; e incluso, quien le ha apoyado y ha cambiado de idea al final. A todos ellos señala como responsables del fracaso de un proyecto que, según él, debía elevar aún más el padel profesional. El discurso de despedida de Pastor queda a modo de advertencia a todos los segmentos de este deporte: marcas, promotores, federaciones,…
En su adiós, a Fabrice le ha faltado autocrítica y le ha sobrado despecho. La realidad no es tan simple como la explica. El fracaso del proyecto de Pastor no se le puede imputar únicamente a los jugadores.
Euros para exponer ideas
Reprocha Pastor a los jugadores que hayan sido capaces de venderse.
Olvida que fue él quien situó el dinero en el centro del escenario desde el primer momento. Compró su espacio a base de euros. Lo hizo con el Master de Monte Carlo, una exhibición de derroche que tenía un único fin: sacar músculo en su puesta de largo. Trofeos Cartier, traslados en helicóptero y mucho asiento vacío. Una exageración poco creíble para un deporte aún en pañales.
Fue él quien subió la apuesta pero cuando quiso poner el foco en las ideas, el brillo del dinero eclipsó cualquier debate.
World Padel Tour le abrió la puerta a Pastor pero éste no se detuvo en los despachos. Bajó a la moqueta junto a los jugadores y les insinuó la posibilidad de cambiar la cerradura.
Ha tratado de jugar distintas cartas. Sirvió de mecenas con los de abajo y de aliado con los de arriba. Pero a todos ellos les hizo partícipe de un discurso en torno a la necesidad de abrir el padel profesional al mundo pero sólo después de cerrárselo a quienes hoy lo gestionaban.
Cuando los directivos de World Padel Tour descubrieron su ambición real, trataron de expulsarlo sin reparar en la utilidad de su dinero ni en la viabilidad de sus ideas.
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No había pulso de cambio
Este hombre de negocios exhibió sus euros antes que sus ideas. Le tomaron lo primero y pensó que también lo harían con lo segundo. Se equivocó. Olvidó de dónde viene el padel. No hace tanto de esos años en los que apenas se cubrían gastos con kilómetros de carretera, competiciones casi sin público y premios famélicos.
Esto lo ignoró Pastor en su propósito como el hecho de que, en verdad, no había un verdadero caldo de cultivo para propiciar un cambio. Por más sombras que aparezcan en la gestión del circuito actual, lo cierto es que, desde 2013, la competición profesional de padel no ha dejado de crecer. Y lo ha hecho bajo la dirección del Grupo Damm.
En 2012, el cambio de PPT a World Padel Tour fue un vuelco desesperado de los jugadores; un salto con poco riesgo y mucho beneficio. Basta comprobar la operación en la que aceptaron embarcarse algunos de ellos y que acabó en los juzgados. Entonces, sentían los protagonistas que el cambio era una necesidad y la aparición de la firma cervecera resultó provindencial y difícil de resistir.
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Nada que ver aquel escenario con la propuesta que ha planteado hoy el International Padel Tour. En este caso, Pastor planteaba a los jugadores una oportunidad basada en un ejercicio de fe. El Master de Monte Carlo y la Fabrice Pastor Cup eran sus dos únicos avales en el mundo del padel. Demasiado poco frente a un rescate oportuno y seis años de palpable gestión al frente del circuito. Una realidad incontestable que el de Monte Carlo desatendió.
La apuesta del magnate, a diferencia de lo ocurrido en 2012, conminaba a los jugadores a asumir un gran riesgo. Esta vez, sí tenían mucho que perder. Y decidieron conservarlo. Las mejoras a las que tendrían acceso en el nuevo circuito han tenido menos peso que las prestaciones que ya disfrutan en el actual.
Tampoco favoreció a la propuesta emergente la posibilidad de fracturar en dos la competición profesional. La coexistencia de dos circuitos excluyentes (o difícilmente compatibles) no era el mejor escenario para el padel.
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Los jugadores: un grupo con mirada individual
Los jugadores son un colectivo pero no funcionan como tal porque no tienen conciencia ni interés por ello. Impera la visión individualista, se impone lo mío, manda el presente. Obedecen a lógicas personales o, en todo caso, se agrupan por intereses afines. De esta forma han afrontado el dilema de continuar con World Padel Tour o atender el proyecto Monte Carlo International Sports.
No están asociados. Un año después de la llegada de World Padel Tour, dejaron de funcionar las asociaciones de jugadores y de jugadores, AJPP y WIPPA, respectivamente. El ente que les representaba a ellos fue instrumentalizado y desechado en la operación que acabó con Padel Pro Tour.
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El organismo que agrupaba a ellas se enfrentó a la organización de WPT, y tras la polémica por el Mundial de Padel de Bilbao en 2013, acabó disuelta en el limbo.
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Hoy no hay entidad que integre los intereses de todos los/as jugadores/as: los de la cima del ranking; los de la zona media; los de previa y pre-previa. Los veteranos, los que escriben el presente y los que anticipan el futuro. Cada cual resuelve sus propias ecuaciones y trata luego de hacerlas compatibles con aquellos más próximos.
Por eso, las respuestas a este escenario dual se han producido de manera individual o por segmentos. Y ello ha acabado perjudicando el proyecto de Pastor.
El de Monte Carlo, entre 2016 y 2017, llegó a patrocinar a casi todos los pesos pesados del circuito. La apuesta no le ha valido para conseguir el apoyo mayoritario. Tampoco le ha sostenido esa hornada de jugadores que han lucido su mancheta esta temporada: Paquito Navarro, Alejandro Galán, Ramiro Moyano, Lucho Capra, Juan Cruz Belluat o Juan Lebrón, entre otros.
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Pastor se marcha dolido. A la hora de la verdad, siente que le compraron sus euros pero no sus ideas. Pero se equivoca con su provocativa generalización. No es justo extender esa mancha de infamia sobre todo un colectivo. Hubo quienes no creyeron en su proyecto, también quienes le rechazaron por gratitud hacia Damm e incluso a quienes no le gustaron sus maneras.
Maniobras subterráneas
Sí. Ha sido una Guerra por el Padel. Una pugna entre dos partes que ha tenido mucho calado subterráneo.
No sólo se han visto implicados los jugadores. Marcas de padel, clubes, patrocinadores… El pulso ha alcanzado también a las federaciones, algunas de las cuales se han agitado al calor de estos intereses.
El pasado mes de mayo, Fabrice Pastor fue nombrado vicepresidente de la Federación Dominicana de Padel (FEDOPA). Aquella puerta que le abrió el camino para entrar en la Federación Internacional de Padel (FIP). El efecto fue inmediato. Dos semanas después, participó en un encuentro en Lisboa en el que se decidió presentar una moción de censura contra el presidente de la FIP, Daniel Patti, en el cargo desde 2012. El italiano, dos meses después de la citada reunión, decidió presentar su dimisión antes de someterse al dictamen de una asamblea dispuesta a tumbarle.
También ha establecido sólidos contactos con la Federación Española de Padel (su presidente, Alfredo Garbisu, asistió a la presentación del proyecto International Padel Tour y fue el único nombre propio citado en el comunicado de MCIS) y con varias territoriales como la andaluza (con la que organizó un ABS 6000 en la semana del Open de Mijas de World Padel Tour).
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El magnate ha buscado tejer una red de alianzas y complicidades que sustentaran su proyecto y consolidaran su posición en el padel. Ahora, su adiós derriba de un soplo ese castillo de naipes. Habrá que ver en qué situación quedan quienes decidieron situarse junto a Pastor en la foto.
El valor del padel femenino
Probablemente, otro de los errores de cálculo de Pastor haya sido el valor del padel femenino. El circuito masculino ocupó su atención como motor de cambio. Es cierto que Monte-Carlo International Sports ha patrocinado a varias de las mejores parejas femeninas pero, a la hora de la verdad, el dirigente no ha conseguido traducir su apuesta en un proyecto sólido y atractivo para las mujeres.
Su oferta para ellas no sólo quedó lejos de la que ofreció a los hombres sino que apenas contempló mejoras respecto a la de World Padel Tour. Las jugadoras percibieron el desinterés del empresario y se volcaron en su apoyo al circuito de Damm que, en 2019, tras tres años congelados, incrementará sustancialmente los premios de las pruebas femeninas.
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El valor del padel profesional se multiplica cuando ellos y ellas van de la mano. Ha tardado en comprenderlo Damm que durante un tiempo trató a la competición de mujeres como un apéndice de la de hombres. Pastor, en cambio, no lo entendió a tiempo o, si lo hizo, no pudo traducirlo en algo concreto.
El peso de Damm
Fabrice Pastor ha minusvalorado al Grupo Damm. Se distanció pronto de la propietaria del circuito World Padel Tour y decidió nigunearla. Esta pasada semana, en la entrevista en Radio Marca Baleares, volvió a mostrar su desprecio: «La propuesta (de Damm con World Padel Tour) es vender cervezas. Ahora si quieres lo adornamos y le damos literatura”.
Ha sido la última andanada del empresario monegasco contra la compañía propietaria del circuito de padel aunque no la única.
En una entrevista publicada en la añorada revista Padel Absolute, ya insistió en rebajar el alcance del grupo cervecero. Su discurso, más allá de las diferencias personales con algún directivo de Damm, iba a dirigido a explicar a los jugadores la limitación de la expansión del proyecto World Padel Tour respecto a la que él podía plantear por su acceso a marcas multinacionales.
Al final, sin embargo, ha sido Damm quien ha acabado imponiendo su peso.
Un adiós radical
Fabrice Pastor ha anunciado su renuncia por completo al padel. Ese abandono es fruto de su decepción y pone fin a iniciativas muy interesantes como la Fabrice Pastor Cup.
El de Monte Carlo ha impulsado equipos en pruebas federadas, se ha incorporado a las federaciones y se ha movido en ellas, ha establecido relaciones con marcas y clubes. Todo ello se va al traste de un plumazo tras su fallido intento de lanzar su propio circuito.
Su apuesta en el padel, por lo que se ve, era a ganador y no admitía otros resultados. Desde ese prisma, la derrota le ha empujado a marcharse y lo ha hecho de manera tan abrupta como llegó.
Durante este tiempo, sus detractores han percibido su interés en el padel como «el capricho temporal de un millonario». Con su decisión de abandonar, ¿ha acabado por hacer bueno ese presagio?
World Padel Tour deberá gestionar la victoria
Pastor renuncia al padel y World Padel Tour será el único circuito profesional que habrá en los próximos cinco años. El triunfo de Damm es indiscutible. Pero no debería recrearse en ello. La amenaza ha sido real; tan real que debe servirle de advertencia. El reto de Damm ahora es gestionar el éxito.
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La propuesta de Fabrice Pastor ha descubierto aspectos mejorables en su competición y ha apuntado también líneas interesantes de trabajo. Tiene la oportunidad el circuito de estudiar la posibilidad de atender las primeras y explorar las segundas.
Además, hubo 160 jugadores que se mostraron dispuestos hasta el final a participar en el International Padel Tour. ¿Podrán ahora jugar en World Padel Tour? ¿Cómo será el ‘regreso’ de los que han sido los jugadores insignia de Monte Carlo International Sports? ¿Habrá sanción o represalia? ¿Podrán jugar todos en World Padel Tour?
Habrá que ver la respuesta del circuito y, desde luego, la de los jugadores. Los implicados y sus compañeros.
Me parece muy parcial y cargado de adjetivos calificativos el artículo, lo cual a mí que no tengo conocimiento en profundidad del tema, le hace perder peso específico al argumento. Sí creo que el WPT es completamente leonino, se apropia del Padel y no veo grandes esfuerzos por llegar a la gente, no sólo conquistar al aficionado, sino también de atraer a otros. Lo que hoy quieren capitalizar no es más que recoger fruto del esfuerzo de los propios jugadores y de décadas de padel. Cosechan hoy algo que regaron pero no sembraron.
Y peor aún expulsan a relatores y periodistas que aman este deporte y ponene a profesionales que no lo sienten (al menos así lo transmiten), y que todo el tiempo opacan con sus comentarios entre bizarros y carebtes de contenido lo que el espectáculo muestra. Parece que el relator quiere ser más estrella que los gladiadores/as que se encuentran en pista.
Hola, Norman. Gracias por leer el artículo y por tu comentario.
Sí, es cierto. El artículo expone mi propio opinión, una interpretación de lo ocurrido. Ya he contando en anteriores los hechos. Disculpa si no he conseguido trasladarte correctamente la situación. Lo intentaré en futuras ocasiones.
Y respecto a tu opinión sobre WPT, no es la primera vez que la escucho por lo que parece que una visión así circula entre la afición. Por algo será, entiendo. Yo, si fuera los organizadores, me preocuparía por ello.
Feliz año!