Juan Lebrón no tiene escapatoria. Ni siquiera cuando acierta está libre del fuego enemigo, víctima predilecta de francotiradores de disparo fácil que nunca apartan la mirilla de el de El Puerto de Santa María.
De Suecia sale con otra polémica que ni provoca ni aviva,. No importa. Cuando se trata de Lebrón, hay licencia para todo.
El episodio es una simple anécdota en alguien que suma cuatro años consecutivos en la cima del pádel mundial, pero sirve, sin duda, para explicar lo que sucede con un jugador al que, en muchas ocasiones, se le ponderan más sus gestos que sus méritos.
Sí, el gaditano ha desbarrado más de una vez. Dentro y fuera de la pista. Su ímpetu, espontaneidad y competitividad le han jugado malas pasadas. La falta de control, la (mala) elección de algunas formas y la falta de conocimiento para manejar su comunicación de marca le han dado más de un disgusto. En ocasiones no ha sabido medir bien, y en otras ni siquiera lo ha intentado.
Sin embargo, su penitencia excede con mucho a sus pecados. Que si la gorra, que si finge o no beber, que si no saluda, que si hace gestos, que si le aúllan, que si protesta… Bajo escrutinio permanente, al andaluz se le imputa de todo y todo el rato. Y ello ha ido dando forma a un relato que le señala con independencia de sus hechos. O a pesar de ellos. Porque, en efecto, en el caso de El Lobo, la sentencia le llega sin necesidad de jucio.
Este pasado Open de Malmö ha ofrecido una nueva evidencia de ello. Del torneo en tierras nórdicas sale con un nuevo título y el número uno de la temporada prácticamente asegurado, en su caso, por cuarto año consecutivo. Logros suficientes como para que, en cualquier otro caso, centrasen la conversación. No en el de Lebrón, desde luego, envuelto otra vez en una nueva polémica, de esas de consumo fácil en redes. Veredictos de mucha bilis y poco seso.
Tres respuestas directas
“¿Cuántos Stupa hay en la pista?” El detonante de este nuevo arreón de críticas se sitúa en la respuesta que el gaditano propociona a esta pregunta en el micrófono oficial de World Padel Tour, tras finalizar el tremendo partido de cuartos de final que los números uno se llevan ante Franco Stupaczuk y Pablo Lima (6-3, 5-7 y 6-4).
El Lobo, con una sonrisa, contesta a la misma velocidad con la que se desplaza en la pista: “También hay Lebrón y Galán”.
A Nacho Palencia, integrante del Departamento de Comunicación del circuito, no le convence la réplica del jugador e insiste: “Por supuesto, pero digo que Stupa corre mucho barriendo la pista. Había veces que daba la sensación de que el punto otra vez se reiniciaba, llegaba Stupa y llegaba Stupa”.
Lebrón sostiene el discurso: “Igual que nosotros también”.
El entrevistador mantiene el tiro: “Por supuesto, pero te estaba preguntando por Stupa, Juan”.
El entrevistado tampoco afloja: “Yo te estoy contestando por mí”.
Esta es la conversación de la secuencia en video que ha circulado en redes sociales y que ha motivado una nueva ofensiva contra el jugador. A grosso modo, se le imputa falta de humildad por no querer elogiar a un rival, actitud arrogante con el entrevistador, chulería, y todo aquello que cada cual ha gustado de vomitar en el jugoso escenario de las redes.
Tan esforzados se han mostrado algunos en elevar su arcada que han acabado ignorando la propia realidad de los hechos, no fuera que les estropease la munición.
Porque el caso es que esa no es la primera intervención de Lebrón ante el micro de World Padel Tour tras acabar el partido. En realidad, lo primero que hace el de El Puerto de Santa María, nada más ponerse frente a la cámara, es elogiar a sus rivales y a su propio compañero. Y lo hace por voluntad propia, sin cuestión de por medio.
Justo antes de la pregunta sobre Stupa, Nacho Palencia le demanda al gaditano una primera respuesta. El periodista del circuito lo hace con una disertación genérica en la que no formula ninguna cuestión: “Ya están en las semifinales Alejandro Galán y Juan Lebrón, la pareja número uno de World Padel Tour, tras vencer en tres sets a Pablo Lima y Franco Stupaczuk. Enhorabuena, Juan, enhorabuena Ale. Lo que está claro, Juan, es que cada partido es un pequeño vietnam, una pequeña guerra, ¿verdad? Casi más de dos horas y media hoy, una batalla continua, partido de picos, de alto voltaje. Son batallas, Juan”.
Sin pregunta que responder, libre de guía y atadura argumental, Lebrón, primero, decide poner el foco en sus adversarios y en Ale Galán; luego pone en valor los méritos propios de la pareja: “Sí, obviamente, a Stupa y Lima hay que darles la enhorabuena por el año que están haciendo. Para mí son un parejón impresionante. Al igual que nosotros, en unas condiciones que a lo mejor no son tan favorables para nosotros, pero cada vez nos estamos adaptando mejor. Creo que Ale (Galán) hoy hizo un partidazo. Empezamos bien el primer y segundo set. Tuvimos un poco de dudas que contra esta pareja suele pasar, es una grandísima pareja que te lleva al límite, pero yo creo que Ale en los momentos importantes ha estado ahí y creo que marca la diferencia del jugador que es. Creo que hay que quedarse con lo bueno y lo positivo. Al fin y al cabo vamos de menos a más y eso está bien para creer en nosotros”.
Evidentemente, esta primera respuesta no aparece en el extracto de video que circula en redes sociales. Demasiado difícil hacerla encajar en la crítica sobre la arrogancia y la falta de humildad del jugador en este caso.
Puedes ver toda la entrevista aquí (a partir de 2º31’00»).
Preguntas que marcan el territorio
Y ya puestos, tampoco hay reflexión alguna sobre el origen de las preguntas y el papel de entrevistador. No, al menos, al mismo nivel que la que se realiza sobre la réplica de Lebrón.
La victoria de Galán y de este sobre Stupa y Lima no solo arroja un marcador apretado. Es la revancha de la derrota que sufrieron los españoles hace dos semanas en el P1 de Premier Pádel en Egipto. Además, para el propio Alejandro Galán, supone evitar su tercera derrota consecutiva contra Stupaczuk en apenas tres semanas, añadiendo la final del Mundial de Pádel en Dubai. Y todo ello con la lucha por certificar el número uno del ranking por tercer año consecutivo como telón de fondo.
A todo ello es ajeno Palencia que, primero, opta por una perorata introductoria sin concreción alguna y, después, tiene la ocurrencia de hablar sobre Stupa, que acaba de perder ante el esforzado desempeño de los españoles.
Desde luego, a Palencia no le pareció interesante conocer cómo habían logrado esquivar la derrota los números uno; ni cuáles fueron las claves de la reacción en el tercer set tras haber perdido el segundo acto; ni si a estas alturas pesa más la fatiga física y mental de una temporada extenuante o la proximidad de certificar el liderato del pádel mundial por tercer año consecutivo. El de World Padel Tour, de todo lo que tenía para elegir, optó por iluminar la figura de Stupa.
El periodista, sin embargo, no calibró correctamente la respuesta de Lebrón. Ese “también hay Lebrón y Galán” no era un desaire sino una reivindicación de quien, tras haberle concedido mérito a sus contrarios, reclamaba algo de foco también a la actuación propia.
Palencia, sin embargo, apreció el mensaje del jugador como un desafío ante el que debía reaccionar y decidió marcar territorio. Lo hizo de la peor forma posible. Dos veces más planteó la misma cuestión. A esas alturas, el de WPT no buscaba una respuesta sino imponerse en el duelo.
Lebrón, Galán, Stupa, Bela, Salazar, Triay, Ari o el último jugador o jugadora del ranking) son los actores principales del espectáculo. El discurso de estos debe formar parte de la narrativa como cuestión central en el relato. En este caso, sin embargo, Palencia, un personaje que debiera ser secundario, decidió situarse no ya en el mismo plano sino, además, someter al jugador.
Su insistencia en Stupa evidenció quién impone el tema. La retirada final del micrófono cuando Lebrón intentaba explicarse dejó claro quién concede la palabra. La victoria, a esas alturas, ya era suya.
Tras la final del domingo, el ejercicio público de contrición del propio Lebrón, con abrazo incluido a Palencia, acabó de ratificar el veredicto de culpabilidad del jugador. Uno más.
Tampoco esta vez ha sido necesario el juicio.