Al fin, hablaron los jugadores. En persona, en vivo y en directo. Con nombre y apellidos por delante de las siglas. Alejandro, Martín, Federico, José Antonio. Y todos los que figuran detrás. Presentes en cuerpo y conectados desde la distancia.
La Asociación PPA se ha subido al escenario y, por fin, le ha puesto rostro y voz a las reivindicaciones escritas hasta ahora en cartas y comunicados.
Incluso con errores en el discurso y deficiencias en la puesta en escena, la estampa ha tenido la fuerza suficiente como para, al menos, repeler el impacto narrativo que viene soportando de parte del circuito.
Hoy han hablado. Menos claro de lo que les hubiera gustado; más de lo que habían sido hasta ahora. Suficiente para subrayar la diferencia entre ‘ellos y nosotros’. La distancia entre Premier (y la FIP) y el colectivo de jugadores es más que evidente. La brecha existe. Será mayor o menor en el futuro pero ayer exhibieron conciencia de grupo. La verdadera fortaleza del colectivo. Esa es justo la línea de flotación a la que apunta el adversario buscando disidencias. Empieza el tercer set.
El valor de una imagen
Ciudad de la Raqueta. martes 4 de marzo. 16.30h. Una tarima, un fondo negro, con dos pantallas, un atril, cuatro butacas en el espacio central y una quinta en segundo plano. Con esa escenografía, la Asociación de Jugadores Profesionales de Pádel, PPA, lleva a cabo un acto cuyo valor va más allá de una simple comparecencia de prensa.
Alejandro Ruiz, presidente; Martín Di Nenno, vicepresidente; Fede Chingotto, vocal; y José Antonio García Diestro, secretario. Detrás de los cuatro, José Antonio Del Valle, abogado de la asociación. En las pantallas, jugadores conectados por videollamada. La foto tiene más valor del que se presupone.

Hay palabras, claro. Primero, un discurso (mal)leído. Después, respuestas directas a preguntas libres de los medios.
Aunque no la exprimen del todo, la escena constituye un hecho inédito en la historia reciente del pádel. Está por ver si, además, resulta histórico.
Por lo pronto, la fuerza que desprende la imagen de los jugadores no es baladí. Frente a un gigante como Premier Padel (QSI + FIP), el colectivo se planta, habla en primera persona del plural, se defiende, se reconoce. Pura valentía.
Sí, habrá disidentes, dubitativos, e incluso, agentes-doble. Pero el grupo está. Y eso es una fortaleza. En realidad, es lo que más teme el propio circuito.
En el aforo, presencian las intervenciones muchos compañeros, entre ellos, dos de especial relevancia. No solo por ranking; sino por jerarquía y trayectoria. Alejandro Galán, expresidente de la PPA; Paquito Navarro, exdirectivo de la asociación. Dos de los jugadores clave en el alumbramiento de Premier Padel. Situados hoy al otro lado de la línea. Ambos posan en la foto de grupo.
La PPA, el instrumento que QSI y FIP quiso utilizar para controlar al rebaño, ha terminado de liberarlo (por ahora). Igual tenía razón el propio Galán.

Boicot sí, pero no de los jugadores
Una de las directrices claras es reforzar la idea de que no existe un boicot colectivo o acción concertada, la trampa con la que Premier Padel y la FIP busca cazarles legalmente. Insisten en ello.
Nada de boicot. Decisiones individuales de los jugadores para elegir lo que juegan y lo que no. Y si hay algún tipo de boicot lo descubre con ingenio el propio abogado, que responde veladamente al mensaje de su colega por parte de Premier: “Boicot es no querer sentarse con los jugadores”.
Premier y la FIP se ponen a bailar
La mera convocatoria de prensa de la PPA pone a bailar al circuito catarí y a la Federación Internacional de Pádel.
Tras varias semanas de conflicto, el circuito saca al abogado Roberto Álvarez, del despacho Cuatrecasas (que representa a Premier Padel) a desfilar por los medios justo el día en el que los jugadores habían decidido hablar. Casualidad, seguro.
Pasarela hacia Marca y Relevo para dejar el marco contextual claro en una jornada importante. Boicot colectivo o acción concertada, posible incumplimiento de contrato y puerta abierta del redil sin vuelven descalzos (“si recuperamos la normalidad, los problemas se resolverán”), mientras esquiva otros aspectos de complicada defensa (la arbitrariedad normativa de FIP y del circuito, el incumplimiento normativo con la ampliación discrecional de plazos en los torneos, la ausencia de reglamentación,…)
Es en Relevo, a preguntas de Álvar Madrid, donde el jurista desliza una idea fuerza de la actual estrategia de Premier: “Los jugadores de mayor ranking nos pidieron muchos de los cambios (como la reducción del tamaño del cuadro). Este es precisamente parte del problema: está claro que distintos jugadores quieren cosas muy diferentes. Premier Padel y la FIP intentan atender todos los intereses”.
El propio circuito refuerza después el mensaje con una carta dirigida a los jugadores una hora antes de su rueda de prensa en la que les anuncia que está dispuesto a dar marcha atrás y dejar los cuadros de juego como estaban en 2024.
Ahí apunta Premier ahora. El ofrecimiento, más que una síntoma de apertura, es una trampa, un cebo. Busca escarbar en la resistencia de los jugadores, provocar dudas, encontrar disidencias en el bloque, dividir al grupo, hacer ver a los de ranking medio y bajo que los top no representan sus intereses.

Lo que no se ve del iceberg
Les ha faltado claridad a los jugadores para dejar claras sus reclamaciones. Ayer tampoco lo lograron pero, al menos, dejaron entrever algo más.
Hablan de cambios normativo unilaterales, de imposición de condiciones desproporcionadas a los jugadores, del descaro de la FIP para desatender su rol federativo en beneficio del circuito, de ausencia de reglamento, entre otros aspectos. Nada nuevo. Todo yace soterrado por la grandilocuente narrativa de Premier y su terrible falta de autocrítica.
Hay más, Desvelan presiones, bloqueos, amenazas y ofrecen una frase que desmonta la feliz narrativa de Premier Padel y retumba en los cimientos del circuito: “el modelo actual es insostenible y no permitiremos que el pádel profesional continúe sometido a la arbitrariedad, la inseguridad jurídica y el incumplimiento sistemático de compromisos”.
Aún así, falta concreción. Algo más que explique por qué ahora, por qué así. Alguna pista ofrecen.
Es en el turno de preguntas y respuestas cuando dejan una rendija abierta al epicentro del asunto y ahí intuimos que lo que no cuentan porque no pueden, lo que está relacionado con el acuerdo (LFA, o Long Form Agreement), lo que Premier protege con cláusulas de confidencialidad, es lo que subyace en este conflicto, lo que, en realidad, conecta a los jugadores en sus reivindicaciones.
Lo que firmaron para saltar del barco de World Padel Tour, no les sirve. Es un reconocimiento implícito del error. Se apresuraron. Les valió para escapar y ahora están atrapados. 25 años.
La disparatada estrategia de Premier
Si no son palos de ciego, lo parecen. El anuncio ayer, poco antes de la comparecencia de los jugadores ante los medios, de recuperar el tamaño de los cuadros de juego de los torneos P1 y P2 es un muesca más de la disparatada estrategia de Premier.
El anuncio, junto con el desfile del abogado, tenía como propósito apoderarse del marco narrativo antes de que los jugadores tomaran la palabra. Y, a ser posible, si no desactivar, sí reducir el apoyo a la cita de la PPA.
En su carta, la FIP y Premier anuncian la retirada de una de las polémicas medidas adoptadas este año. Dejan claro que no ceden, que no es una reacción al “boicot ilegal” que tendrá sus consecuencias (nueva amenaza), y se encargan de indicar que lo que ahora critican los jugadores, había sido pedido por ellos, sobre todo, por los top del ranking.
El mensaje, poco antes de la rueda de prensa de la PPA, no fue una cesión, como intepretaron algunos medios, sino un paso más en la ofensiva. Trataba de condicionar la puesta en escena, de provocar fisuras en el seno del colectivo, de enmarcar esta “conversación” a distancia. No quieren solucionar sino desactivar.
Lo paradójico, sin embargo, es que el anuncio, en cierta forma, refuerza la reivindicación de los propios deportistas. Se quejan de que la FIP y Premier toman decisiones unilaterales, hacen cambios normativos discrecionales. Justo lo que el circuito y el organismo internacional repiten con esta marcha atrás. Les acusan de presionar, de amenazar a los jugadores. Premier y FIP replican el comportamiento anunciando posibles represalias legales, arbitrales y normativas.
Lejos de abrir un diálogo, de sentarse las partes, de abordar el conflicto de manera integral y tratar los detalles en particular, Premier y FIP continúan haciendo y deshaciendo a su antojo. Ora cambio los cuadros, ora los vuelvo a cambiar. Lo que sea con tal de no dar la sensación de perder autoridad.
Por momentos, están más preocupados del relato que del conflicto.

El valor de la confianza
En un momento del acto, aparece el término: confianza. En esta historia, es algo más que una palabra, es una clave.
Conecta a todos los jugadores, con sus rankings, con sus intereses, con sus aspiraciones. Todos realizaron un salto de fe hacia Premier Padel. Todos han visto quebrada esa confianza que depositaron en el nuevo circuito.
No es solo lo que firmaron, es lo que les prometieron. Su participación en decisiones importantes. Real, con peso, no a modo de comparsa. Son protagonistas, no teloneros.
Cuanto antes lo asuma Premier Padel, antes se desbloqueará la situación. “En la carta que nos mandaron los jugadores no se dice que hayamos incumplido, ni nosotros ni la FIP, la obligación de no tener en cuenta lo que dicen… porque es una obligación que no podemos tener”, afirma el abogado del circuito. Revelador.
El discurso choca frontalmente con la proclama de Premier y de la FIP: el circuito de los jugadores. Se les ha llenado la boca de repetir lo mismo. Pero, a la hora de la verdad, han resultado ser palabras vacías.
En junio del pasado año, el circuito alumbró Premier 2.0, un show urgente con nombramientos y promesas dirigido a desactivar el plante de los jugadores al P2 de Génova. Fue una farsa para ganar tiempo. Ayer, García Diestro lo confirma. La nueva directiva de la PPA, esta misma, recién llegada a la asociación, gestionó el conflicto como pudo, desde la confianza. A pesar del desastre de la gira sudamericana, quisieron creer. Les traicionaron. Ocho meses después, los jugadores han decidido no repetir error.
Confianza. No es un tema legal, o no solo. Restaurar este valor es fundamental para reconstruir el camino.
Ausencias destacadas
Más allá de los discursos, el acto de los jugadores cuenta mucho. A través de las presencias; también con las ausencias.
Pesos pesados, jugadores de ranking medio, otros que apenas empiezan. Incluso, hubo algún hijo pródigo, descreído en su día con la deriva de la asociación, que abraza la causa sin ser miembro. Fortaleza.
Es un día para estar, para ser. Pero hay algunas ausencias destacadas. Tapia se conecta (sin imagen). Coello no está. Son los números uno. Otras son significativas. La de Stupa y Lebrón. Fueron ellos quienes decidieron inscribirse en el P2 de Cancún, ampliación de plazo ex profeso, mediante; un decisión que aplaudió el circuito y la FIP (no los jugadores); un balón de oxígeno para la patronal, una opción de resquebrajar la resistencia del colectivo.

No hubo efecto contagio, aunque más de uno dudó. Stupa y Lebrón quedaron solos, los únicos de la cúspide del ranking. Quisieron explicarlo desde las dudas, desde el temor a las posibles repercusiones legales, desde la incertidumbre. No quisieron asumir el riesgo. Se desmarcaron. Sus palabras en redes fueron un balbuceo ambiguo, demasiado equidistante. Apoyan a sus compañeros, apoyan al circuito, apoyan a la FIP. «Gracias al pollo, gracias a la gallina, gracias al huevo, gracias a la tortilla», cantaba No me pises que llevo chanclas.
Ni en chanclas desde casa, ni en zapatillas in situ. Ayer no comparecen. Tampoco hablan en redes. Pero dicen mucho. El miedo es lícito, comprensible, humano. Hasta ayer, parecía que ambos jugadores habían sucumbido al temor, que optaron por la prudencia tras recomendación de su abogado, el célebre ‘García Graba’. Aún así, la inscripción de ambos, a última hora (en realidad, fuera de hora), en Cancún podía ser sospechosa pero no incompatible con apoyar la causa que defienden los jugadores, sus compañeros. Se intuía que era así. Desde ayer, no está tan claro.
La presencia de Stupa y de Lebrón, de haberse dado, hubiese sido un espaldarazo importante. Hubiera negado cualquier fisura. Les hubiese ubicado en el lugar que les corresponde. Su ausencia, en cambio, explica dónde están. O, al menos, dónde no.
La FIP, en la diana
A estas alturas, queda claro que la Federación Internacional de Pádel tiene un problema, si acaso mayor que Premier Padel, con los jugadores. El organismo internacional está muy lejos de cumplir con su cometido real. Así lo denuncian los propios deportistas. Los errores manifiestos en el apartado deportivo y el déficit normativo del circuito evidencia que el ente federativo que preside Luigi Carraro no cumple con su cometido; su escoramiento permanente hacia Premier, más bien, deja claro de qué lado está su interés.
Tras el señuelo del olimpismo, se agita la ambición de un Carraro omnipotente que ejerce de rostro visible de Premier mientras se maneja en la FIP sin oposición y escaso control. Su gestión personalista arrastra a la institución detrás de sus intereses. Hoy, la FIP es Carraro y Carraro es la FIP.
Su blindaje al frente del organismo internacional, con una modificación estatutaria de la que nunca habla, le despeja el camino, al menos, durante ocho años. Periodo en el que confía abrir la puerta de organismos olímpicos. Para el pádel, también.
En un conflicto de esta naturaleza, la FIP podría, debería asumir la intermediación entre el circuito y los jugadores, deportistas todos ellos con licencia federativa. En lugar de eso, el organismo actúa como socio inalterable de Premier Padel mientras se sitúa frente a los jugadores.
Ni siquiera el cuerpo arbitral se siente protegido. Más bien al contrario. La errática estrategia de la FIP ha provocado un descenso evidente del nivel arbitral en la competición profesional. Pero, lejos de ser blindados por el organismo que los ampara, son desautorizados, desacreditados frente a la crítica. Sin sanción alguna para las afrentas que reciben, penan en un limbo en el que todos los señalan. Su única respuesta es el silencio. Obediencia debida en un entorno en el que la disidencia es el destierro.
Carraro estuvo en la génesis de Premier. Carraro consolidó su poder en la crisis de Génova con la amenaza de plante de los jugadores en su tierra. Se encaramó a la vicepresidencia del circuito, un escenario que le encumbra solo por debajo de Al Khelaifi. Su ascensión, lejos de aportar mejoras, provocó mayor confusión, incrementó el malestar. Ahora, son los jugadores los que señalan directamente a Carraro ante el errático rumbo del circuito y la parcialidad de la FIP.
