La terrible lesión que ha sufrido Alejandra Salazar y que la mantendrá apartada de las pistas durante la presente temporada, ha provocado uno de esos bailes de parejas de padel que sacuden en cascada el circuito profesional.
En concreto, su compañera Marta Marrero, para lo que resta de temporada, vuelve a unirse con Cata Tenorio, la jugadora a la que dejó hace dos años, precisamente, por su actual compañera.
Esto ha supuesto que la veterana argentina deje a Victoria Iglesias que une su camino a la granadina Lucía Martínez para formar una dupla 100% andaluza. Esta unión rompe la pareja que la de Granada formaba con la canaria Carla Mesa que, de momento, para el Open de Mijas jugará junto a Maite Gabarrús y después, tendrá que volver a buscar compañera.
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Cambios de pareja: una realidad incontrolada
Todos estos movimientos son habituales en el mundo del padel profesional, un deporte en el que, de manera incomprensible, los cambios de pareja no están regulados durante la temporada (puede haber tantos cambios como estimen conveniente, únicamente deberán producirse antes de la inscripción en cada prueba).

Foto: WPT.
Pero muchas de estas uniones y rupturas dejan cicatrices. Ayer y hoy.
Rupturas y desencuentros
En 2002, un jovencísimo Fernando Belasteguin (22 años) tenía apalabrado con Pablo Semprún afrontar juntos la temporada, la última del español. La inesperada llamada de Juan Martín Díaz le hizo romper su compromiso con Semprún que pretendía terminar a lo grande su carrera profesional. Su cabreo fue monumental.
El propio Juan Martín Díaz (26 años), al obtener el sí de Bela para dar lugar a una pareja de leyenda, cortó su periplo junto al Bebe Aguste, con quien se había proclamado campeón del mundo. La decisión tampoco sentó bien al bonaerense.
Los cambios de parejas han existido desde el inicio del padel. Y con ellos, los encuentros y los desencuentros; los aciertos y los errores; los acuerdos y las controversias.
Hace dos años, cuando Marta Marrero anunció a Cata Tenorio su unión con Alejandra Salazar (por el adiós de Icíar Montes), la argentina comprendió la situación pero le costó asimilarla.
Cata Tenorio: “Entiendo sus motivos pero, a nivel personal, la ruptura de Marta me costó y me dolió”
“A nivel profesional lo entendí perfectamente y le deseé lo mejor. A nivel personal, su decisión me perjudicaba. A nivel personal estuve mal. Me costó y me dolió. Tengo una gran relación personal con ella”, afirmó la argentino que, hoy, regresa junto a la canaria en busca de convertirse en alternativa a las actuales números uno, las gemelas Sánchez Alayeto.
El granadino Javi Ruiz se proclamó junto a Gonzalo Rubio campeón de España absoluto de padel en mayo 2016. Un mes y medio después, se impusieron en el Challenger de Barcelona de World Padel Tour. Días después, su compañero, por sorpresa, anunció que rompía la pareja y se unía a Matías Marina, a quien Ale Ruiz había dejado por Nerone. La reacción pública del granadino, aún comedida y elegante, dejó entrever su enfado.
Tampoco le ha sentado bien a la canaria Carla Mesa el repentino abandono de Lucía Martínez. En medio del seísmo que la lesión de Alejandra Salazar ha provocado, la granadina ha aceptado la llamada de Victoria Iglesias para formar pareja. Esto supone la ruptura con la jugadora de Tenerife, que se había trasladado a Madrid para entrenar a las órdenes de Manu Martín. Carla también ha expresado su disconformidad y ha hablado de falta de valores en el padel.
Estos son algunos ejemplos de situaciones que, habitualmente, permanecen ocultas. Perspectivas distintas que forman parte del mismo proceso. Oportunidad o traición. Salto de nivel o abandono prematuro. Evolución o afrenta. Dos caras de una misma moneda. Emociones contrapuestas en torno a un mismo suceso.
Elegir es siempre renunciar. Inevitable. La clave no es el por qué sino el cómo. La ambición de crecer es legítima. Tanto como que la felonía es evitable desde la honestidad, la transparencia, la comunicación franca y, por supuesto, la coherencia.
Actions speak louder than words, dicen los anglosajones. Las palabras se las lleva el viento. Nuestras acciones nos definen mucho más que nuestro discurso.

Foto: WPT.
Oportunidades irrechazables
Hay llamadas que son muy difíciles de rechazar. Comprensible. Activan el deseo, la ilusión, multiplican la ambición. Entonces, lo que podría ser se impone a lo que es. Las expectativas a la realidad. La probabilidad a la certeza. Lo que puedo llegar a ser por encima de lo que estoy siendo. Es el atractivo hipnótico de una distorsión que desnuda cualquier proyecto.
Además, hay que ponderar que la vida en el deporte de élite es efímera. En el padel, sobrevivir es mucho más duro. Un salto de escalón no es sólo una cuestión de futuro. Es un presente diferente. Es mejor ranking, es mayor visibilidad, es más apoyo económico, es acceso a mejores premios. Y renunciar a ese oasis en plena travesía es muy complicado. Nunca sabes si habrá otro más adelante.

Foto: Padel Fotos.
Doble riesgo del cambio
Aceptar, sucumbir a la tentación del cambio es previsible, sin embargo, también entraña riesgos. Dos, fundamentalmente. La traición y el error.
La deslealtad al compañero que dejas, si se produce, es, en algunas circunstancias, infidelidad con uno mismo. Un retrato que te persigue allá donde vayas. Hoy es una oportunidad, mañana es una losa. Hoy el salto es tuyo, mañana eres tú el que lamentas el vuelo de tu pareja. Hoy dejas un proyecto; mañana te quedas sin él… por una promesa, por un anhelo. Hoy pides comprensión; mañana no la encuentras. Decir adiós sin mirar atrás es extraviar la ruta hacia adelante. Perder hoy la palabra es renunciar mañana a la opción de la queja.
La otra incertidumbre a afrontar en un cambio es el error. El deporte, la vida, no garantiza éxito alguno. Pero sí conviene elegir bien la forma en que se enfrenta el recorrido. Ser honesto con uno mismo. Aprender a discernir un proyecto de una urgencia. No cegarse con el destello de ser parte de algo grande cuando, en realidad, se es un parche circunstancial.
Proyectos. Esa verdad retorcida o mentira forzada. Las urgencias en el padel, en la vida, no suelen ser compatibles con los proyectos. O se tiene prisa o se tiene fe. O se cambia o se perservera. Y esto es justo y necesario tenerlo claro desde el principio. Con el otro y, sobre todo, con uno mismo.

Foto: WPT.
Sin respuestas absolutas
En cualquier caso, no hay verdades absolutas. No existen las recetas universales. Hay puertas y caminos. Decisiones y consecuencias. Y lo único que uno controla es la actitud frente a lo incierto.
El sí de Bela a Juan Martín fue un portazo a Pablo Semprún. El propio Bela, incluso, ha llegado a entender la reacción del español en aquel momento. Pero aquella decisión, por traumática que resultara desde un prisma concreto, dio lugar a una leyenda de este deporte, una simbiosis que ha trascendido momentos, competiciones, generaciones. Un sí que elevó a sus protagonistas hasta iluminar a todo un deporte.
Otros síes, en cambio, arrojaron al limbo a jugadores con más potencial que paciencia. Hoy, en el actual circuito, penan algunos dando tumbos por haber abandonado proyectos a los que no le dieron espacio ni tiempo.
El tiempo. Esa implacable deidad que concede argumentos (a favor y en contra) sobre el fondo pero nunca sobre la forma. Los aciertos son efímeros. Las canalladas, en cambio, sus consecuencias, sus etiquetas, se vuelven eternas. En el padel. En la vida.
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