¿Qué le ocurre a Fernando Belasteguin y Pablo Lima? ¿Por qué, tras no ceder una final juntos en dos años, han perdido dos consecutivas en 2017? ¿Ha cambiado su juego?
La temporada World Padel Tour 2017 ha arrancado de manera vibrante. Paquito Navarro y Sanyo Gutiérrez han subido un peldaño las prestaciones exhibidas el pasado año y se han encaramado al trono de los números uno para discutirles su supremacía.
De hecho, Bela y Lima aún no han estrenado palmarés en este inicio del circuito profesional de padel tras ver cómo la pareja número dos les arrebataba los dos primeros títulos WPT del ejercicio.
Cierto es que el sevillano y el puntano han mejorado sobremanera su rendimiento, especialmente, el de Bullpadel, protagonista de dos actuaciones sensacionales, en Santander y en Miami. Y este es, desde luego, un factor capital que explica en gran medida las dos derrotas de los líderes del ranking profesional.
Miami corona la mutación de Paquito Navarro y Sanyo Gutiérrez
Es de justicia subrayar este aspecto. No podía ser de otra manera. Del mismo modo que suyo, de Bela y Lima, era el mérito de la hegemonía vienen mostrando en las dos últimas temporadas, ahora reluce como virtud de sus rivales los dos triunfos logrados en este arranque.
El coraje de Paquito Navarro y Sanyo Gutiérrez les encumbra en el Open de Santander 2017
Sin embargo, observando con detalle las dos finales disputadas, hay circunstancias significativas que desvelan algunas diferencias de Belasteguin y Lima respecto al año pasado.
5 razones de las derrotas de Bela y Lima en 2017
Por más que, como dice el propio Bela, la derrota sea lo normal en el deporte, en su caso es una evidente anomalía a tenor de sus registros.
Hasta esta temporada, desde que el de Pehuajó se unió a Lima, no había cedido una final de World Padel Tour (sin que hubiera lesión o problema físico). En su carrera, suma 207 títulos tras disputar 247 finales.
Y de pronto, este 2017 comienza con dos derrotas en dos finales. Dos tropiezos consecutivos que anuncian un escenario inédito para la dupla argentino-brasileña. Lo significativo no es el marcador sino el desafío que encierra: los números uno deben mostrar su capacidad para gestionar la derrota.
Pero, ¿qué ha ocurrido en esas dos finales que expliquen sendas derrotas de los favoritos? ¿Qué hay más allá de la incuestionable superioridad de Paquito y Sanyo?
Menos contundencia
Uno de los rasgos diferenciales de Belasteguin y Lima, sobre todo en las finales, es su capacidad para aprovechar las opciones que generan.
Por más ajustado que sea el duelo, les basta apenas un resquicio para acabar imponiéndose a sus contrarios.
En Santander, dieron muestras de ello en el primer set. Apenas una bola de break les sirvió para abrochar el primer acto. Sin embargo, no consiguieron cerrar el encuentro. En el tercer set, los números uno dispusieron de tres match-ball para cerrar el encuentro y llevarse el título. Con 5-6 a su favor, se procuraron un 0-40 al saque de Paquito. Tres ocasiones fabulosas para finiquitar la final que se convirtieron en cuatro. En otro momento, les hubiera servido para apoderarse del triunfo. Esta vez, contra pronóstico, no concluyeron ninguna. Tampoco aprovecharon un 5-2 a favor en ese tie break. El título acabó cayendo en manos de sus oponentes.
En Miami, sobre una pista en la que resultaba una auténtica proeza defender, Bela y Lima lograron un break en el segundo set que les acabó por conceder una ventaja de 3-1. Les hubiera bastado con mantener su saque, como hicieron en la primera manga (con 5 juegos en blanco de 6 servicios) para llevarse el segundo acto y empatar la final. No lo consiguieron y acabaron perdiendo.
Falta de temple
Los líderes del ranking profesional han demostrado su extraordinaria habilidad para manejarse en situaciones límites. A más tensión, mejor respuesta.
En este sentido, han firmado remontadas memorables (como en la agónica final de Málaga en 2015: ver aquí) y ajustadísimos triunfos sobre el alambre (como el logrado en Valladolid en 2015: ver aquí).
En este 2017, por ahora, esta virtud parece haber menguado. Entre los dos torneos del año, Bela y Lima han disputado hasta 5 tie breaks. Sin embargo, han cedido los dos que han tenido lugar en las dos finales.
En Santander, perdieron el tercer y definitivo set (4-6, 6-4 y 7-6) y en Miami no pudieron cerrar el primero (7-6 y 6-3).
Sin reacción
Otro síntoma preocupante para Bela y Lima en estas dos derrotas del año es la ausencia de capacidad de reacción en momentos críticos.
En Santander, los números uno se anotaron el set inicial pero vieron cómo sus oponentes remontaban el encuentro. Incuso dejaron escapar un 5-2 en el tie break del tercer set y vieron cómo sus adversarios volteaban la situación con un parcial de 5-0 en la muerte súbita que les llevó directamente al triunfo. El de Pehuajó y el de Porto Alegre no encontraron una respuesta eficaz que frenara la reacción de Paquito y Sanyo.
En Miami, tras ceder el primer set en el tie break, Bela y Lima abrieron brecha en el segundo al conseguir un break y consolidarlo (3-1). La recuperación de sus rivales fue, de nuevo, espléndida. Los favoritos encajaron un tremendo parcial de 5-0 en juegos y perdieron el título.
Menor capacidad de adaptación
Las palabras de Bela en Miami, tras los cuartos de final, alertaron de las inadecuadas condiciones en las que los jugadores estaban disputando todo un master de World Padel Tour.
Miami Padel Masters 2017: del sueño americano a la pesadilla deportiva
La final, desde luego, estuvo condicionada por dichas circunstancias y afeó un espectáculo que, en otro contexto, podría haber resultado sublime (como ocurrió en Santander).
Sin embargo, Belasteguin y Lima, una dupla camaleónica, capaz de adaptarse a casi todo, no estuvieron cómodos en ningún momento. O al menos, se amoldaron peor que sus contrarios.
Nada que ver con el master de Barcelona de 2016. Allí, Bela y Lima fueron capaces de sobreponerse a un gran aguacero para conquistar un complicado triunfo sobre una moqueta empapada. Allí exhibieron como cualidad su habilidad para adaptar su juego a las condiciones.
Bela y Lima emergen en la lluvia para conquistar la final del Estrella Damm Barcelona Master 2016
En Miami, sin embargo, sus contrarios les superaron en este apartado.
Falta de alternativa táctica
Uno de los trazos más definidos de la estrategia de Fernando Belasteguin y Pablo Lima en sus enfrentamientos contra Paquito Navarro y Sanyo Gutiérrez pasa por apurar al sevillano en defensa, confinarle en su esquina, contener sus arrebatos, exigirle en el tajo defensivo, minimizar su capacidad ofensiva y obligarle a arriesgar para salir de esa mazmorra. Al mismo tiempo, consiguen aislar a Sanyo, quitarle hilo al juego del genial jugador puntano y evitar que se apodere del ritmo.
En Santander y en Miami, la respuesta de Paquito a este desafío fue diferente a otras ocasiones. Descomunal. El sevillano no sólo sostuvo el envite sino que trazó el juego con paciencia y maestría hasta abrirse camino e imponer su filo. El de Bullpadel le dio palique a la jugada cuando correspondía, sin precipitaciones; y cuando arriesgó, lo hizo con tanta eficacia como brillantez. El español, eléctrico, movió a Belasteguin en el cruzado y tapó las incursiones hacia la red de Lima en el paralelo.
Frente a esto, los números uno no encontraron alternativas. El plan que tantas veces les encumbró, esta vez acabó por enterrarles.
Bela y Lima: la gestión de la derrota
Lo expuesto anteriormente son factores que pueden ayudar a comprender dos derrotas. No obstante, conviene tener claro que Fernando Belasteguin y Pablo Lima ya suman dos finales en los dos primeros torneos del circuito.
Su camino inmediato lo tienen bien presente: seguir trabajando, seguir mejorando. Son los líderes del ranking World Padel Tour y dos tropiezos no sirven para enterrar lo conseguido.
Hace un año, Bela y Lima sufrieron su primera derrota juntos (sin lesión de por medio). Ocurrió en el Master de Valencia y sus verdugos fueron los mismos que hoy les han superado. La reflexión de aquellos días sigue vigente para comprender que los números uno son irreductibles en su propósito.
Volverán
Claro que sí, Hernán. En realidad, no creo que se hayan ido, no? 😉