Habló Stupa y se formó. El chaqueño, en un directo con el que estrenaba su canal de Twitch (lo puedes ver aquí), soltó dos planteamientos para mejorar el pádel; así sin darle muchas vueltas, que es como más ruido hacen las ideas al caer.
La onda expansiva provocó la previsible polémica en las incandescentes redes. Sin embargo, retirado el humo, conviene ver los rescoldos que quedan porque lo sustancial está ahí.
Lo que hizo Franco Stupaczuk fue responder a una pregunta sencilla sobre cómo mejoraría el juego en el pádel profesional. A tal respecto hizo dos aportaciones. La primera fue recuperar el punto de oro. La segunda fue que los partidos femeninos se resuelvan con un súper tie-break si hay empate a un set.
El jugador, uno de los protagonistas del pádel profesional en la actualidad, vinculó la segunda propuesta al propósito de evitar que se amplíe la duración de los partidos de mujeres, por eso la medida solo la dirigió a la competición femenina. “Los hombres tenemos la pegada y los partidos se hacen más rápidos”, apuntó a modo de justificación rápida.
El ilustre entrenador Horacio Álvarez Clementi respaldó las palabras de Stupa e, incluso fue más allá en el desarrollo del planteamiento: “cuando (las mujeres) adopten un juego más ofensivo con pegada, incorporarse al formato de los hombres”; y mete en el tema de la televisión para explicarlo como un avance.
¿De qué estamos hablando en realidad?
La reducción de partidos femeninos
Las luces cortas de esa opción del súper tie-break apuntan a la reducción del tiempo de juego.
El argumento de Stupa se basa en la extendida sospecha de que los partidos de mujeres duran más en la élite que los de los hombres. Igual el jugador argentino tiene datos que sostienen tal hipótesis pero no los aportó en su alocución.
Sea como sea, según su parecer, reducir el tiempo de juego es una prioridad que mejora el pádel. Pero el foco lo sitúa sobre el pádel femenino. O como explica Álvarez Clementi, «para el espectador es muy pesado quedarse tantas horas para ver 2 o 3 partidos de pádel», así es que recortamos por el lado de las mujeres. ¿Por qué el súper tie-break no se aplica a las dos modalidades? Si el propósito es reducir tiempo porque, en su opinión, mejora la conexión con el público, ¿por qué no buscar una medida general que redunde en ello?
La propuesta general de Stupa para la competición de hombres fue volver a implementar el punto de oro pero con las mujeres fue más allá y, además de eliminar las ventajas, Stupa les señaló el súper tie-break en lugar del tercer set, iniciativa que no sugirió para su modalidad de competición.
Esas palabras de Stupa, aunque no fuera consciente de ello, conectan con el relato de que el pádel femenino aburre, de que es un incordio para el espectáculo, molesta. Esta modalidad es un aperitivo, si acaso, para degustar en pequeñas dosis, un complemento del verdadero espectáculo, el de los hombres. Durante un tiempo, eran las teloneras del pádel profesional masculino.
No, no es una consideración residual. En absoluto. Se aprecia en infinidad de detalles. Premios, discursos, condiciones,… Forma parte del aberrante discurso que minusvalora el deporte femenino en general. Ya escuchamos a Rafa Nadal justificar la diferencia de premios en el tenis entre hombres y mujeres porque generan diferente obviando aspectos como el rendimiento y el esfuerzo. Claro que esto fue antes de verle de embajador del tenis de Arabia Saudí. Tras aquello, todo se entiende mejor.
El caso es que a Stupa le preguntaron acerca de qué haría para mejorar el pádel. Su respuesta fue inequívoca: reducir el tiempo de juego y añadir emoción. Para ellos el punto de oro; para ellas, el súper tie-break, o lo que es lo mismo, menos tiempo en pista para que el espectador no se aburra esperándoles a ellos que son los que importan.
En verdad, el jugador perdió una oportunidad de hablar muchas cuestiones sobre el pádel, y más en concreto, del pádel femenino y terminó por señalar la que, probablemente, menos le incumbe.
Pudo hablar de la diferencia de premios, por ejemplo. Ellos cobran más en 22 de los 24 torneos de Premier Pádel. No parece importarle.
Pudo referirse a todos esos años con World Pádel Tour en los que, a diferencia de los jugadores, ellas solo tenían tres partidos en la pista central: semifinales y final. O a la diferencia de minutos retransmitidos lo que ha supuesto para ellas durante mucho tiempo una pérdida de ingresos por patrocinios.
También pudo referirse a los siempre peores horarios de juego para el circuito femenino. O pudo elegir para comentar multitud de detalles que denotan la menor consideración de las deportistas en relación a sus compañeros masculinos. Contaba uno de ellos Marta Marrero en Marca acerca de su reincorporación a la competición tras ser madre y su batalla por acogerse al ranking protegido, cuando cualquier convalecencia de consideración le sirve a un jugador para preservar su clasificación.
El caso es que no. Stupa optó por mejorar el juego reduciendo el tiempo en pista de sus compañeras.
La respuesta provocó un inmediato debate sobre la duración de los partidos y si las mujeres superan a los hombres en tiempo de competición en pista en cada torneo. El torrente de elucubraciones y datos sin confirmar al respecto en las redes terminó por ocultar una pregunta igual o más conveniente. ¿Por qué hay que reducir el tiempo de juego de los partidos femeninos en mayor proporción que los masculinos? ¿Por qué deben durar menos?
Stupa apuntó a la captación de la atención del espectador como argumento. Su justificación sumada a su propuesta invita a concluir que lo que más cansa al público son los partidos de mujeres. O lo que es lo mismo. Un partido masculino de tres horas cansa menos que uno femenino de la misma duración. Por ello, en opinión del argentino, hay que actuar sobre los enfrentamientos de mujeres.
A quién representa Stupa
Pero, y aquí surge otra cuestión, ¿quién es Stupa? Es decir, ¿qué representa en relación al pádel femenino? ¿Qué autoridad o reconocimiento tiene para sugerir una reducción de tiempo en pista solo para las mujeres? ¿En calidad de qué plantea menos exposición, menos visibilidad, menos retorno para las jugadoras; esto es, una devaluación del pádel femenino?
¿La idea de Stupa es una ocurrencia propia? ¿Lo ha hablado con las jugadoras? ¿Qué les parece a ellas?
Hasta ahora, no se le ha escuchado a ninguna de las deportistas apostar por suprimir el tercer set de sus partidos y sustituirlo por un súper tie-break.
¿Qué hubiera ocurrido si invertimos la situación? ¿Si es una jugadora la que plantea por su cuenta medidas exclusivas para el circuito masculino que ponen en desventaja a los hombres respecto a las mujeres? Probablemente, el debate suscitado no hubiese girado en torno al contenido de la propuesta si no a la autora de la misma y la pertinencia o no de que se inmiscuya en una modalidad a la que no pertenece.
La espectacularidad
Todo sea por la espectacularidad, un concepto difuso que se define a conveniencia. Es como lo del buen juego en el fútbol. ¿Qué es espectáculo y qué no en el pádel? ¿Una salida por tres? ¿Una dejada? ¿Y una defensa firme? ¿Y un globo medido?
Horacio Álvarez Clementi lo deja claro: la masculinización del pádel femenino es el único camino. Ese es el baremo. Las mujeres deben intentar jugar como los hombres si no, no tienen cabida.
Desde la lógica que subyace en el apunte de Stupa, el pádel femenino es menos espectacular que el masculino. Sin definir bien el concepto de espectacularidad, la falacia se sostiene a fuerza de repetición.
Asumámosla por un instante como válida y apliquémosla al pádel masculino. Podríamos convenir en que Coello y Tapia son jugadores que acotan bien el término ‘espectáculo’ en el pádel. También Galán, desde luego; y Lebrón, incluso Paquito, o el propio Stupa.
Dado que es lo que hay que preservar, lo razonable sería implementar medidas que favorezcan este tipo de planteamientos de juego y penalicen los que resulten más conservadores. En este sentido, cabe pensar que, “por el bien del espectáculo” e, incluso, en favor de una menor duración de los partidos y una mayor atención del espectador, se podría plantear la aplicación de materiales que multipliquen la velocidad del juego: pelotas, superficies de pista, palas,… Pero, además, se podrían privilegiar escenarios que favorezcan el juego rápido; localizaciones en las que la pelota salga mucho y favorezca el juego ofensivo y las definiciones rápidas.
Lo paradójico es que este es el contexto que menos favorece a parejas como las que forman el propio Stupa y Di Nenno. Los Superpibes son una dupla de mucho tajo, que le da palique al juego, que se agarra a la pista, que convierte los partidos en un jeroglífico para sus rivales. Lo hacen con sus propias armas, mucha construcción desde el fondo, mucha paciencia, bajando el ritmo cuando les conviene.
En cierta forma, y salvando las distancias, el juego de Stupa y Di Nenno está más cerca del pádel femenino que el de parejas como Coello y Tapia, Galán o Chingotto, o Lebrón y Paquito, entre otras; al menos, en cuanto a la concepción de los puntos se refiere.
Pero a nadie se le ocurriría despreciar su valor y catalogarlo de aburrido o poco vistoso. Todo lo contrario. La capacidad competitiva de la pareja, su forma de adaptarse a las situaciones de juego, su mentalidad para no desesperarse cuando la situación es adversa, su tenacidad para insistir de mil formas; todo ello forma parte del valor de Los Superpibes.
Hace tres meses y medio, Sanyo Gutiérrez advirtió de que se está perdiendo la esencia del pádel y propuso como medida subir la altura de las mallas laterales a los cuatro metros. “El pádel consiste más en fabricar la jugada, pensar, usar los cambios de ritmo, engañar… si todo termina siendo potencia, al final se pierde lo que es el pádel”. En la definición del de San Luis, encaja a la perfección el pádel femenino.
Entonces, ¿por qué lo que es válido para los hombres es denostado para las mujeres? ¿Por qué se aplican criterios diferentes y se plantean objeciones distintas para unos y otras? «Las mujeres tienen premios inferiores porque no generan lo mismo», se repite por ahí. ¿Generan lo mismo Paquito y Momo? ¿Venden el mismo volumen de entradas Miguel Lamperti y Juan Cruz Belluati? ¿Por qué cobran, entonces, los mismos premios? ¿Una final con Galán genera lo mismo que una final con Coki Nieto? ¿Un semifinal masculina de tres horas no cansa al espectador y una semifinal femenina sí?
Al final, es imposible evitar hacerse la pregunta más oportuna de todas: en realidad ¿estamos hablando de pádel?
Gracias, gracias, gracias. Por ver las cosas como son y por decirlo.