Cada paso. Cada golpe. Cada movimiento. Cada sueño, cada idea. Cada decepción y cada éxito. Todo lo que eligieron. Y por supuesto, todo aquello a lo que renunciaron. Todo, absolutamente todo, cobra sentido en apenas un instante. Un grito, un gesto. Una celebración de rabia tras lo sufrido. De alegría tras lo conseguido.
En el centro de la pista, dos jugadores que han compartido grandes momentos de su infancia deportiva juntos, con un pala en la mano y un mismo sueño en el alma. El malagueño Alejandro Ruiz Granados, y el argentino, nacionalizado español, Matías Marina. Dos hermanos que han forjado un palmarés imponente, que se alzaron juntos a la cima del padel mundial en Menores, que se proclamaron como los mejores sub-23 de España, que han asombrado en torneos de club de todo tipo.
Ahora, tras un periplo individual por separado, es su momento. Ale y Maty se reúnen de nuevo en la élite profesional. Y en este primer año juntos ya consiguen encumbrar su sueño. Ocurre en la final del Córdoba Challenger 2015 de World Padel Tour.
Lo hacen ante dos rivales formidables, exponentes también del espléndido padel español que asoma a la cúspide. Javier Concepción y Uri Botello, una excelente dupla que se quedó a las puertas del éxito en el Valencia Challenger y que no está dispuesta a repetir decepción en una final World Padel Tour.
El escenario, la imponente central del Club Sierra Morena, reluce bajo un sol intenso que no da tregua. Las expectativas, las emociones, el calor, los adversarios. Todo ello, sin embargo, aprisiona el juego y resta brillo a un espectáculo que comienza atenazado, con ambas parejas con cadenas en los tobillos. Nervios y ansiedad. Temor a desgastarse. Miedo a un encuentro descontrolado.

Concepción y Botello, con el sabor de la derrota de Valencia aún en el recuerdo, comienzan firmes pero sin alardes. Enfrente, en cambio, Marina y Ruiz acusan el momento. En especial, la joven perla de Dunlop, un espectro sobre la pista en el arranque. Luce un vendaje en su brazo derecho; apenas una anécdota en comparación con las tinieblas que aprisionan su mente. Ni rastro hay de su eléctrico y valiente despliegue.
Apocados, Ale y Matías no tienen peso alguno al resto. El gigante de Adidas y el genial jugador de Black Crown dictan con trazo sólido su propuesta desde la red. Intratables por arriba con el intimidante mazo de Concepción, obligan a sus contrarios a jugar a ras de cinta. También ahí dominan con autoridad.
Al resto, sin embargo, también les falta filo, osadía, descaro para quebrar el saque contrario. Mata y Ale inclinan la pista sobre Javier Concepción para apretarle los tobillos y condenarle a la mazmorra.
Trufado de errores que quitan continuidad y merman el espectáculo, el duelo se encarama al tie break para resolver el primer acto. Ahí, sobre el alambre, la determinación de Concepción y Botello en los momentos clave les sirve para descabalgar a sus contrarios. Un resto de Ale y un remate suave de Marina, ambos a la red, acaban por descomponerlos (7-4).
Javi y Uri se anotan la primera manga (7-6) mientras sus rivales se revuelven en un mar de dudas.
Ale, consciente de la tormenta interior de su compañero, tira de él. El malagueño, hiperactivo, juega desde el fondo con las rodillas a ras de moqueta y exhibe su remate en cuanto surge la ocasión.
A su lado, Marina libra una doble pugna: contra sus rivales y contra sí mismo. La frustración, tras cada error, acrecienta la desesperación. Le resulta insólito que ante una ocasión así, soñada desde el primer día, haya podido extraviar la ruta. Su bola apenas corre. Sus piernas permanecen atornilladas en la esquina. Su cabeza, fría y serena por costumbre, se consume hoy en un agitado diálogo interior. ¡Ay dios! ¡Vamos! ¡Venga! Expresiones de un calvario que le sacude por dentro.

Marina despierta, Ale vuela
Lograda la primera conquista, y ante la situación de sus contrarios, Botello y Concepción buscan cerrar el partido sin asumir demasiado riesgo. Poco a poco, sin embargo, Marina y Ruiz despiertan de su letargo. El frío del abismo que amenaza con engullirles, la proximidad de un descalabro irremediable, les enseña el camino.
En el segundo juego, con saque de Botello, emerge por primera vez la perla de Dunlop. Con su inconfundible juego a dos manos, ofrece un sinuoso dictado que busca ángulos y resquebraja a sus contrarios. Ale, en la red, culmina el trabajo.
Surge la opción de break. La primera de todo el encuentro tras 14 juegos. Ese remate de Javi Concepción directo al cristal abre la vía de agua en el servicio de su compañero. ¡Vamos Maty! celebra el malagueño no sólo la oportunidad, sino sobre todo, el regreso de su cómplice. Pero es el propio jugador de Vairo quien desperdicia la oportunidad tras buscar un arriesgado paralelo que se queda en la red.
Algo, sin embargo, ha cambiado ya sobre la moqueta. Uri y Javier conservan el saque (1-1) pero pierden solidez.
La amenaza se repite en el sexto, de nuevo con servicio de Botello. Son dos bolas de break las que procuran Ale y Maty. El de Dunlop anuncia su vuelta al encuentro definitivamente. Un precioso remate por tres metros de Concepción y un revés de Marina que se queda en la red impiden la rotura (3-3).
La luz ya ilumina la salida del pozo. Por ahí se eleva Maty Marina, el auténtico.

Así, en el décimo, llega el golpe definitivo. Por tercera vez, ponen en aprietos el saque de Uri Botello. Ruiz y Marina fijan a la red a sus contrarios y trazan senderos que para provocar el cara a cara. Prácticamente, todos los duelos a quemarropa caen del mismo lado. La primera opción, el primer set ball, lo destroza Concepción con su pegada.
El segundo, en cambio, lo decanta Ale tras meterse en la red e imponerse en un cara a cara contra el de Adidas (4-6).
Concepción y Botello ceden definitivamente
El break que equilibra el marcador refleja a su vez el desequilibrio del juego. Concepción y Botello tratan de reaccionar ante ello. Aprietan desde la cinta para tratar de volver a enclaustrar a sus rivales al fondo. Pero Alejandro y Matías se han desecho de los grilletes y vuelan sobre la cancha.
Al saque resultan prácticamente inaccesibles para sus contrarios y al resto han hallado el modo de recuperar la iniciativa. En el sexto juego, con servicio de Concepción, Ale Ruiz destroza por cuatro metros un remate del gigante de Adidas. Después, Marina, espléndido, maneja desde el fondo y se abalanza sobre la red. Su ofensiva presiona a Botello que falla la volea.
Son dos ocasiones de break. La primera la salva el propio Uri con una sensacional volea que pilla a Ale. La segunda, en cambio, la convierte el malagueño de Vairo con una descomunal bajada de pared que Concepción volea a la red (2-4).

La rotura, la segunda en 29 juegos, resulta definitiva. Hablan Concepción y Botello en la esquina. Dialogan al borde del precipicio que ya les devoró en Valencia.
Aquí, en Córdoba, en la central del Club Sierra Morena, lo han tenido cerca. Ya no. La falta de respuestas al resto les condena. No han conseguido provocar ni una sola opción de quiebre.
En el noveno, con tres bolas de partido en contra, Ale dicta sentencia. El rubio de Alhaurín de la Torre se va a la red y se mide en un precioso duelo a quemarropa con Concepción y Botello. Tac, tac, tac. Ale sostiene con la volea, cruza la red de lado a lado. Invade el campo de Marina y finaliza por tres metros ante la mirada y la sonrisa de su compañero.
El rugido del malagueño celebra un triunfo imponente (6-7, 6-4 y 6-3). El abrazo con su hermano libera la tensión tras una reacción portentosa.

Es un sueño cumplido para ambos. Además de Concepción y Botello, Franco Stupaczuk y Gerard Company (6-3 y 6-4), Matías Nicoletti y Pedro Alonso-Martínez (4-6, 6-2 y 6-0) y Fernando Poggi y Jaime Bergareche (6-3 y 6-3) dan fe en Córdoba de la progresión de una pareja que anuncia grandes momentos.
A cuatro días de sumar los 22 años, Maty se regala dos victorias en una tras superar a dos grandes rivales al otro lado de la red y uno en campo propio.
Ale, por su parte, se corona en su tierra, Andalucía. Es el primer título en el circuito profesional de un malagueño. Lo hace exhibiendo el juego que le ha señalado desde muy pequeño como uno de los aspirantes al olimpo y le añade un sacrificio y un espíritu de lucha encomiable.
La derrota, una sombra visible en el rostro de Concepción y Botello, no empaña, sin embargo, el extraordinario crecimiento de esta dupla llena de talento que se ha asomado ya a dos finales World Padel Tour. Y dicen que no hay dos sin tres…
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