Venganza. Ganas de venganza. Así vendió la final masculina del Open de Las Rozas el circuito organizador a través de su página web. Un recurso periodístico frecuente para anticipar el relato de un duelo con un único precedente en la temporada (y en la historia, en realidad).
Supuestos aires de revancha de los números uno, Fernando Belasteguin y Pablo Lima hacia la pareja número dos, Paquito Navarro y Sanyo Gutiérrez, la única dupla capaz de ganarles este año (en Valencia).
Insistió World Padel Tour tras la final en su argumento. Venganza por todo lo alto de Bela y Lima. Y tras la crónica, el ejército de webs y blogs que aceptaron este enfoque informativo que divulgaron por el planeta padel.
Sin embargo, en atención al carácter de los protagonistas, a su naturaleza, sobre todo del argentino de Pehuajó, el término venganza resulta incluso mundano.
Porque para Bela, en verdad, no es el contrincante su mayor desafío. No lo ha sido nunca. En caso contrario, hace tiempo que hubiera dejado de competir tras tres lustros encaramado al Olimpo del Padel. No, para la estrella de Head, el oponente es, en realidad, una suerte de aliado en su propósito de eterna mejoría. Un elemento necesario para perseguir su verdadero objetivo: ser hoy mejor que ayer. No hay nada que más valore Bela que un rival que le apriete, que le exija, que le descubra sus lagunas, que le ayude a seguir creciendo. Ciertamente, el mayor reto de Belasteguin, su mayor adversario, es él mismo.
Por eso, la revancha anunciada no era tal. La diana de los números uno no apuntaba a Paquito y a Sanyo por más que fueran quienes les infligieron su única derrota del año. No. Es cierto que muchos soñaban con una nueva caída de Belasteguin y de Lima a manos del sevillano y su compañero. Un halo de luz que iluminase la anhelada alternancia en el circuito. Quienes no contemplaban dicha opción, en cambio, apuntaban a la vendetta de los líderes. Bela y Lima, sin embargo, vislumbraban otro horizonte.
La verdadera revancha de Belasteguin y Lima
El pasado 23 de abril de 2016, la grada del Pabellón Feria de Valencia presenció la primera derrota de Fernando Belasteguin y Pablo Lima, sin lesión alguna de por medio. Era uno de los duelos de semifinales del Estrella Damm Valencia Master. Paquito y Sanyo firmaron una prodigiosa actuación que les valió para desarbolar a los números uno (6-4 y 6-2).
El triunfo resultó imponente y, por primera vez, permitió ver a Bela y a Lima sometidos por dos espléndidos rivales durante la totalidad del duelo (algunos lo habían logrado por momentos pero sin éxito).
La derrota, para muchos, abrió esperanzadores interrogantes, inéditos hasta ese día. ¿Cómo reaccionarían los números uno? ¿Cómo encajarían su primera derrota? ¿Perdían fuelle en 2016 tras una temporada impecable en 2015?
En su perfil de Facebook, Bela señaló el camino: “Hoy solo podemos aplaudir a los rivales. Mañana a descansar y lunes a entrenar a muerte como cada día!”.
Tras ello, el Master de Barcelona trajo las respuestas. El primer partido contra Britos y Escalante (6-1 y 6-2). La apurada victoria ante Borja Yribarren y Guga Váquez (6-1, 6-7 y 6-2). Los triunfos contra Stupaczuk y Jardim (6-1 y 6-1) y frente a Mieres y Lamperti (6-1 y 6-1); y por supuesto, la arrolladora victoria en la final contra Cristian Gutiérrez y Juan Martín Díaz (6-2 y 6-3).
Esa fue la verdadera venganza de Bela y Lima. La oportunidad de resarcirse de su derrota en Valencia. La ocasión de levantarse y volver a competir como si comenzaran su andadura juntos.
El relato propagandístico habló de venganza y apuntó a los contrarios. La aspiración de los números uno, en cambio, les señaló a sí mismos y habló de superación. El desquite, por tanto, no era con sus rivales sino con ellos mismos. Y lo consiguieron. En Barcelona y ahora en Las Rozas. Tres títulos de cuatro posibles.
Madrid, territorio complicado
Madrid se había convertido en una plaza difícil para Fernando Belasteguin. En 2013, Bela y Juan Martín perdieron en Madrid tras 24 victorias consecutivas y casi 27 meses invictos. Lo hicieron ante Mieres y Lima. Ese año también cedieron en el primer Master Final de World Padel Tour en Madrid ante Sanyo y Maxi.
En 2014, junto al mago de Drop Shot consiguió ganar en Alcobendas. Fue su última victoria en la capital de España. Desde entonces, el de Pehuajó ha estado en blanco allí. En su despedida junto a El Galleguito tampoco pudo conseguir la victoria en el Master Final de 2014. Un año más tarde, en las dos citas de 2015 en suelo madrileño también falló. Faltó al Open por un problema de salud y cayó en el Master Final por la tremenda lesión que sufrió Pablo Lima en el codo.
Así que, mientras que muchos señalaban a los rivales, mientras suspiraban invocando el precedente de Valencia suplicando por algo de emoción; Bela escrutaba el escenario, sus condiciones, sus circunstancias, los precedentes, dispuesto a no fallar. Un nuevo reto para quien no se cansa de superar objetivos.
De cara a Madrid, el argentino y Lima se prepararon a conciencia para afrontar un torneo en altura, de bola rápida y mucha salida. Se encontraron, en cambio, con una pista lenta y un frío inusual que restó bote a las pelotas. Dio igual. El ejercicio de autoridad que han desplegado los números uno en el Estrella Damm Las Rozas Open ha resultado abrumador.
Ni un sólo set cedido en los cuatro partidos disputados, entre ellos, una semifinal y una final que transformaron en una exhibición de contundencia, un desfile militar de una dupla sin oposición. Con un planteamiento táctico impecable y una ejecución precisa, los dominadores del circuito regalaron otra exhibición contra Paquito y Sanyo.
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Ese es desafío. Mostrar la vigencia de su camaleónica capacidad para disfrazarse de lo que les conviene, para transformarse en aquello que el triunfo requiere, para adaptarse y competir (y ganar) en todo tipo de superficies y ante todo tipo de rivales.
El Cómo y el Por qué, no el quién
Así que les importa el dónde, el cómo, el qué y el por qué, no tanto el quién. Ahí busca argumentos Bela. Ahí encuentra motivaciones. Qué fue lo que les hizo perder en Valencia, no ante quién. Cómo cayeron. Por qué. Qué fue lo que debían corregir, lo que debían hacer para levantarse, para seguir siendo competitivos. Ese es el verdadero foco para el de Pehuajó. Su mayor exigencia, a estas alturas, procede de su propia ambición.
Después de 15 años en la cima del padel, la cosa es clara. No, en efecto, no son los adversarios. A Bela quien le desafía es el propio Bela. El único que, hoy por hoy, puede hacerle frente.