Sobre la pista reina el sonido de la bola al golpear contra la pala. Apenas se escuchan voces. No son necesarias. Gestos, miradas y sonrisas dominan una conversación que fluye durante el entrenamiento que dirige Claudia Bau en el club Reserva del Higuerón. Sus alumnos son los integrantes del Club Deportivo Patito Feo, o más bien Padel Soul, como en breve pasarán a llamarse.
Tois, Dani, Javi, Yosi, Chato y Juanje, con Pilar al frente de todos, dan vida a este proyecto, un equipo de personas dispuestas a romper cualquier barrera a través del pádel. La primera ya la han conseguido con su constitución al formar el primer y único club de pádel de personas sordas de España. «Somos Padel Soul porque lo que no podemos expresar con palabras lo hacemos con nuestro alma, lo sacamos de dentro». Lo explica como lo siente Pilar Moreno, presidenta del club y capitana de un equipo que proclama, desde su lema, que el deporte no es para algunos sino para todos.
Ellos lo llevan en el ADN del club en el que hay incluso deportistas paraolímpicos (jugadores de fútbol y de baloncesto). Ahora, se han volcado con el pádel, un deporte en el que han encontrado un magnífico camino para la integración social y la superación personal. «Me emociona el pádel, me permite evaluarme, siento que puedo mejorar y eso me motiva». Habla así Juan Jesús Torreblanca, Juanje, que dejó el deporte y se vio inmerso en una depresión a causa del rechazo que encontró en el fútbol con personas oyentes. «No tenían interés conmigo, ni comunicación, me sentí un poco marginado y lo dejé». 15 años estuvo alejado de cualquier actividad deportiva hasta que hace un lustro se acercó al pádel. «Aquí no he encontrado obstáculos», celebra este integrante del club, el más veterano de la entidad en el pádel junto a Daniel Sánchez.
«Soy un adicto al pádel», se presenta Dani con una gran sonrisa que delata la pasión que tiene hacia este deporte. «Al principio, no sabía cómo era. Empecé a jugar con amigos y me sentí raro», recuerda el jugador al que, sin embargo, no le costó aficionarse. «Empecé a enamorarme del pádel, luego conocí a Claudia (Bau) y empecé a mejorar mi juego». Dani lleva tres años recibiendo clases y participa ya en competiciones (torneos y ligas) no sólo de personas sordas sino también de oyentes. «Es una experiencia muy positiva en la que no he encontrado obstáculos», relata justo antes de entrar en pista con el resto de integrantes del equipo en el club Reserva del Higuerón.
Allí está junto a ellos, un día más, Claudia Bau, la responsable de los entrenamientos de un grupo que, tras haber probado en el Racket Club Fuengirola, ha sido acogido por El Higuerón como Equipo S (se une así a los Equipos A y B), gracias al apoyo de la única empresa que, de momento, les ayuda: Iniciativa Azul.
«Cuando Dani empieza a formar parte del Club Patito Feo le habla a Pilar de mí», cuenta la monitora de pádel sobre el origen de su relación con el colectivo. «La conversación con Claudia fue de 15 minutos. Encajamos a la perfección», confirma la presidenta, Pilar, que define al Higuerón «como una segunda casa para nosotros en la que no tenemos barreras desde que entramos hasta que salimos».
Claudia Bau conoce el lenguaje de signos, tiene experiencia en la preparación de pádel con colectivos de capacidades diferentes, y sobre todo, una sensibilidad especial que la convierte en la persona idónea para trabajar con Padel Soul. «Este tipo de poblaciones a mí personalmente me aporta muchísimo», reconoce la profesora que se implica sin reservas en la progresión deportiva y social de sus alumnos. «Cuando alcanzo uno de los objetivos con ellos, se me ponen los vellos de punta».
Con Claudia no hay barrera alguna en la comunicación, ni siquiera cuando desconocía los principios del lenguaje de signos. «El primer día de clase con Juanje y Dani llegué con papeles que les repartí a cada uno»–recuerda con una sonrisa–»aunque poco a poco fui aprendiendo palabras sueltas».
En cualquier caso, el déficit auditivo no es un impedimento para que Pilar y los seis alumnos disfruten de este deporte de raqueta. «Ellos, al faltarles un sentido, desarrollan mucho más el resto», explica Claudia, que se sorprende de cómo «sienten la vibración de la bola» («como un oyente jamás lo haría») y de cómo «se entienden con la mirada».
Y es que, tal y como escribió un día la monitora para agradecer al equipo haberla elegido: «El alma, el espíritu y la ilusión no entienden de discapacidades».
Lo demuestran día a día los siete del Patito Feo, que no se contentan con superar ellos mismos cualquier barrera u obstáculo que se les presente, sino que además están decididos a ayudar a otras personas sordas a conseguirlo también. «Cuando nos desarrollamos, las personas sordas, como en el cuento, también tenemos nuestra belleza», explica Tois acerca del nombre del club. Esa belleza la ponen en valor ahora a través del pádel. De momento, ya han conseguido que la Federación Española de Deportes para Personas Sordas les adjudique la organización del Campeonato de España de Pádel para Sordos en el club Higuerón.
Además, en septiembre, se encargarán también de la organización del I Torneo de Pádel por Equipos de Selecciones Autonómicas de Personas Sordas, una cita que también será en el mismo club. «Queremos atraer a niños, mujeres, hombres que quieran incorporarse al club para jugar al pádel», insiste Pilar con una sonrisa de ilusión y valentía. «Cuantos más seamos, más ruido haremos», añade una mujer que a sus 11 años ya había organizado su primera competición (un campeonato de fútbol para sordos). «Mi padre fue el presidente del Club de Deportes de Sordos de Málaga«, aclara la capitana del equipo que, por primera vez a sus 38 años, ha saltado por encima de la mesa para implicarse de lleno en la actividad deportiva. «Juego en la Liga del club Los Boliches y también en la Liga Femenina Padelazo«, cuenta quien ya es víctima del gusanillo del pádel.
Como Dani y como Juanje. Como Tois, jugador y seleccionador de fútbol, que ahora disfruta de la capacidad de socializar de este deporte. O Carlos Gálvez, Chato, que pasó por el fútbol y tenis antes de llegar al pádel. O Javi Medina, que tras el fútbol y el baloncesto, se entrega en la cancha con su pala mientras reconoce que «cada vez me gusta más». O Yosi, también futbolista, hoy padelista.
Todos han desplegado ya sus alas de cisnes y buscan nuevos compañeros de viaje. Y es que no hay barreras que frenen cuando es el alma el que dicta el camino. Padel Soul.