Tratamos de obedecer sus dictados. Son consejos aparentemente sencillos, movimientos simples. Al menos, así parecen cuando es ella quien los realiza. Su fluidez, su naturalidad, su calma contrasta sobremanera con la apurada falta de armonía que la mayoría demostramos al otro lado de la red al intentar imitarla. Son dos deportes diferentes o, al menos, un deporte y una singular representación del mismo.
Carolina Navarro, la mejor jugadora de padel del mundo (y de la historia), imparte un clínic de padel a un grupo de periodistas malagueños. ¡La cara de la pala más alta que la empuñadura! ¡No dejes caer la bola tras la salida de pared! Para algunos es su primer acercamiento a este deporte. Para otros, como si lo fuera. La dificultad de ejecutar correctamente un golpe cuando la técnica es limitada y el físico, deficiente, se agrava al sumar la (absurda) presión de hacerlo bajo la mirada de la número uno.
En verdad, son 90 minutos frente a una leyenda. Un privilegio que, sin embargo, abruma. Sin micrófonos, smartphones, tablets y ordenadores. Alejados de bolígrafos, libretas y grabadoras. Desarmados, por tanto, en un hábitat inusual para la mayoría, rodeado de cristales y mallas, y con una pala en la mano, la condición de periodista resulta una anécdota. ¿Tenéis alguna duda? ¿Queréis preguntarme algo? Sorprendentemente, la invitación de la prestigiosa profesora apenas encuentra respuesta. Es paradójico. Quienes vivimos de las preguntas, rehuimos ahora de ellas mientras recogemos las pelotas tras cada ejercicio. ¿Timidez? ¿Vergüenza? ¿Miedo? ¿Sonrojo? Demasiada información que asimilar para seguir demandando más. Mejor, recuperar el resuello.
Clinic Carolina Navarro organizado por la Asociación de Periodistas Deportivos de Málaga
La iniciativa, organizada por la Asociación de Periodistas Deportivos de Málaga, es excelente, en cualquier caso. Supone un intento de divulgar el padel entre los profesionales de los medios de comunicación, de tratar de ayudar a romper las barreras que impiden a este deporte adquirir la condición de mediático. Sin dudarlo, se presta a ello la campeona malagueña, siempre dispuesta a promocionar el padel en Málaga, en Madrid, en Argentina, en Suecia o donde haga falta.
Es apenas una hora y media lo que dura el contacto de los plumillas con el juego. Tiempo en el que la tres veces campeona del mundo y 12 de España tiene que recurrir a una combinación de paciencia y buen humor para asimilar el singular espectáculo que sucede al otro lado de la cinta. El (previsible) golpe que uno de los nuestros recibe en plena nariz con la pala de una compañera tras una jugada indescriptible es el clímax del encuentro. Todo sea por el pádel.
Las pistas del Palacio de los Deportes Martín Carpena son el escenario de esta sesión promocional que se produce justo un día después de que Carolina Navarro reciba el Trofeo Otiñano con el que el club El Candado reconoce sus valores humanos en el deporte. Ese lado más personal que, apenas unas horas antes fue puesto en valor en el citado acto de homenaje, salta a la vista cuando se reducen las distancias con la campeona. No es sólo su conocimiento de este deporte. Su cercanía, su amabilidad, su buen humor, su interés, su atención, todo ello le da una dimensión mayor a un mito que hace tiempo que conquistó su lugar de privilegio en el Olimpo del Padel.
Su categoría como deportista está al nivel de los más grandes en España. Su reconocimiento público, sin embargo, queda aún muy lejos. Quizá, con iniciativas como estas de la APDM, esa injusta brecha se reduzca hasta desaparecer. De los periodistas, en parte, también depende.