Sobre la pista, dos parejas buscan coronar un cuadro durísimo. Cuatro jugadores discuten su hegemonía en la prueba al tiempo que estiran los límites de la categoría más allá de la 2ª. Buscan todos la gloria en el Torneo de Padel Belife, la primera competición de los hermanos Cárdenas más allá de los muros de Ocean Padel.
Pierre Lamoure y Alberto Rosell acaban de finalizar su encuentro de semifinales (6-4 y 6-3 ante Daniel Fernández y Álex García). Un breve descanso les distancia del último duelo. Un parón que debe servir para recomponer piernas, y que, en cambio, les desconecta en el inicio del encuentro decisivo.
Al otro lado de la red, Tomás Gómez y Mario Gutiérrez, otra de las parejas favoritas, dictan el juego desde la primera bola. Lo hacen con el padel pulcro y aseado del jugador de Middle Moon, y el juego afilado y punzante de su compañero de All4Padel.
Lo confirma, en realidad, el break que inaugura el marcador. Dos errores de Rosell condenan su propio saque (0-1) y desvelan un arranque flojo, falto de piernas, de ritmo, demasiado estático de él y su compañero.
El contraste con sus oponentes resulta abrumador. Sólidos, agresivos desde el fondo, implacables en la red, Tomás y Mario se despliegan con soltura por la pista y, a punto están de obtener una nueva recompensa en el tercero.
Son tres bolas de break las que disponen al servicio de Pierre. Dos fallos al resto de Mario Gutiérrez y una sensacional actuación del francés en la cinta impiden el asalto a su servicio (1-2).
Sin embargo, Rosell y Pierre apenas pesan en el juego. Anclados al fondo, no discuten el dictado en ningún momento a sus adversarios que en el quinto vuelven a golpear al resto (1-4).
Este nuevo mazazo condena al veterano galo y a su compañero a las profundidades. El diálogo de ambos en los intercambios de pista es el braceo del náufrago en plena tempestad; la agitada desesperación de quien aspira a sostenerse en la marejada rebuscando entre los restos del siniestro.
No lo consiguen, desde luego, en el primer set que ceden con una nueva rotura en el séptimo. Tomás, sólido, firme, muy seguro, trabaja sin pausa para mantener a raya a sus oponentes. Junto a él, Mario dicta un curso de padel aguzado, valiente. Su juego en la red resulta determinante; su pegada intimida; su ritmo al fondo no da tregua. Cada intervención de Gutiérrez acelera la bola, inclina el intercambio, decanta el duelo.
El revés a dos manos de quien exhibe su origen en el tenis destroza el saque de Pierre Lamoure y echa el telón al primer set (1-6).
Rosell y Pierre adormecen el juego en el segundo set
En la reanudación, Alberto y Lamoure varían sustancialmente su propuesta. Conscientes del daño que el ritmo de sus rivales les han infligido, la pareja hispano-francesa recurre al cloroformo y le quitan velocidad al juego. Además, inclinan la pista para centrar el debate en un cara a cara entre Tomás y Pierre.
La medida refleja las dos caras de una misma moneda. Al tiempo que aíslan del juego a Mario, anulan su vértigo, desactivan su filo; encuentran pista para la irrupción de Rosell, que poco a poco, se reengancha al duelo.
El resultado surge de inmediato. En el tercero, Tomás, exigido ya por Pierre, se desajusta con dos errores inoportunos. Un resto formidable acaba con el saque de Mario y firma el primer break para Alberto y el jugador francés (2-1).
Tienen dos opciones Gutiérrez y Gómez de devolver el quiebre a continuación. Rosell, mucho más activo ahora, provoca el fallo de Mario en la red en una de ellas. En la segunda, una portentosa bajada de pared de Lamoure hace pagar a Tomás la osadía de no ganar la red cuando tenía pista para ello.
Salvada la amenaza, mantienen la brecha abierta (1-3). Hallado el relato adecuado, sostienen la cara al duelo.
Es Tomás quien tira millas obligado ahora por sus rivales. Mario, apagado, apenas encuentra hueco, y cuando lo hace, la precipitación anula sus opciones. Aún así, en el octavo, ambos tienen la ocasión de nivelar el marcador al saque de Pierre.
Primero, con una prodigiosa bajada de pared del monitor del Club León XIII. Libra el acoso Rosell con una efectiva víbora que no devuelve Mario.
Después, es el de El Candado el que aprovecha un resquicio para imponer su mano en la cinta. De nuevo, Rosell, providencial, aborta la ofensiva con una gran volea y un remate.
Las opciones desaprovechadas acaban por hundir a Tomás y Mario que entregan la segunda manga. O, dicho de otra forma, el nuevo escenario eleva a Rosell y a Pierre que se anotan el segundo break para cerrar el set (3-6).
Los detalles definen la tercera manga
El último acto mide lo mejor de ambas parejas. Dos juegos en blanco, uno a cada lado de la red, exhiben la determinación de quienes se aferran a la pista. A esas alturas, el gladiador francés es un coloso que descuelga envíos del cielo sin ceder metros en la cinta. Rosell, liberado de las cadenas, busca ángulos y agita el juego.
Aprietan los cuatro al resto, pero sobreviven los saques. El duelo entre Tomás y Pierre es ya kilométrico. Los detalles decantan los juegos del lado de los servicios hasta el séptimo. Con todo apretado, Tomás duerme junto a la red un remate de Alberto que no vuela lo que debía. El propio Rosell, con la guadaña a un palmo del cuello, aprieta demasiado una volea que estrella en la red.
El break al saque de Pierre (3-4) vale su peso en oro. Lo sabe el francés y, sobre todo, Rosell que vuelve a oscurecer su juego.
Mario y Tomás juegan ya con el desgaste físico de sus contrarios. Les miden en las alturas para discutir la red.
La rotura desajusta a la dupla hispano-gala que no reacciona y cede en blanco el siguiente (3-5).
En el noveno, Goméz y Gutiérrez encuentran su primera opción de abrochar el partido. El francés, valiente en momentos delicados, impide con un remate que el match ball al saque de Rosell se transforme en sentencia.
Las ganas de cerrar penalizan el juego, en especial, de Tomás. En el décimo, dos errores suyos escenifican su ansiedad. Un saque y volea con 40-15 que se queda en la red. Y, sobre todo, un remate precipitado que el de Middle Moon, con todo a favor, estrella en el cristal de fondo.
A Pierre y a Rosell, sin embargo, ya no les sobra nada. Tras sortear cuatro veces la guillotina, acaban sucumbiendo. Alberto tiene un remate para impedir el certificado del partido, pero no acierta. Tomás le gana la partida en la red y finiquita el encuentro (4-6).
La victoria corona el duelo en la cumbre de un magnífico torneo que brilla en su organización y en su magnífico ambiente.
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