Donde antes reinaba el ruido, ahora impera el silencio. De repente, las voces callan, los aplausos se apagan. La expectación se concentra en el jugador que yace en el suelo. ¡Ahora sí, se ha acabado el partido! El pronóstico emerge del público mientras sobre el azul de la central de Padel Sport Granada, el jugador local, Jesús Espejo, se duele, se lamenta, escruta las opciones de seguir y cómo hacerlo.
El escorzo que le ha permitido abrir una opción de break al saque contrario le pasa factura ahora en la pierna izquierda, maltrecha desde la semifinal. Es el undécimo juego de la segunda manga. Un 5-4 a favor y la ocasión de reponerse de un inicio horrible, de empatar a un set, de confirmar una resurrección que ahora está en el aire.
El instante, dramático, añade más incertidumbre a la final masculina de la Copa Andalucía de Padel 2014, un enfrentamiento que mide a dos parejas granadinas, que busca resolver un cuadro imponente repleto de campeones y subcampeones de las distintas provincias andaluza.
Espejo, que ahora se retuerce en la moqueta, forma junto a Javi Ruiz. Son los reyes del padel granadino en 2014, una pareja portentosa, sublime, que transita de éxito en éxito en su puesta a punto para el World Padel Tour 2014.

Tras imponerse a los subcampeones de Málaga, Willy Ruiz y Fran González (6-2 y 6-1) en el debut, y ganar en cuartos a los mejores de Córdoba, Adrián Sánchez y Pablo Herrera (6-1 y 6-4); la dupla granadina libra un partido agónico, lleno de épica; un enfrentamiento superlativo ante los campeones de Sevilla, Héctor Perona y Javier de Paiz a los que tienen que remontar cinco bolas de partido para alcanzar la final (4-6, 7-6 y 7-5).
La victoria deja secuelas físicas en Peli, mermado para una gran final que se disputa apenas una hora después.
Allí se encuentran con sus paisanos, la otra dupla de Granada, Javier Limones y José Benavides. Tampoco ellos encuentran suficiente oposición en su camino. Ni en el inicio ante Antonio Luque y Juan José Ortega, campeones de Jaén (6-3 y 6-2); ni en cuartos frente a Fran Ramírez y Luis Sánchez, subcampeones de Sevilla (6-3 y 6-2).
En semifinales, Limones y Benavides apean a los campeones de Málaga, Juanjo Gutiérrez y Alejandro Ruiz (7-6 y 6-3) exhibiendo un juego vertiginoso, afilado, imponente, lleno de matices y registros.
Un inicio magnífico de Limones y Benavides en la final
Ahora, tendido en el suelo, en plena final, con los focos iluminando su tragedia, Espejo trata de recomponerse para continuar. No es sólo una recuperación física. El pelirrojo de Black Crown afronta una mutación en su juego que le permita manejar el partido, acomodarlo a su estado físico, trazar bien la ruta para abrirle hueco al descomunal arrebato de su compañero. No es sencilla la empresa. La categoría de Limones, la sensacional actuación de Benavides se lo han impedido en el primer set.
En verdad, en ese tramo inicial, apenas hay rastro de la pareja Espejo – Ruiz. El duelo, que reedita la final del Master granadino, se decanta de primeras del lado de Javi Limones y su compañero. La zurda mágica del de Mystica y la hiperactiva actuación del de Wilson aplastan el titubeante inicio de sus adversarios.

Peli y Javi, ni van ni esperan. La fortuna certifica un tempranero break al saque de Javi Ruiz que, sin embargo, no desentona con lo visto sobre la moqueta. Benavides pifia un intento de remate, pero el efecto le vale para atrapar a Javi. Peli, antes, no aprovecha un remate para abortar la amenaza (0-1). Las malas sensaciones para Espejo y su compañero se confirman en un segundo juego que encajan en blanco (0-2).
La reacción de Javi y Peli llega en el tercero. Se anotan en blanco el saque de este (1-2). En verdad, nada más que un espejismo del marcador que se desvanece conforme avanza el juego. Porque Javi y Peli están a merced de una impecable actuación de sus contrarios. El efecto Limones les atormenta en cada bola que adquiere vuelo. A su lado, Benavides, un tornado en movimiento, valiente, decidido, busca red con arrebato y barre la pista en defensa.
Espejo, exigido, trata de buscar resquicio en el muro rival, de hallar alguna grieta por la que filtrar el juego que les permita detener en el vendaval. La encuentran en el sexto pero no lo aprovechan. Los de Black Crown amenazan el saque de Limones. Es un fallo de Benavides con el remate, el primero que comete en el encuentro, lo que abre la puerta del break. El propio Limones es quien la cierra con una maravillosa secuencia de saque y volea. ¡Bueno! ¡Vamos! El agudo grito del zurdo de Mystica zumba en los oídos rivales mientras se propaga por el recinto indoor. Detrás del eco, está la ocasión perdida, la única oportunidad de que disponen Espejo y Ruiz en todo el primer set.
Porque ya no hay más. Tras mantener el saque, Limones y Benavides se anotan un parcial de 0-3 que saca de rueda a sus oponentes. De camino, en el séptimo, Javi Limones se encarga de imponer su mano en un cara a cara con Espejo que le sirve para firmar el segundo break a su favor (2-5).

El cierre llega con el saque de Benavides. Un error de Espejo con el resto echa el telón a una primera manga (2-6) en la que la superioridad de Limones y su compañero ha sido incontestable.
Una reacción a tiempo de Peli Espejo y Javi Ruiz
Es Limones quien radiografía el encuentro mientras Benavides sostiene el juego. La clave para la resurrección de Espejo y Javi Ruiz pasa, por tanto, por dibujar un escenario diferente. Arrebatarle el mando a sus oponentes y confiar en que el físico del pelirrojo de Black Crown resista.
La final insinúa un desenlace rápido cuando los subcampeones de Granada vuelven a quebrar el saque de sus contrarios en el quinto juego. ¡Mucho, mucho! celebra Limones la víbora con la que un imponente Benavides fulmina a su rival cruzado. El propio granadino de Wilson es el encargado de anotar el break en un duelo cara a cara ante Javi Ruiz que cae de su lado (2-3).
La tendencia del encuentro apunta irremediablemente hacia la victoria de Limones y Benavides. La autoridad de ambos y la nula capacidad de reacción de sus oponentes, hasta el momento, parecen marcar el destino del enfrentamiento.
Pero, son dos los sucesos que transforman la realidad. Primero, un desajuste en el juego de la dupla que busca la victoria. Limones y Benavides, con saque del primero, se desconectan unos instantes. Se reparten dos errores cada uno y condenan el servicio propio. El break (3-3) tiene un efecto balsámico en sus oponentes que encuentran, por fin, la debilidad que buscaban en sus rivales.

Se activa Javi Ruiz que lleva rato tratando de abarcar mucho más campo. Para ello, necesita tiempo, menos vértigo y más espacio. Empieza a proporcionárselo Peli Espejo, toda vez que su trabajo sobre Benavides comienza a surtir efecto.
El de Black Crown mueve a su oponente. Le busca por alto, le fija a la red y vuelve a enviarle al fondo. Le quita así velocidad a la bola y le da entrada a Javi en el juego.
La ocasión de volver a romper les llega a ambos en el décimo. Con 5-4, buscan al resto ambos empatar el encuentro. El bote pronto majestuoso de Javi Ruiz precede al escorzo de Peli tras el que acaba en el suelo.
La incertidumbre sobre su estado físico interrumpe el duelo. Renqueante vuelve al partido pero ni él ni Javi aprovechan la opción de break. Disponen de dos más. No convierten ninguna (5-5). Las señales, en cambio, que transmiten en la pista son radicalmente diferentes. Benavides empieza a sucumbir al embrujo de Peli que, consciente de sus molestias en la pierna, ralentiza el ritmo y discrimina los esfuerzos.
Con Limones fuera de foco, y Benavides atrapado en la madeja que le plantean del otro lado; Espejo y Javi Ruiz encuentran pista en un partido que se adentra en el tie break. Sobre el alambre, la receta de Peli surte efecto. Benavides, forzado al fondo, pierde filo en su juego y calma en su cabeza. A su lado, Limones fuerza para intervenir pero no encuentra modo. El 7-2 con el que Espejo y Ruiz se anotan la muerte súbita del segundo set refleja el radical cambio de escena que se produce.
Mandan Espejo y Ruiz en la final
Ahora es Espejo el que radiografía el partido mientras a su lado, Javi Ruiz irrumpe con una fuerza descomunal. El compañero de Peli es un coloso de brazo firme, un gladiador de pegada intimatoria y piernas de acero. La irrupción de este granadino en el padel andaluz es una formidable noticia.
Su portentosa actuación se eleva aún más en el tercer set. Con la mano de Peli meciendo el encuentro, Javi aprieta cada bola que levante algo más de un palmo por encima de la red. Juntos, a punto están de asestar un nuevo golpe nada más reanudarse el juego. Disponen de dos opciones de break al saque de Limones. Benavides con su pegada, primero, y Limones que adivina y caza un amago de remate de Javi, anulan la ofensiva y conservan el servicio (0-1).

No lo consiguen en el arranque del tercer acto pero sí en el quinto juego. La ambición de Espejo y Javi encuentra su premio en forma de break. Ruiz se cruza, eléctrico, vibrante, en la red para abrir la ocasión. Él mismo, después, intuye el amago de Limones y gana junto a la cinta (3-2). La rotura del saque del zurdo de Mystica es la constatación de una remontada épica, lograda a base de coraje y mucho temple.
El vuelco definitivo llega en el séptimo, al servicio de Benavides. Llega a todo Javi. Levanta el muro en la red, percute con el mazo. La exhibición de éste es sublime a esas alturas. Limones, desaparecido ya, falla un drive y deja el saque de su compañero visto para sentencia. Una espléndida volea de Javi Ruiz y un remate posterior suyo arrebatan la iniciativa a sus contrincantes. Finalmente, es su compañero quien decide con la pegada (5-2).
La brecha es incomprensible para Limones y Benavides que no encuentran respuesta para argumentar el despeñamiento que han sufrido. Reaccionan ambos, sin embargo, apoyados en dos remates fallidos de Peli. El de Black Crown busca resolver ya pero marra los dos intentos. El atrevimiento le cuesta caro. Un break a su propio saque (5-3) y el hecho de que sus adversarios persistan en el empeño tras anotarse el siguiente en blanco (5-4).
Pero, Peli y Javi Ruiz, que tienen el trazo claro, superada la adversidad, no dejan escapar la opción. El saque de Ruiz abrocha el encuentro definitivamente. El remate de Peli que no devuelve Benavides (6-4), corona el espléndido triunfo de una pareja que mantiene su trayectoria imperial.
En cualquier caso, la final, sensacional, trepidante, es, en sí misma, una reivindicación del padel granadino que culmina así la VI Copa Andalucía.
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