Edu Espona y Javier Zafra se llevaron la final de 2ª masculina del Torneo de Pádel de Semana Santa del club Los Boliches (Fuengirola). Un partido en el que la pareja granadina hizo valer su inteligencia y oficio para imponerse a la competitividad y ambición de Jesús Marquet y la osadía juvenil de Marco Musso.
La pista central del recinto deportivo fuengiroleño acogió con expectación este partido que enfrentó maneras diferentes de ver este deporte. A un lado de la red, se juntaron Espona y Zafra. El primero aporta un gran sentido táctico, una notable movilidad y agilidad, gran capacidad de sufrimiento en la pista y un enorme despliegue físico, mientras que su compañero tiene un martillo en el brazo. Su envergadura le facilita una descomunal pegada que intimida en cuanto la bola se alza más de lo imprescindible en la red.
Enfrente, unidos también para la ocasión, uno de los jugadores más agresivos del circuito, Jesús Marquet, y un crack en camino, Marco Musso. El primero destaca por su carácter competitivo, su ambición en la pista y la agresividad que le transmite a cada bola que devuelve. Su compañero, con 15 años recién cumplidos, ofrece la frescura y el atrevimiento propias de la juventud junto a notables dosis de calidad y consistencia.
Temor a una ofensiva sobre Musso
Con estos mimbres, comenzó a volar la pelota sobre el azul de la superficie para dar comienzo a una batalla táctica de enorme interés que, sin embargo, se aclaró demasiado pronto. Y es que no esperó Marquet a que avanzara el encuentro para desvelar a las primeras de cambio sus miedos en la pista, sin dar la oportunidad a sus rivales de que se trabajaran el acertijo. Apremiado por el temor de que sus oponentes inclinaran la cancha hacia Musso, Marquet trató de marcar terreno y asumir riesgos para anticiparse a la estrategia de sus adversarios, pero acabó siendo víctima de la precipitación.
De esta forma se explica los numerosos errores que cometió prácticamente desde el juego inicial. Fallos excepcionales en un jugador de su talla que delataron su ansiedad por evitar una abrumadora ofensiva sobre su joven pareja que, paradójicamente, nunca llegó a producirse del todo. No hizo falta.
Ya en el juego inicial, con servicio propio, dos errores de Jesús Marquet (uno en un remate y otro en una derecha) resultaron decisivos para entregar el primer break del encuentro a sus rivales (0-1), una ventaja que consolidaron luego con el saque de Espona (0-2) y que ampliaron incluso cuando en el quinto juego volvieron a romper el saque de Marquet (que llegó a cometer una doble falta) (1-4). Encarrilada la primera manga, los juegos fueron sucediéndose hasta cerrar el 2-6 del primer set.
Resulta ya una incógnita imposible de desvelar si en la planificación estratégica del encuentro, Zafra y Espona tenían previsto someter a Marco Musso a un enorme desgaste que tratara de quebrar su consistencia en la pista. Probablemente fuese así. Pero ni siquiera les hizo falta. Fue el propio Marquet el que marcó la táctica (propia y ajena) sobre el azul. Su frenética hiperactividad causó un doble efecto pernicioso: desprotegió mucho campo a su izquierda y arrinconó a su compañero contra el cristal lateral del drive. Esta circunstancia desnaturalizó su juego y le obligó a arriesgar en cada bola (todavía más de lo habitual) para evitar verse abocado a defender los ataques de sus oponentes en millas de campo abierto. Su porcentaje de fallos se disparó.
Castigo para la imprecisión
El segundo set comenzó con cierta igualdad, al menos en el marcador. Una tregua en la cancha necesaria para un Marquet que había recorrido kilómetros en el primer parcial, y un Musso que empezaba a acusar la presión de la final. Pero duró poco el respiro. En el tercer juego, Zafra y Espona volvieron a lograr un break (1-2), esta vez, al saque de Marco Musso, merced a errores que no encuentran perdón en la categoría.
A pesar de que Javi Zafra consolidó la distancia adquirida con su servicio (1-3), la competitividad de Jesús Marquet y su ambición le hicieron salvar dos bolas de break en su saque y adjudicarse ese juego para ajustar algo el marcador (2-3). Sin embargo, a esas alturas, las circunstancias del partido habían empezado a pesarle algo a Musso. Sus devoluciones habían adquirido ya algunos centímetros más de lo recomendable, sobre todo, ante jugadores de la talla (física y de calidad) de Zafra que, a cada ocasión de que dispuso (y fueron bastantes,… demasiadas, en realidad), castigó los imprecisos envíos de Marco con violentas e intimidatorias voleas en la red.
Pese a todo, la garra y el carácter de Marquet y del propio Musso lograron mantener con vida un encuentro que, a otros ya se les hubiera escapado. Incluso, rozaron la ocasión de agrietar la comodidad de sus oponentes en el décimo juego, cuando el propio Marquet, enorme en esta fase del partido, provocó el primer break (al saque de Espona) para sus intereses e igualó el marcador (5-5).
El espejismo tardó en difuminarse el tiempo que emplearon Zafra y Espona en romper el saque de un Musso que jugaba ya con el brazo encogido por la tensión del momento (5-6). El definitivo 5-7 resumió el encuentro y se cerró con un magnífico golpe de Edu Espona al que no llegó Marquet.
La final dejó una victoria clara (2-6 y 5-7) para Javier Zafra y Eduardo Espona, ganada con oficio y experiencia, ante una pareja que desnaturalizó su juego y rebajó sus prestaciones.