La madrileña corre de espaldas a la red. Aspira a llegar a tiempo para devolver el potente remate de su oponente. Es una carrera sin control. Una acción llena de incertidumbre. Un acto de fe. En ocasiones, todo un salto al vacío.
En esa apuesta lo peor que puede ocurrir es un riesgo intrínseco, asumido. Una cuestión de probabilidad. En cambio, que eso finalmente acabe sucediendo, en una final de un Master, a alguien que, a sus 17 años, lucha por primera vez por ese título, es mucho más que eso, es toda una fatalidad.
Precisamente, el infortunio el que impone su designio en esta final femenina del Estrella Damm Master Finals 2014. Es la mala suerte la que interviene para torcer el tobillo de Martita Ortega, para destrozar la ilusión de la madrileña y su compañera Lucía Sainz, para hacer añicos una final igualadísima, preciosa, que refleja el brillo del nuevo padel femenino.
Todo ello, sin embargo, se retuerce como el tobillo de Martita. Sus lágrimas son de dolor, más emocional que físico. ¿Por qué a ella? ¿Por qué en su primer Master? ¿Por qué en la gran final, con 3-3 y todo por decidir?
Su respuesta, en cambio, la eleva aún más que su juego. La retirada, pese a su estado, no es una opción. No lo merece el sacrificio de todo un año, ni su compañera, ni sus rivales, ni los más de 4000 espectadores que vibran en la grada del Pabellón 12 de IFEMA, ni la audiencia que sigue la retransmisión no sólo por el streaming de World Padel Tour sino, por fin, en Teledeporte. No lo merecen sus preparadores, ni sus patrocinadores. No lo merece su familia. Pero, por encima de todo, no lo merece ella misma.
Así que, dientes apretados por el dolor y la rabia. Una notoria cojera que le arrebata una de sus grandes armas, la movilidad, y un coraje que conmueve. Martita es hoy Marta Ortega.
A su lado, la catalana de Babolat, Lucía Sainz, es un titán, una coloso que abarca pista, que aprieta en la red, que reclama el apoyo del público para su compañera porque su talento, su raza, su coraje, le impide bajar los brazos.

Hasta ese desgraciado instante, hasta ese momento fatídico, el encuentro es intenso, ajustadísimo, vibrante, todo un regalo para quienes lo aprecian, una bofetada también para quienes hoy siguen repitiendo los tópicos más manidos acerca del padel femenino.
Sobre la alfombra azul, las parejas 1 y 6 del ranking escenifican la evolución de este deporte en la competición de mujeres. A su calidad táctica y exquisitez técnica, le unen un incremento de la potencia, el vértigo, el riesgo. Todo un espectáculo que debería acabar por librarle de su actual rol secundario a la sombra del padel masculino.
Y esa mutación de estilo tiene como claras exponentes a Majo y Mapi Sánchez Alayeto, las gemelas aragonesas que, por fin, han coronado su juego con el número uno del ranking. Las zaragozanas encandilan con su agresividad, con su determinación y, este año también, con su liderazgo. Pero no son las únicas. Sobre la pista, Lucía Sainz, sin tantos focos de momento, abandera también el nuevo padel femenino. Junto a ella crece Marta Ortega. El subcampeonato en Valencia, su clasificación ahora para la final femenina del Estrella Damm Master Finals 2014, anuncia la escalada de ambas hacia la cima.
Todo ello queda claro desde el inicio de la final, sin respiro, sin pausa. Son seis juegos disputados a corazón abierto. Con mano de hierro en torno a la red y cuchillo entre los dientes. Una pugna sublime por gobernar la cinta y marcar el territorio. Con las gemelas apretando como siempre. Con Lucía Sainz achicando espacios sin titubeos. Con Martita tirando millas y exhibiendo una prodigiosa consistencia, impropia de su edad y del escenario en el que se encuentra.

Hoy, la motivación vence a los nervios. La ilusión entierra a la presión. Cada punto es un ejercicio de valentía y arrojo. No hay espacio a las dudas. Los saques abren pista hacia la red para imponer un trazo muy firme. Caen los juegos a cada lado. Sin opciones de rotura hasta el sexto.
Es servicio de Mapi. Aprieta mucho en red Lucía Sainz. La volea de Majo se le marcha al lateral. La primera ocasión de break amenaza con romper el equilibrio. Sin embargo, es Majo, sensacional, quien emerge para salvar la opción de sus contrarias. Lo hace con una gran volea. La aragonesa del revés acaba imponiéndose para cerrar el juego (3-3).
En el séptimo, en cambio, la desgracia atrapa a Martita. Ese resbalón cuando busca el remate de Mapi contorsiona el tobillo izquierdo de la perla de Adidas. Sus gestos de dolor son inmediatos. Sus lágrimas mientras le atiende el fisio reflejan lo que ocurre. La punzada que le recorre la pierna le alcanza de inmediato el alma.
Pero la madrileña no se rinde. No baja los brazos. Y decide que la derrota será en todo caso ante sus rivales no frente al infortunio. No esta vez.

Con muchos problemas para desplazarse, Marta regresa a la pista. A su lado, Lucía se multiplica. Le ofrece el apoyo que el dolor le niega. Pero el daño es incuestionable. Las gemelas, ajenas a lo que ocurre al otro lado de la red, se procuran una pelota de break al servicio de Martita. Sólo el pundonor de la joven jugadora y el gran despliegue de Lucía les evita el primer traspié (4-3).
Pero es cuestión de tiempo. Tras encajar en blanco el octavo (4-4), ceden el saque de Lucía también sin anotar un punto (4-5). Las lágrimas abrillantan el rostro angelical de Martita mientras, incrédula, se tortura en la silla.
Las gemelas Sánchez Alayeto, muy firmes, sin distracciones, cumplen con su obligación y cierran la primera manga (4-6).
El pundonor de Lucía y Martita prolonga la final
Mapi trabaja una enormidad mientras que Majo, hoy, está inconmensurable cerrando espacios en la red. Las hermanas, en la reanudación, conquistan el saque de Lucía. Los errores de una mermada Martita penalizan aún más ante la firmeza de sus contrarias. El remate por tres metros de Majo abre una nueva brecha en la segunda manga (0-1).

La empresa se antoja ya una proeza impensable. Pero Martita y Lucía no ceden. Poco a poco, Ortega y Sainz acoplan su juego a la nueva circunstancia. Lucía reduce algo el vértigo en sus arrebatos y acompasa su despliegue al juego de Martita mientras que la madrileña arriesga algo más en sus golpes buscando acortar el intercambio. Con el juego en blanco que se anotan en el quinto (2-3) aparece por primera vez la sonrisa de la de Adidas.
Tímidos cánticos de ¡Sí se puede! afloran en algunas zonas de las gradas. Es la ilusión de ver batalla, de presenciar el duelo que la mala suerte quiere ahogar.
La resistencia de Marta y Lucía, su ejercicio de funambulismo, no sólo las mantiene en el encuentro sino que acaba teniendo efectos contraproducentes en el juego de las gemelas. Poco a poco, las Sánchez Alayeto sucumben a la tentación de inclinar el juego sobre Marta. Ahí, es cuando pierden filo y ceden el control.
En el séptimo, llega el break para Ortega y Sainz. Su oposición, al fin, tiene premio. Dos errores de Mapi, uno con el remate y el otro con la volea paralela, abren la ocasión. Lucía pilla los pies de Majo y confirma la rotura (4-4).
A continuación, además, logran consolidar el quiebre con el servicio de Sainz. La catalana aprieta el puño en dirección a la grada cuando se sitúan por delante en el marcador (5-4). Vibra el público ante la posibilidad de que se apriete de nuevo el duelo.

Pero las gemelas recuperan el paso de inmediato. Tras anotarse en blanco el saque de Majo, se apoderan del servicio de Martita en el undécimo. El ejercicio defensivo de Ortega y Sainz es encomiable. El poderío de las hermanas Sánchez Alayeto, sublime.
Mapi es quien emerge ahora para encaminar el triunfo. Primero regala uno de los instantes de este Master 2014 de World Padel Tour. La aragonesa, tras un resbalón, responde por dos veces al juego rival sentada en el suelo. Una estampa grandiosa que acaba rubricando su hermana en la red.
Después, llega a un remate de Lucía para abrir la ocasión de break. Majo remata el saque y confirma la rotura con su pegada (5-6).
No hay espacio para más. Las gemelas amarran con su servicio el partido, la final, el triunfo. Mapi y Majo Sánchez Alayeto se coronan como las Maestras del Padel 2014, un título merecido que celebran con un abrazo inmenso y una radiante sonrisa. Su corona es hoy una de las grandes noticias para el padel femenino.
Las lágrimas de Martita, en cambio, avisan de que la derrota es, simplemente, un paso más hacia la victoria. La madrileña y la catalana han roto el techo. 2015 les aguarda.
