Justo ahora, en plena época de Carnaval, a Premier Padel se le ha terminado de caer la careta. Un año en posición hegemónica ha bastado para comprobar que, tras el impostado relato de la excelencia, en el circuito catarí late una pulsión autoritaria de la que, decían, venían a liberar al pádel.
Presiones, descalificaciones, amenazas veladas y directas, represalias… el modus operandi del ‘Circuito de la Excelencia’ exhibe todo aquello que prometió desterrar. Por lo que se ve, los libertadores del pádel no venían a salvarlo si no a cambiar de correa al perro.
Consumado el plante al P2 de Gijón, comprobada la posición de fuerza de los jugadores, hartos de palabras vacías y promesas que caducan nada más pronunciase, Premier Padel ha optado por la vía despótica. El circuito catarí no busca resolver el problema, quiere aplastarlo y enterrarlo. Es el único desenlace que persigue para proteger su fingida autoridad en la narrativa que quiere imponer.
Amenazas y represalias para una autoridad fingida
Esta semana, Premier Padel ha completado su viraje hacia ninguna parte. El martes se despachó con una carta arrogante y déspota dirigida a los jugadores en la que les amenazaba con acciones legales. Hoy, tal como informa Relevo, ha dado un paso más con otro escrito en el que anuncia represalias y subraya la posición de la PPA en el centro de su diana.
En concreto, los ‘recortes’, como los denomina Marca, afectan a las cantidades que, por contrato, el circuito debía abonar a la asociación de jugadores, entre ellas, el Bonus Pool de 2024 que queda congelado.
Es evidente. La nueva estrategia de Premier Padel apunta directamente a la PPA. Durante las dos primeras temporadas, el circuito catarí estaba encantado con este órgano colectivo que financiaba con aportaciones económicas (más de un millón de euros, según ha desvelado el propio circuito, pero no ha dicho a cambio de qué). En cuanto la asociación ha comenzado a mostrar su carácter reivindicativo, Premier la ha situado en la diana. Les valía mientras estaban callados. Ahora, castigados. Papá les ha retirado la paga.
A decir verdad, la gestión de Premier Padel de todo este conflicto ha servido para terminar de descubrir el verdadero rostro del circuito que mantenía más o menos oculto, hasta la fecha, bajo el manto del autobombo.
El pasado martes, Marca y Relevo publicaron una carta de Premier a los jugadores (aquí la tienes), en la que se intuye la nueva hoja de ruta del circuito en este asunto: debilitar la posición de fuerza de los deportistas antes de (inevitablemente) tener que sentarse con ellos.
Para ello, Premier ha elevado el tono y ha querido ser contundente a la hora de responder a varias de las cuestiones que apuntaron los jugadores a través de la Asociación PPA en un comunicado difundido el pasado viernes (lo tienes aquí), pero ha terminado desbarrando.
Y es que el documento de Premier Padel es un despropósito en sí mismo. En el fondo y en la forma. Desprende un rencor y una hostilidad impropia de una organización que proclama una alianza con los deportistas. Contiene argumentos boomerang, de los que convierten en diana a quien los arroja. Incluye reproches sin sentido a los jugadores. Ridiculiza la reivindicación colectiva de los propios deportistas que fue lo que, precisamente, sustentó hace tres años el vuelco en el pádel profesional. Les amenaza con emprender acciones legales. Exhibe descalificaciones improcedentes a otras competiciones. Y no faltan las grandilocuentes referencias a la dimensión del circuito, hipérboles que desmontan con creces estos tres años de andadura.
En cambio, no hay rastro alguno de autocrítica, por más que existan motivos de sobra para ello; ni tampoco de algún gesto conciliador, lo que hubiera sido deseable. El mensaje no contiene ni un solo elemento que ayude a desbloquear el asunto. El circuito, que ya anunció a los jugadores, tras consumarse el plante al P2 de Gijón, que no se iba a reunir con ellos; parece más empeñado en marcar el relato que en resolver la situación. Está lejos de ambas cosas.
Esa falsa sensación de control y dominio de la situación que pretende exhibir con este discurso descalificatorio queda desmontada de un plumazo por la ausencia de los jugadores en Gijón y, presumiblemente en Cancún. El órdago, esta vez, es real y ni Premier ni la FIP parecen querer asumir el origen del problema.
Basta atender a esa amenaza final con la que concluye la disparatada misiva: “Animamos a cualquier jugador que quiera continuar con este boicot ilegal al circuito a que considere contratar servicios legales para revisar y analizar la carta enviada por el prestigioso bufete de abogados Cuatrecasas esta semana”.
Más allá de la altanería que desprende la advertencia, la idea que subyace es reveladora del errático tiro de Premier. El mayor problema al que hacen frente no es legal sino de confianza. Los jugadores han dejado de creer en las promesas de Al Khelaifi y de Carraro.
Después de tres años escuchando hablar de una excelencia que no aparece, de contemplar un discurso grandilocuente que hace aguas, de comprobar cómo inverosímiles errores que parecían superados son tapados bajo la alfombra del llamamiento a la paciencia, de ver cómo el señuelo del olimpismo sirve de zanahoria y también de palo, de quedar fuera de las decisiones importantes que les afectan, de comprobar cómo la FIP asume competencias que no son suyas y desatiende las propias, los jugadores se han plantado. Ya no es hora de palabras sino de hechos.
Pero ni Premier ni la FIP parecen hacerse cargo de la situación. El orgullo no arregla las deficiencias manifiestas de la competición.
La exageración de lo propio y el desprecio a lo ajeno
El empleo del término ‘boicot colectivo ilegal’ por parte del circuito trata de poner el foco en el ámbito jurídico. Habrá que ver qué hay firmado y hasta dónde llegan las obligaciones de las partes. Pero eso no invalida las reclamaciones de los jugadores a los que se les prometió que serían parte de las decisiones, a ser posible, claro, antes de ser tomadas.
En estos tres años, las deficiencias organizativas, deportivas y logísticas se han acumulado en una competición que no debía partir de cero. QSI, la empresa propietaria de Premier Padel, compró World Padel Tour pero, en lugar de incorporar su know how, de asimilar lo que ya funcionaba, decidió enterrarlo todo en un cajón. La desaparición del canal de Youtube del circuito de Damm, con toda una década de historia del pádel, es una metáfora perfecta del acomplejado comportamiento de Premier y de la FIP.

Las referencias peyorativas a la etapa de World Padel Tour son recurrentes. En esta última carta también figuran algunas. Por ejemplo, que lo ocurrido con los jugadores arrastra “al pádel de vuelta a la edad oscura de la que acababa de escapar“, o que “Premier Padel, FIP y todos nuestros inversores y socios han hecho absolutamente todo lo posible en los últimos años para revolucionar el deporte profesional del pádel desde su punto más bajo a principios de 2022”. Afirmaciones tan inciertas como injustas. El pádel profesional que Premier adquirió en 2022 no tiene nada que ver con lo que se encontró World Padel Tour en 2013. El cambio tiene nombre y apellidos y no remite a QSI ni a la FIP.
El trabajo del grupo Damm, con todos los errores que pudo cometer a lo largo de una década, fue encomiable hasta el punto que despertó el interés catarí. Pero al ‘nuevo’ circuito le sobran complejos y le falta generosidad para reconocerlo. Hace unos días, Joan Cuscó, presidente de Premier Padel Spain (Octagon) insistió en ese discurso que denosta la era World Padel Tour, y terminó encontrando respuesta del periodista Nacho Palencia.
¡Qué tiempos en los que el presidente de la FIP y vicepresidente de Premier, Luigi Carraro, era inquilino habitual de los palcos de WPT! Un fiel devoto de sus torneos a los que acudía, incluso a costa de no estar presentes en pruebas del FIP Tour.

Hoy, el escenario es otro. Premier y la FIP tratan de marcar distancias con un relato que los hechos no soportan. Por ello devalúan lo anterior y exageran lo propio, en busca de establecer una distancia que no es tal.
Las hipérboles son una constante en el autobombo del circuito catarí y de la FIP. Así, Premier Padel es un “circuito profesional, universalmente aclamado” cuya evolución en estos tres años es “ampliamente considerada por todo el mundo como una de las transformaciones más importantes en el estatus profesional de un deporte en la historia”. Y es que, según su propia mirada, un “marco bien organizado, libre de improvisación, basado en los principios de legalidad, equidad, neutralidad y transparencia» es la definición de Premier Padel. Causa sonrojo repasando estas tres temporadas.
Los de QSI no escatiman en elogios hacia sí mismos mientras desprecian todo lo demás. En esa última carta, ridiculizan otras competiciones a las que califica como “exhibiciones cerradas tipo ‘Superliga’ que solo benefician y enriquecen a un puñado, a la élite de los jugadores (…) y que recientemente vieron a jugadores de élite lesionarse debido a una organización amateur con estándares vergonzosos de calidad…”. La alusión apunta a la Reserve Cup de Miami, o a la Pro Padel League de Estados Unidos. Puede que incluya la World Padel League en la India, y en teoría, excluye a la Hexagon Cup del tiroteo pero solo porque acaba de firmar un acuerdo con Premier y la FIP.
El menosprecio es impropio de una organización seria. Detrás de todas esas competiciones hay promotores, patrocinadores, proveedores, espectadores… Todos ellos han sido despreciados por Premier Padel con un argumento que, de nuevo, se le vuelve en contra.
Alguien en Premier ha decidido contentar a Al Khelaifi con esa referencia a la “Superliga”. El problema es que la acusación de elitista provoca vergüenza en boca de una organización que ha blindado todavía más el acceso a los cuadros de juego de Premier Padel y que ha provocado que las cuatro primeras parejas tengan baño y masaje hasta tercera ronda sin tener que disputar un partido, mientras los jugadores de ranking bajo y medio hacen malabares para sobrevivir.
En cuanto a la impresentable utilización de una lesión de un jugador para arremeter contra otra competición, basta recordar la intoxicación masiva de jugadores en el torneo del pasado año de Premier en Puerto Cabello o la lesión de Stupa en el P1 de Madrid provocada por la negligente colocación de los leds publicitarios en torno a la pista. O las elevadas temperaturas que han soportado en numerosos torneos los deportistas, con algunos desvanecimientos. O las moquetas mojadas por la lluvia que ponen en peligro la integridad de los jugadores. O las pistas que no están instaladas a tiempo y provocan el retraso de un torneo.
La realidad es que Premier está muy lejos de lo que prometió. De ahí su ansia por construir un relato que le favorezca aún a costa de distorsionar los hechos. Y, una vez más, queda en evidencia.
Los jugadores señalan a la FIP, y específicamente, a un presidente, el omnipotente Luigi Carraro, vicepresidente también de Premier. Reclaman que la federación actúe como tal, y se diferencie con claridad del circuito. La ambición desmedida de Carraro convierte el asunto en una batalla perdida. Premier lo avala y acusa a los jugadores de “ignorar los modelos básicos de gobernanza en el deporte, que se fundamentan en que los organismos rectores tengan intereses comerciales (es fácil encontrar ejemplos de esto en FIFA, UEFA y otras)”. Más allá de que tal vez la FIFA y la UEFA no sean los mejores ejemplos, resulta llamativo esta asunción de los intereses comerciales de la FIP en el pádel profesional. Hasta ahora, el rol reconocido para el organismo internacional se circunscribía al ámbito deportivo. De eso, sin embargo, no hablado Premier.
La falta de reglamentación de un circuito que cumple su cuarta temporada; el paupérrimo nivel arbitral; los insólitos errores en el cómputo de los ranking; la modificación de aspectos deportivos con escasas semanas de antelación del inicio de la competición; el déficit de una estructura coherente que establezca itinerarios sensatos entre Premier y el FIP Tour… Nada de ello se menciona en el escrito de Premier pese a que son reclamos prioritarios de los deportistas.
Para la organización, el plante de los jugadores al Premier es un ‘boicot colectivo ilegal’ (¿existen los boicot legales’?), cuando, en realidad, es una llamada de atención, un reclamo.
Hace medio año, los jugadores amagaron con una acción similar que no llegaron a ejecutar. Lo hicieron de cara al P2 de Génova, territorio Carraro (llevan tiempo señalando al presidente de la FIP y vicepresidente de Premier). El circuito entró en pánico y montó un teatrillo llamado Premier 2.0 lleno de fuegos de artificio y promesas de cambio. Los jugadores aceptaron la palabra. Craso error. Medio año después, constataron que fueron engañados. No solo no se cumplieron varias de sus reivindicaciones sino que, además, se les han impuesto nuevas medidas sin tratarlas.
De ahí el plante actual, un bloqueo que requiere de diálogo para encontrar una solución definitiva. El aplastamiento que busca el circuito catarí, sus amenazas y represalias, sus descalificaciones y menosprecios, su autoridad fingida, no resuelve ni uno solo de los problemas reales que tiene Premier Padel. Eso requiere autocrítica, palabra prohibida en el circuito catarí.
Haría bien la organización en levantar el pie y cambiar este rumbo sin sentido. Está a tiempo de enderezar la situación, enviar a Carraro de vacaciones y sentarse con los jugadores en un diálogo sincero y honesto. Ahí sí podría empezar a construir una autoridad sólida y real, sin necesidad de ninguna careta.