El último movimiento de World Padel Tour (WPT), la paralización temporal de las demandas de arbitraje contra los jugadores, está lejos de ser un gesto de apertura para desbloquear las posibles negociaciones.
En realidad, el paso dado ayer refuerza la estrategia diseñada por el circuito y oculta una carga de profundidad que amenaza con hacer estallar el sentimiento de colectividad de los jugadores. El último paso del circuito ha colocado una bomba de tiempo en el seno de la Asociación del Pádel Profesional (PPA). O la desactivan con tanta celeridad como acierto, o el riesgo de que esta joven entidad pueda acabar saltando por los aires será más que una posibilidad.
Ayer martes 25 de octubre, tal como adelantó Padelazo.com, los abogados de Setpoint Events (empresa que gestiona el circuito World Padel Tour) solicitaron a la CIMA (Corte Civil y Mercantil de Arbitraje) que suspenda por tres meses las demandas de arbitraje que la empresa mantiene contra los jugadores. El motivo, según reflejaron en el escrito, es que ya han iniciado las negociaciones con estos para alcanzar un acuerdo transaccional.
Al contrario de lo que pudiera parecer, este movimiento de WPT está lejos de ser un gesto de buena voluntad. La empresa ha adoptado esta medida justo el día en que vencía el plazo para hacer frente al pago de una provisión de fondos de casi un millón de euros que le permitiría continuar adelante con estos procedimientos de arbitraje. La solicitud cursada sobre la bocina le ahorra el desembolso, por ahora, sin renunciar a reanudar dichas acciones en el futuro.
Sin embargo, no es ese el fondo de la cuestión. El paso dado por World Padel Tour, sobre todo, va encaminado a reforzar la hoja de ruta que se ha marcado para lograr la adhesión de los jugadores y que pasa por la deslegitimación de la asociación y la traslación de este diálogo al plano individual.
Esta petición a la CIMA se produce una semana después del acto de presentación en Menorca de su nuevo modelo de circuito a partir de 2023. No es circunstancial. La solicitud de paralizar las demandas (que se realiza en pleno torneo de Premier Pádel en Egipto) conecta directamente con aquel encuentro al que WPT, en su convocatoria, ya otorgó la máxima trascendencia: “Estamos seguros de que este encuentro marcará de forma definitiva el futuro de nuestro Circuito y la relación que ambas partes tenemos a día de hoy”, reflejó en su escrito.
No es para menos. La puesta en escena del pasado martes 18 de octubre terminó de configurar un relato que gira en torno a una nueva era en World Padel Tour. Lo de ayer es el siguiente capítulo de una narrativa que, de puertas para afuera, habla de “borrón y cuenta nueva”, aunque su traducción a ‘lenguaje WPT’ se aproxime más a “perdón (pero no gratis) sin olvido”.
Para empezar, la medida planteada por World Padel Tour no supone la retirada de los procedimientos iniciados contra los jugadores sino una paralización temporal de los mismos, que pueden ser reactivados si, finalmente, no hubiese acuerdo entre las partes. Lo deja claro en su escrito.
La PPA había exigido la anulación definitiva de las demandas como requisito indispensable para atender cualquier opción de diálogo. Lo de ayer, lejos de satisfacer dicha exigencia, la desafía directamente. El mensaje que envía World Padel Tour no admite dudas: la amenaza de las demandas desaparecerá si hay acuerdo. Es la única opción que contempla el circuito de Damm. No hay otra.
A estas alturas, es evidente que la empresa no está dispuesta a renunciar a una de sus principales bazas. Porque, de hecho, desde el prisma de WPT, han sido las acciones legales, sobre todo las dirigidas directamente contra los jugadores, las que le han permitido sostener sus aspiraciones en el pulso con la PPA y Premier Pádel. Estos procedimientos, que implican desembolsos notables para la parte perdedora, no solo han marcado el paso de los jugadores, sino que, además, han mantenido a raya a las jugadoras durante todo el año, y este también es un factor de peso en la ecuación. Pura ‘táctica del miedo’.
Así que WPT afloja el nudo de la soga pero solo temporalmente e invita a los jugadores a aprovechar la oportunidad. El circuito traslada su urgencia a cada deportista (‘firma ya y desaparecen tus problemas’) y juega con la incertidumbre (‘ya están en marcha las negociaciones y tus compañeros pueden estar salvados ya’).
En efecto, en el escrito presentado por los representantes legales de Setpoint Events ante el órgano de arbitraje, la empresa da por iniciada las negociaciones y cita como referencia de ello algunas noticias aparecidas en medios de comunicación. “Las negociaciones iniciadas por nuestra representada para alcanzar un acuerdo transaccional con los jugadores, han tenido eco en los diferentes medios de comunicación generales y deportivos”. En concreto, señala sendas informaciones aparecidas en Marca y en AS. En el caso de Marca se menciona el acto de presentación celebrado en Menorca pero no se apunta a él como el inicio de negociación alguna. En lo que respecta a AS, el enlace apunta de forma errónea a una información de 2019.
Quien sí considera aquel encuentro como el inicio de una negociación es el propio World Padel Tour, incluso contradiciéndose así mismo. Cinco días antes del encuentro, el Adjunto a la Presidencia, Álex Corretja, rechazó la solicitud de los jugadores de asistir con abogados o representantes legales a aquel salón SA Naveta del Hotel Barceló Hamilton Menorca. “Sin ánimo de excluir a nadie, el motivo de la presente no es otro que informaros que el próximo martes vamos a realizar una PRESENTACIÓN (sic) que va dirigida exclusivamente a jugadoras y jugadores, en la que se van a tratar diferentes asuntos que nada tienen que ver con una NEGOCIACIÓN. Por lo tanto las figuras de los representantes y abogados en esta ocasión no tienen cabida (…)”, afirmó el extenista en un escrito firmado de su puño y letra.
Una semana después, ante la CIMA, World Padel Tour sí considera dicho acto como el inicio de las negociaciones. La contradicción no es un equívoco, ni una rectificación; es un mensaje claro y directo: la negociación comienza cuando World Padel Tour lo indica. Y fijar el comienzo en aquella reunión, sin abogados y sin representantes de la PPA, refuerza el planteamiento de la empresa: esto se resolverá en un cara a cara individual entre WPT y cada jugador.
Por tanto, la asociación sigue quedando fuera. PPA, evidentemente, no se mueve de su posición. Ignorada sistemáticamente por World Padel Tour, el ente colectivo de los jugadores no reconoce que exista negociación alguna.
Sobre esta previsible posición de bloqueo, más la deficiente capacidad de comunicación que exhibe la asociación en estos primeros tiempos, construye World Padel Tour una acción que hurga en las posibles dudas que haya en el seno del colectivo para transformarlas en fisuras que hagan naugrafar la nave.
Los de Damm, que por momentos fueron a remolque, se han apoderado de la iniciativa y, ahora sí, imponen la idea fuerza que sostiene su discurso: no hay solución posible que pase por la asociación PPA. Para el circuito, el colectivo surgió al calor de la competición de la FIP y QSI y, según entienden, se ha convertido en un instrumento al servicio de este. Voz autorizada la de World Padel Tour respecto a la instrumentalización de asociaciones de jugadores. La realidad, sin embargo, es que, el circuito de Damm huye de este tipo de uniones corporativistas que puedan debilitar su posición.
Más allá de la motivación, en cualquier caso, el objetivo es el mismo. Por ello, mientras WPT paraliza provisionalmente las demandas individuales de arbitraje, mantiene el proceso judicial emprendido en su día contra la propia PPA (además de la FIP y QSI) por competencia desleal.
Al mismo tiempo, en su propuesta de nuevo World Padel Tour, el circuito establece la creación de un Consejo de Jugadores formado por dos representantes (uno de ranking entre el 1 y 50, y el otro del 51 al 75), dos cargos con remuneración a cargo del propio circuito (4.000 euros anuales). Estos dos jugadores formarán parte también del Consejo de Dirección de World Padel Tour (Board of Directors) con miembros del circuito, representantes de los promotores internacionales y de los patrocinadores.
O lo que es lo mismo. La representatividad de los jugadores ante World Padel Tour no recaerá en ninguna entidad externa.
Toda esta narrativa va encaminada a suscitar un debate interno en el jugador. No solo con el resto de compañeros sino, sobre todo, consigo mismo. La bifurcación construida por WPT plantea dos caminos para el deportista: una solución inmediata y definitiva (firmar ya) o prolongar la amenaza por mantener la unidad en torno a una entidad (PPA) que favorece los intereses de la FIP y Qatar (no firmar). Este es el dilema al que World Padel Tour quiere enfrentar a cada jugador. Una verdadera trampa.
La realidad es que los deportistas están ante la oportunidad de cambiar la consideración que tienen en el modelo de explotación del pádel profesional. No todos son consciente de ello. Rehenes del espectáculo hasta ahora, pueden aspirar a liberarse de las ataduras y a definir su rol a partir de ahora. Esto no significa renunciar a WPT, Premier Pádel, APT o cualquier otra competición que pudiera surgir; sino tener la posibilidad de elegir. Abrir la mano y ampliar el escenario.
La actual propuesta presentada por World Padel Tour sustituye la exclusividad de ayer por el compromiso para mañana, pero en el fondo mantiene a los jugadores en la misma prisión de cristal. Replicar la fórmula con otros, tampoco les haría avanzar.
La pregunta clave es para los jugadores. Llegados hasta aquí, ¿qué es lo que buscan? ¿Cambiar de mano o de sistema? ¿Elegir qué tobillo tendrán esposado o eliminar los grilletes? La respuesta resuelve en un sentido u otro el pulso entre el individuo y el grupo.
Así, la firma en condiciones de ‘compromiso prioritario excluyente’ sea con WPT, con Premier o con quien fuere, implica una mirada individual y de corto alcance. Es el ya, lo mío, el ahora. Este es el reclamo del circuito de Damm que invoca el sentido del yo (tranquilidad inmediata a cambio de seguir bajo control patronal) y en torno a ello traza su estrategia. Este es, precisamente, el planteamiento que acaba transformando el escenario en una peligrosa subasta que distorsiona el presente de este deporte. Siempre habrá quien ofrezca más por tener las riendas.
Un año después de iniciar su revuelta (incumplir el contrato con Setpoint Events para jugar otra competición diferente a World Padel Tour), los jugadores ya han logrado una recompensa directa: mejores condiciones económicas, de competición y de atención y trato. Esto ya se lo garantiza cualquiera de los circuitos. Pueden quedarse con lo conseguido y mantener el estatus que tenían en un modelo que ya conocen.
La otra opción, en cambio, va más allá. No se detiene aquí. Pasa por la resistencia hasta lograr definir un nuevo modelo que haga compatible las legítimas aspiraciones de las entidades propietarias de los circuitos y de sus promotores con el derecho de los deportistas a elegir lo que mejor le convenga para sus carreras deportivas. Sin trampas.
En este caso, la decisión trasciende la perspectiva del individuo y apunta la identidad colectiva del deportista. Es una elección para hoy y para mañana. Es una posición de fuerza que nunca antes han experimentado para llegar a una meta que no se alcanza mediante la suma de posiciones individuales.
Ahí emerge el papel de la asociación y el rol que aspira a desempeñar. Hoy, la PPA está ante una prueba de fuego que marcará su existencia. O se consolida definitivamente o desaparece.
En este desafío, el ente colectivo de jugadores se empeña, con razón, en ser considerado por World Padel Tour como interlocutor. Tal vez esté equivocando la prioridad. Si te subes a la mesa para tocar el techo, más vale antes que te asegures de que las patas del mueble que te sostiene sean firmes. Por ello, en lugar de mirar a WPT, igual la PPA debería esforzarse primero en lograr que los propios jugadores, sin fisuras, le reconozcan como representante de sus intereses. Aún le queda recorrido para ello pero no mucho tiempo. Entonces, sí, podrá alcanzar el cielo.