El Mundial de Pádel 2024 ya tiene ganadores. Argentina reeditó su victoria de 2022 con el entorchado masculino; España dio continuidad a su dominio inalterable con el título femenino; y, por encima de todo, Luigi Carraro, presidente de la Federación Internacional de Pádel, ha revalidado mandato al ser elegido por la Asamblea General.
Lo de Argentina y España lo vimos. Lo de Carraro, en cambio, ocurrió, una vez más, de tapadillo. Hasta llegar a Doha, no hubo ni una sola información pública de la Federación Internacional de Pádel sobre el proceso electoral en el que estaba inmersa la institución. Se conoce, por los Estatutos, que la FIP debe afrontar elecciones en año olímpico. Pero el organismo que dirige Carraro no ha hecho referencia alguna a ello en ningún momento hasta que su victoria ya era un hecho.
Lamentablemente, no es algo extraño. Todo lo contrario. La opacidad es el modus operandi con el que Carraro se maneja en la FIP. La información institucional ha dejado paso a la promoción y el autobombo. Baste un simple ejemplo. El comunicado con el que la FIP dio a conocer la reelección de Carraro se titulaba así: Luigi Carraro reelegido por unanimidad presidente de la FIP. En el texto de la noticia refleja que se trató de una “reelección unánime”, e incluso, añade que “por aclamación”.

No importa que, tal como figura en el texto, se recoja que obtuvo el 85% de los votos presentes. Para Carraro, la unanimidad es la adhesión a su figura. El resto queda fuera de foco.
Por cierto, muchos medios compraron el relato tal cual sin prestar atención a la contradicción. La unanimidad requiere de un consenso pleno sin discrepancia alguna. Según la FIP, el 15% de los votantes no dieron su apoyo a Carraro. La aclamación solo se produce si hay unanimidad.
Pero al dirigente italiano nada le afea el titular buscado, ni siquiera los hechos.

La opacidad como forma de gobierno
En la FIP, en esta FIP de Carraro, omnipotenciario, lo crítico se invisibiliza, lo importante se maquilla y lo anecdótico se amplifica. La única rendición de cuentas se resuelve en la penumbra de la casa. La información se sustituye por propaganda basada en hechos que no necesariamente son sostenidos por la realidad. Cuestión de relato.
El pasado 17 de mayo, la Federación Internacional de Pádel reunió a su Asamblea General, un encuentro que tuvo lugar durante el torneo P2 de Premier Pádel en Asunción (Paraguay). En las semanas previas, hubo mucha insistencia desde la FIP a los asambleístas para que estuvieran presentes en la sede del Comité Olímpico Paraguayo. Allí, Carraro dio su golpe de mano.
En dicha reunión asamblearia se aprobaron diversos asuntos. Uno de ellos, de especial relevancia, pasó de tapadillo: la modificación de los Estatutos de la FIP en pleno año electoral. Entre otros cambios, Carraro amplió el mandato presidencial de 4 a 8 años; se otorgó más poder y eliminó algunos molestos controles a su actividad como presidente. Lo puedes leer aquí y, lamentablemente, en ningún otro espacio. Ningún medio habló de ello.
De aquello, pese a la evidente importancia, la FIP no informó ni antes ni después. Tan solo habló de “unanimidad” en una frase en la que pasó por encima del cambio estatutario. “Cada llamada a votación recibió unanimidad, incluida la muy importante sobre la aprobación de la reforma del Estatuto de la FIP, que la Junta Directiva presentó a los miembros de la asamblea”, rezó el comunicado. Ni una palabra acerca de en qué consistía la modificación.
Han pasado más de cinco meses y la FIP aún no ha hecho referencia al cambio aprobado. Ni siquiera ahora que Carraro ha sido designado para que continúe al frente del organismo. Ni rastro del mandato ampliado a ocho años y que convertirá al italiano en el dirigente que más tiempo ha presidido la FIP.
La única luz de la FIP
Este último episodio de opacidad se enmarca en la absoluta falta de transparencia con la que Carraro rige la FIP.
El italiano aterrizó en la presidencia del organismo en 2018. En todo este tiempo, la institución nunca ha hecho pública información básica que otras entidades sí exponen. No se conocen sus presupuestos, ni su liquidación de cuentas. No se conoce el salario del presidente. Tampoco el número de cargos de confianza o asesores que hay en el seno de la FIP y cuál es la remuneración que perciben.
Al contrario de lo que ocurre en organismos como la Federación Internacional de Tenis, la Federación Italiana de Tenis o el Comité Olímpico Internacional, por citar tres casos relevantes, en la FIP no se conoce el orden del día de sus asambleas, no se exponen las actas, tampoco se conocen los acuerdos de la Junta Directiva.
Ni siquiera la propia web institucional da información básica sobre quiénes son sus directivos.
Por no haber, ya no hay ni calendario del FIP Tour definido a principios de año. Ahora se suman o desaparecen torneos sin explicaciones de ningún tipo. Como tampoco las hay sobre cuáles son los criterios o requisitos para la adjudicación de torneos o campeonatos como el Mundial, que luce dos ediciones en Catar en apenas tres años. Porque sí.
Hace dos, el italiano anunció un circuito de veteranos. Nunca se ha sabido de ello.
Como tampoco se conocen los estatutos, el funcionamiento o las atribuciones de Padel Europe, Padel America y Padel Asia, tres nuevas asociaciones regionales que ha anunciado a bombo y platillo al calor de las elecciones y al frente de las cuales están el presidente de la Federación Española, Ramón Morcillo; de la Federación Mexicana (Jorge Mañe) y el secretario general de la Federación Catarí de Tenis, Tariq Darwish; aliados indispensables de Carraro hoy; como ayer lo fue Diego Miller, expresidente de la Federación Uruguaya, hoy distanciado.

Cómplices necesarios
Lo insólito es que esta forma de proceder se asuma como normal. El silencio es total, al menos en público. La disidencia se acalla mientras se reparten cargos como si se tratara de un proyecto colectivo. No lo es. En esta estructura piramidal, todo desemboca en la misma figura.
Esta vez, no se ha demorado ni un segundo el italiano. Tenía prisa por cerrar el incómodo capítulo electoral, una incómoda distracción para el dirigente. Nada más ser reelegido, dio a conocer su nueva guardia pretoriana: Eduardo Da Silva Langer (Brasil), Jorge Mañe (México), Ramón Morcillo (España), Koji Nakatsuka (Japón), Fabián Parolin (Chile) y Roberto Pellegrini (Italia).
Esta es su nueva Junta Directiva que, a diferencia de lo que ocurre con el presidente, mantiene su mandato de cuatro años. No es problema.
El cambio estatutario de la FIP incorpora un nuevo postulado (apartado 1.1.5): “Cada Federación Nacional que prevea una duración del mandato de sus autoridades inferior a la de la FIP, ya sea para el Presidente y/o la Junta Directiva, incluso si tienen un límite de reelección, deberán ajustar sus estatutos de la misma manera que la FIP”. Carraro quiere propagar su fórmula. Y los presidentes, encantados. Está por ver si logran cumplir dicha disposición. ¿Lo admitirá el CSD en España?
A propósito del caso español, la incorporación de Morcillo como presidente de Padel Europe y, sobre todo, su nombramiento, de nuevo, como directivo de la FIP es todo un mensaje de Carraro. El italiano cuenta con el mandatario español cuyo futuro pende de un proceso electoral en curso que termina el próximo mes. Que Morcillo, con una gestión lamentable que ha recibido el rechazo de su propia Asamblea, sea el peor presidente que ha tenido la FEP no es un obstáculo. Carraro prioriza la adhesión por encima de la capacitación; no busca ideas sino aplausos. Nadie mejor que el displicente mandatario español, incapaz de elevar la voz ni para defender los intereses del pádel patrio.
Podría sorprender que Argentina no esté en la nueva Directiva. Carraro, en el reparto de cargos, ha reservado un rol especial a su presidente, Santiago Brito: advisor del “Proyecto Olímpico”. Es una suerte de asesor o consejero, un rol del que no se conocen más detalles, ni la responsabilidad, ni si el cargo es remunerado o no. De nuevo la bandera olímpica, sueño y señuelo.

De Paraguay a Catar
La reelección de Luigi Carraro como presidente de la FIP durante el Mundial celebrado en Doha es una metáfora de su andadura. De Paraguay a Catar. De aquel Campeonato del Mundo desastroso que terminó con el plante de los jugadores en la final por las condiciones de la pista a la pompa exhibida en el territorio catarí, un escenario imponente con las gradas vacías, como hace tres años.
“Cada vez que el pádel celebra un gran evento en Qatar es un punto de inflexión para nuestro deporte, y por ello le agradezco”, afirma Carraro. Conoce bien el italiano el poderío catarí, dentro y fuera de la pista. En Doha y en Cerdeña.
En esta nueva etapa, Catar no está en la directiva. No lo necesita. El pádel, con Carraro, les pertenece.