Paquito y Lebrón ya son historia como pareja. Tres meses ha durado un proyecto que encalló muy al principio en la arena del despropósito y que ha sido incapaz de salir de ahí.
El naufragio, definitivamente, es un hecho. Lo adelantó esta pasada semana la cuenta de X (antes Twitter) @padelcerveza. Lebrón salta del barco y busca un nuevo rumbo junto a Di Nenno. Paquito, por su parte, sopesa sus opciones.
Ambos, no obstante, huyen hacia adelante para escapar de lo que dejan atrás: un sonado fracaso tan incuestionable como incomprensible. Ni el juego ofensivo o defensivo, ni si el remate va o no, ni si hay que acelerar la pelota o ralentizar el juego… Nada de eso. Estos dos ex números uno han fallado (otra vez) en lo único que estaba en sus manos: la actitud. Llueve sobre mojado.
El epicentro de un fracaso
Tres meses ha durado la segunda travesía conjunta de Paquito Navarro y Juan Lebrón. La pareja andaluza tiene ya fecha de caducidad: tras el P1 de Málaga, será pasado. Lebrón ha encontrado el sí de Martín Di Nenno que será su próximo compañero tras poner fin, de forma abrupta, a Los Superpibes.
Stupa mueve ficha y, según @padelcerveza, jugará con Miguel Yanguas. Paquito Navarro y Javi Garrido valoran las posibilidades en un tablero que puede registrar nuevos movimientos.
El epicentro, sin embargo, es la explosión del proyecto de los andaluces tres meses después de su inicio. Hoy, los acontecimientos confirman que la unión de Paquito y Lebrón era, en realidad, una separación en diferido. Desde el principio se han entregado a una absurda espiral de autodestrucción por capítulos que han ido capeando con un cambiante discurso. Hasta ahora.
Comenzaron con dificultades para acompasar su juego. Uno tenía prisa en ir hacia adelante mientras el otro trataba de refugiarse atrás. Dos velocidades diferentes para afrontar una hoja de ruta que nunca fue asumida como tal. Tuvieron destellos de buen juego, pinceladas que podían haber sido motivo de esperanza, un clavo al que aferrarse para construir algo bueno. Lebrón y Paquito, en cambio, han puesto más energía en tratar de evidenciar, a través de esperpénticos sainetes, que la culpa de lo que no funcionaba siempre era del otro.
Así han terminado de devorar el embrión de un proyecto formado por dos ex números uno que se empeñaron en contradecir tal condición.
La separación es la constatación de un fracaso sin paliativos. Los deportistas suelen huir de este sustantivo mientras contraponen el esfuerzo, la actitud y el compromiso como valores principales más allá del resultado. En el caso de Paquito y Lebrón ni siquiera tienen eso a lo que aferrarse.
No se han dado tiempo ni para caer por cuestiones tácticas. Puede que no funcionara el juego, que uno estuviera en peor forma que el otro, que el otro viese el pádel de una forma diferente al uno,… Puede que a uno la pegada no le respondiera como antes, que el otro tuviera menos valentía, que uno quisiera crear oportunidades y el otro esperar a que fueran surgiendo. Todo eso, en realidad, da igual. Lo que ha condenado a la pareja ha sido la actitud, lo único que, según el mantra de su gremio, es innegociable.
El problema de Paquito y Lebrón es que su pecado, el peor posible para un deportista, es recurrente. El sevillano ha regalado ejemplos en sus últimas travesías junto a Di Nenno, en su última etapa (de ahí la ruptura por parte del argentino); con Tello y con Chingotto. El gaditano también acumula méritos de sobra, tantos que terminaron por desbordar la paciencia de Galán. Incluso ellos mismos, en su primera andadura en 2019, terminaron por consumirse en su propia sinrazón.
Se encontraron hace tres meses de nuevo pero, en lugar de prometer un cambio, adelantaron una excusa: somos así. Temperamento, carácter, fervor, ego, ambición, competitividad,… La narrativa en torno a sus gestos y comportamientos siempre trata de exculparles mientras trata de convertir sus defectos en virtudes. ¿No tiene carácter Chingotto? ¿No tiene ambición Coki Nieto? ¿No es competitivo Martín Di Nenno? ¿No quiere ganar Momo González? En realidad, el relato que trata de explicar (justificar) a Paquito y a Lebrón está plagado de artificios para disfrazar una realidad tozuda que se repite una y otra vez: ni ellos, uno frente al espejo del otro, son capaces de soportarse, como acaban de demostrar.
Una ruptura anunciada
Paquito sabía que sería Lebrón quien rompería la pareja. Lo anunció en Chile, en una entrevista con Veinte Diez, tras el enésimo vodevil de banquillo. “Jugaré con Lebrón hasta que él quiera”, dijo el sevillano. Su compañero le respondió hace un par de semanas en Roma. “Creo que no estoy sacando lo mejor, ni mucho menos. Mucha culpa la tengo yo. Quiero que Paco vuelva a ser el jugador que todos sabemos que es, que a lo mejor le está costando un poco”, afirmó en declaraciones post partido.
Dos semanas después, ninguno era capaz de confirmar la continuidad de una dupla que ha terminado saltando por los aires.
En marzo, nada más formalizarse su unión, el primero en hablar fue ¡el entrenador! No esperó Rodri Ovide a que sus jugadores se pronunciasen y apareció en varios medios con la gorra de capitán para dejar claro que era él quien estaba al frente del proyecto en los entrenamientos y en los torneos.
“Es verdad que hay muchas veces que se les ve encendidos. Calientes porque no salen las cosas. Quizás, con dudas. Pero para eso hay un equipo. Para desentramar lo que pueda pasar y ayudar a resolverlo. Ellos son conscientes de que tienen este temperamento”, afirmó en Sport.
A tenor de los hechos, no ha cumplido su propósito. Desde el prisma de su reconocido liderazgo técnico, el proyecto Paquito-Lebrón ha arrollado a Ovide. Pocas veces se ha visto a un coach tan superado como al argentino en el banco con los andaluces cuando estos entran en combustión.
Es cierto que son dos figuras incontenibles en muchos momentos, que no han tenido la actitud necesaria que favoreciera una intervención eficaz del entrenador; pero ese escenario era el punto de partida. Ovide lo sabía y no ha podido reconducir la situación. Es una víctima más de este sonado fracaso.
Pero el relato continua. Todos miran ya al futuro a la espera de lo que está por venir, aunque no sea más que un intento de huir hacia adelante con la falsa creencia de dejar atrás lo que no funciona. Craso error. El problema está en ellos mismos.
Sí. Paquito y Lebrón seguirán firmando autógrafos a los aficionados, regalando camisetas a los niños, sonriendo en selfies con sus fans, concediendo entrevistas simpáticas o subiendo videos cómicos a las redes,… Un relato que, sin embargo, no oculta que en la pista, además de geniales, son insoportables cuando desbarran.
*Foto de portada: Premier Padel.