Paquito Navarro y Martín Di Nenno ponen fin a su andadura juntos. No ha llegado a dos temporadas la aventura de una dupla que alcanzó su cota a finales de 2021, cuando le sostuvo el pulso de forma directa a los números uno, Alejandro Galán y Juan Lebrón.
Cinco títulos, cuatro de World Padel Tour (tres el pasado año y uno en el presente) y uno de Premier Pádel (el que inauguró este nuevo circuito de la FIP en Qatar), es el bagaje deportivo que han forjado, además de un relato emocional que gira en torno al episodio de superación del argentino y que el español ha sabido ponderar.
Por más que sus conquistas fueran insospechadas, incluso para ellos mismos, tal como han reconocido, no son sus guarismos lo más que más destaca de esta dupla. Paquito y Martín salen de la pareja mucho mejor jugadores que cuando entraron. No siempre sucede así en este deporte. Di Nenno se ha adentrado en el coto vedado de los grandes. Paquito ha constatado que el nuevo pádel también le pertenece. Ahora les toca a ambos trazar el rumbo por separado.
Lo cierto es que los resultados del presente curso apuntaban a este cambio. Su juego, en muchos momentos, alimentaba esa opción. Su actitud es lo que ha terminado por delatarles.
La escena que ambos protagonizaron en los cuartos de final del pasado Amsterdam Open anunció una fractura irreparable. Con 5-2 abajo en el tercero frente a Bela y Coello, que remontaron el set inicial en contra, Paquito y Di Nenno ocuparon el banquillo como dos completos desconocidos. El español se refugió de su tormenta interior. Aislado en sí mismo, el de Sevilla rumió un pedazo de plátano como si lo terminara de mascar la escasa vida que le quedaba a la dupla. El argentino, a su lado aunque a kilómetros de él, apenas pudo disimular un desmoronamiento emocional más que evidente. En ese espacio, otrora un hervidero de adrenalina, nervio y pasión, el silencio se impuso para alumbrar la existencia de una brecha definitiva. Ni el elocuente Rodri Ovide, entrenador de la dupla, encontró margen para intervenir. La única palabra que les quedaba se la dijeron horas después de aquello: adiós.
Aquella estampa simbolizó a la perfección el fin de la travesía que ahora han hecho público.
Sin embargo, su separación no es un acontecimiento repentino. Su registro de resultados evidenciaba la decadencia. Tras disputar hasta el final el liderato del pádel profesional a Galán y Lebrón el pasado año, la dupla inició un descenso imparable este curso que se ha acentuado con el paso de los meses. Nunca pudieron recuperar aquel paso.
La victoria que firmaron en Doha a principios de abril y que sirvió para inaugurar la era Premier o el título en el Vigo Open de World Padel Tour apenas sirvieron de alivio. Una sola final (en el Swedish Padel Open) en los últimos 12 torneos resultaron un lastre tan pesado como las 9 eliminaciones que la pareja ha sufrido en cuartos de final durante la temporada.
En Málaga, tras caer en octavos ante Coki Nieto y Miguel Yanguas, precisamente con quienes ahora intercambiarán compañeros, el sevillano reconoció el bache de forma pública:
Aquel mensaje, visto con perspectiva, fue algo más que un desahogo. En realidad, toda una voz de alarma en una nave con demasiadas vías de agua como para ignorarlas.
Ahora, consumado el naufragio, las palabras de Paquito adquieren un sentido más amplio.
El andaluz, veremos por cuánto tiempo, cambia la destreza, el manejo y la inteligencia de Di Nenno por el ímpetu, el brío, la potencia del joven Miguel Yanguas (lo cuenta Jesús Mata en Marca). A sus 20 años, el granadino emerge como un fabuloso proyecto de jugador que va quemando etapas al ritmo que su poderosa y amplia zancada dicta. Jugador, también, de mucho carácter, Yanguas ofrece registros bien diferentes a los de su predecesor en el lado derecho de Paquito. Abarca metros con facilidad, achica espacios hacia adelante con determinación; sus 1,89 metros y una pegada poderosa cierran el espacio aéreo en su zona. El chico, desde luego, descargará de mucho tajo a Paquito en esta faceta. No se trata de una cuestión menor.
La alianza de Navarro con Di Nenno ha requerido una mutación notable al jugador andaluz. El de Sevilla había ido perdiendo filo en su juego en los últimos años mientras se sostenía en su formidable capacidad defensiva. En eso es de los mejores. Fue olvidando, sin embargo, que también podía serlo en los contornos de la cinta. Se acomodó en torno a su facilidad para manejarse desde la defensa, para atemperar el juego, y desdeñó su perfil más agresivo.
Junto a Di Nenno, ha tenido que corregir ese desequilibrio por obligación. No le quedó otra si quería que la fórmula funcionase. Al argentino le sobra mano y lectura del juego pero le falta mordiente en muchos momentos. Esa cuota, el valor diferencial, le correspondía aportarla a Paquito.
En la primera mitad de la temporada 2021, la dupla estuvo más cerca del abismo que de la continuidad. Con un trazo previsible, sin apenas colmillo, nada hacía sospechar que el binomio elevaría sus prestaciones hasta discutir la supremacía de los intratables Lebrón y Galán. Entonces, las dudas flotaban en torno a la pareja hispano-argentina y la amenaza de proyecto fallido era algo más que una posibilidad.
Paquito Navarro comprendió en aquel momento que o daba un paso al frente o la empresa no resultaría. Se puso a ello. El andaluz soltó amarras, liberó su talento y, a lomos de un despliegue físico descomunal, fue creciendo hasta regalar exhibiciones prodigiosas. Di Nenno, sin duda, aportó lo suyo. Pero fue Paquito quien, en los instantes más complicados, ante los adversarios de mayor fuste, marcó diferencias. Un puñado de puntos les distanciaron de la cima a final de año. Aún así, probablemente, el andaluz fue el MVP de la temporada. Ningún otro jugador tuvo el impacto que Paquito mostró; no durante tanto tiempo.
Sobre ese paso al frente, creció su compañero. Hasta ese instante, el de Ezeiza no presentaba fogueo alguno en las alturas. Estaba aún por probar en la cumbre, territorio reservado para pocos. El chico, desde luego, ha cumplido. Le tocará defender ahora por su cuenta el estatus adquirido.
Respecto a Paquito, más allá de engordar sus vitrinas, el trayecto le ha servido para demostrarse a sí mismo su vigencia en este nuevo tiempo. Ante depredadores que no dan respiro, el sevillano ha sido capaz de responder con el mismo pádel de vértigo y atrevimiento.
Sin embargo, también se ha cobrado su propia factura. La asfixiante exigencia que el rol asumido conlleva le ha ido desgastando. Esa permanente impresión de que la receta no sería válida si no danzaba sobre el alambre en todo momento ha ido incrementado su peso hasta este abrupto final, a dos meses de que finalice el curso.
En este tiempo juntos, el español ha pedido auxilio en varias ocasiones. Las peticiones a Di Nenno de que aumentara su agresividad, mostrara más determinación en la ofensiva, y se prodigara en la finalización, eran, en cierto modo, un intento de descargar peso. En ese aspecto, el argentino ha procurado dar ese paso al frente. Irreprochable en la actitud, lo ha conseguido en determinadas circunstancias pero sus registros apuntan hacia otro lado. Su perfil no engaña.
Así que el sevillano ha decidido buscar aquello que necesita en otra pa. A sus 33 años, Paquito, dueño siempre de su propio relato, pasa página e inicia un nuevo capítulo. Veremos si el joven Yanguas, que aún no ha recorrido la última milla partea probarse entre los más grandes, le proporciona lo que busca o, simplemente, es una estación de tránsito (que puede ser, precisamente, lo que esté persiguiendo hasta 2023). En cualquier caso, el sevillano debe afinar el tiro. El pádel de hoy no espera y devora todo aquello que no presente cimientos sólidos. Paquito lo sabe de sobra.