Allá está en la cima. Con el cetro que le identifica como el mejor. De nuevo, como tantas veces en los últimos 13 años. Después de otra actuación sublime en una batalla intensa. Otra vez tras demostrar su ambición irreductible, de exhibir su carácter completamente indomable, de hacer gala de un afán competitivo insuperable. Ahí, sobre el escenario que le corona una vez más, los focos le apuntan indiscutiblemente, las miradas escrutan cada uno de sus gestos y el micrófono está dispuesto para plegarse a su veredicto.
Fernando Belasteguin lo tiene todo a favor para reivindicarse, para exhibir su leyenda, para reclamarse como lo que es: un verdadero mito del padel. Es de justicia. Por su irrepetible pasado. Por su imponente presente. Por su intimidante futuro. Acaba de conquistar junto a Willy Lahoz, un compañero de circunstancias, su segundo torneo World Padel Tour del año. Recién ha superado, como en el último duelo del Estrella Damm San Fernando Open, a dos formidables adversarios, Paquito Navarro y Matías Díaz, presentes en las tres finales de la temporada.
Ahora, el de Pehuajó tiene la oportunidad, ya sin Juan Martín Díaz a su lado, de regalarse la gloria. De liberarse de molestas etiquetas, prejuicios y tópicos para mostrarse como un verdadero genio. La ambigua pregunta de la periodista es un regalo precioso. Pero Belasteguin no lo aprovecha para sí. No sería El Bela si lo hiciera. El argentino cede el privilegiado lugar en el centro de la escena y encumbra públicamente a su compañero: “Es el mejor jugador de la historia española”, afirma quien lo es todo en este deporte. Como antes hiciera con Juan Martín, ahora lo hace con Lahoz a quien señala como un ejemplo para cualquier jugador y pide públicamente el lugar que merece por ello. “Las federaciones territoriales deberían hacerle un reconocimiento público en cada torneo”, reclama Belasteguin que también tiene palabras para su rival hoy, Paquito Navarro («será el mejor dentro de poco»).
En cambio, no se guarda para sí ni un ápice de mérito de la victoria. Apenas un discreto “tuve que hacer un trabajo para intentar que no le molesten mucho (a Lahoz)”. Un genio disfrazado de obrero. Un líder pasando por meritorio. Es el último regalo de Belasteguin a Willy Lahoz para devolverle la portentosa actuación que el madrileño ha firmado en San Fernando y en La Palma.
Fuera de pista, a las victorias de Bela se les acostumbra a negar la púrpura que a otros se les concede incluso en las derrotas. Hasta el propio Belasteguin despoja de fastuosidad cada uno de los dictados que regala para la historia del padel.
Sobre la moqueta, en cambio, no hay posibilidad de ocultarlo. El trazo que deja en cada partido es imborrable. Así es en esta final que le mide de nuevo a Paquito Navarro y Matías Díaz, un duelo con aire de revancha tras la final de San Fernando. Un encuentro al que llegan Bela y Lahoz tras una auténtica paliza: Agustín Gómez-Silingo y Fede Quiles (4-6, 6-2 y 6-4); Aday Santana y Jordi Muñoz (6-0 y 7-6) y Maxi Sánchez y Sanyo Gutiérrez (4-6, 7-5 y 6-3).
Sus adversarios, el sevillano de Mystica y el argentino de Star Vie repiten final, la tercera del año, tras sortear todos los obstáculos del cuadro: Andoni Bardasco y Nacho González Gadea (6-4 y 6-2); Chiqui Cepero y Javier Escalante (6-1 y 6-2); Tito Allemandi y Miguel Lamperti (3-6, 6-3 y 3-6) y Juan Martín Díaz y Juani Mieres (6-4 y 6-4).
El inicio de este decisivo encuentro decanta la final de inmediato. La táctica de Paquito y Matías pasa por inclinar la pista sobre Lahoz para elevar la exigencia física al madrileño. Pero no resulta en estos albores. Arrebatadamente firmes, Bela y Willy pulverizan en blanco el saque inaugural de Navarro. Un paralelo de tiralíneas de Lahoz y una afiladísima volea de Belasteguin les abre un camino con el primer break (0-1) que despejan en el tercer juego con otra rotura.
El de Pehuajó, con una recuperación imposible, regala la tercera oportunidad para quebrar el saque de Matías Díaz. Un fabuloso remate de Lahoz tras una gran volea al medio amplía la brecha (0-3).
En este arranque, Bela y Willy resultan inaccesibles para sus rivales que encajan un parcial de 0-4 para quedar al borde del abismo en la primera manga. El argentino de Head firma un primer parcial inconmensurable, sin apenas errores. Un auténtico rey Midas que acierta en la elección y maravilla en la ejecución. A su lado, el español de Kaitt mantiene un duelo hermoso ante Matías Díaz en el que se impone con claridad y mucha maestría. Todo un jugadorazo disfrutando como nunca.
Y por más que en el quinto, Díaz y Navarro frenan su despeñamiento (1-4), han concedido ya demasiada ventaja en un primer acto que acaban cediendo (2-6).
La reacción de Paquito y Matías aprieta el duelo
El segundo set, en cambio, dibuja un retrato absolutamente distinto. Se percibe de inmediato sobre la alfombra. Paquito emerge en el primer juego para marcar el territorio desde el saque (1-0). «Con intención cada bola». La advertencia de Bela anticipa un escenario impensable hasta el momento. No para él. Navarro y Díaz se procuran tres puntos de break al saque de Willy Lahoz. «Una a una», le dice Belasteguin a Lahoz. «Sin presión», le apunta Paquito a Mati.
La batalla trasciende ya la moqueta. De la pala a la cabeza. Los gestos, las miradas, las celebraciones entran en escena para sumarse a cada volea, cada globo y cada remate. “Intenso, así te quiero”, le reconoce a Lahoz su compañero tras levantar las tres bolas de rotura. Surge una cuarta a favor de sus rivales pero el propio Bela, descomunal, emerge imperial para comerse la pista y destrozar a sus rivales desde la red. Su mirada refleja una fiereza implacable. No es la palabra de Bela. Son sus actos lo que le define. La escena explica quién es este gladiador y, sobre todo, por qué es quién es.
Salvada la amenaza (1-1), son Belasteguin y Lahoz quienes a punto están de asestar el golpe. El 0-40 al saque de The Warrior descubre el camino hacia la victoria. Pero Paquito, fabuloso, hace rato que ha entrado en combustión. Resuelve las dos primeras de manera formidable y un error de Bela disuelve la tercera (2-1).
El sevillano gesticula, reclama el apoyo del público. Quiere a la grada de su lado en un duelo que se disputa ya palmo a palmo. A su lado, Matías Díaz ha ido fortaleciendo su juego, demasiado inconsistente en el primer set. Con dos pasos al frente, el de Star Vie encuentra receta al calvario que padeció en la final de San Fernando ante los diabólicos envíos cruzados de Lahoz a la malla. Ahora su anticipación le permite darle carrete al duelo con Willy, someterle a un gran desgaste, por alto y por bajo, a una esquina y al medio. Incomodarle para evitar que el madrileño clave sus pies a la moqueta y saque a relucir su magia.
Ante el acoso, Bela se multiplica. Y se desordena. Demasiado terreno por cubrir, sobre todo, ante dos rivales que ahora sí, mandan desde la red. Así, en el cuarto, Navarro y Díaz resquebrajan el saque de Belasteguin. Una bandeja de Willy, después de un vaivén constante obligado por sus oponentes, entrega el servicio de su compañero (3-1).
Obtenida la conquista, Paquito y Mati aceleran para tratar de apoderarse de esta segunda manga (4-1). Con su saque, Díaz sitúa el encuentro en el umbral del tercer set (5-2).
Pero, cuando enfrente está Bela, no hay nada decidido. El de Pehuajó, consciente de que un tercer acto reduce sus opciones, se afana por evitarlo. Ese es, en verdad, su escenario. En los peores momentos, cuando los rivales aprietan y el encuentro se les escapa, hay emerge el número uno. Incluso aislado del juego, su intervención siempre aspira a ser decisiva. Porque donde no llegan sus piernas, llega su alma. Donde no entra su juego, lo hace su mente.
Con su compañero sometido a la mazmorra, Belasteguin le hace notar su presencia en todo momento. Está ahí, junto a él. Es un mensaje claro: resistiremos juntos y, en cualquier caso, no te dejaré caer solo. Y Willy lo recibe tras cada punto. La presión se vuelve alivio.
Paquito y Matías Díaz tienen el saque propio para clausurar este capítulo y dar paso al tercero. Pero no es fácil ponerle rúbrica a lo conseguido. Mucho menos con Bela y Lahoz enfrente.
El sevillano, tras un portentoso arrebato en el segundo set, se desploma inexplicablemente. Después de iluminar la pista con su desbordante talento, las tinieblas se apoderan de su juego. Dos errores con la volea y un globo paralelo que se marcha. Tres fallos que condenan su saque. La sentencia la dicta Matías con un globo directo al cristal de fondo (5-4).
Bela rodea con el brazo a Willy. Estoy aquí. Estamos juntos. Es la cara. La cruz, el warning que el juez árbitro Ramón Gómez le otorga a Paquito Navarro. El detalle cobra importancia más tarde. Un segundo warning, esta vez a Matías Díaz por golpear el suelo repetidamente con la pala, clausura el duodécimo juego (6-6) y deja la resolución del set para el tie break.
Y ahí, sobre el alambre, Bela y Willy no fallan. Desequilibra este duelo en el desfiladero el de Pehuajó con un dictado maravilloso que mueve de lado a lado a sus contrarios, los confunde con el amago y los fulmina con la pegada. El 4-2 se amplía con dos errores de The Warrior. El primero, una volea a la red tras una apretada bandeja de Willy. El segundo, otra volea esta vez al cristal de fondo.
Pese a la fractura, no ceden Paquito ni Mati, dispuestos a apurar sus opciones. Pero Willy Lahoz y Fernando Belasteguin culminan su gran aventura juntos con el triunfo final. Paquito Navarro estrella en la red una salida de pared de revés y echa el cierre el encuentro (6-2 y 7-6).
La bola toca en la cinta y se queda en campo del sevillano. Casi al mismo tiempo que la pelota, las rodillas del gran Willy Lahoz se clavan en la moqueta oscura de la pista. Es alegría y reconocimiento. Bela, junto a él, le señala y le levanta del suelo. Conseguido el triunfo, llega la hora de la ceremonia. Los focos realzan el esplendor de una escena que eleva a los ídolos y los entrega a la grada. Con el espectáculo a punto y los deberes hechos, Belasteguin se aparta.
“Bela es contagioso”. La definición de Lahoz ante los micrófonos de World Padel Tour encierra todo lo que el argentino significa para un compañero en una pista de padel. El alcance de un genio, el talento de un mago, la ambición de un líder, la competitividad de un guerrero, el oficio de un veterano, la generosidad de un deportista. Un número uno con mil caras, todas al servicio del padel.
Invictos en este efímero pero inolvidable periplo juntos; Willy regresa a su realidad, Bela reanuda su marcha con Pablo Lima dispuesto a volver a mutar en lo que haga falta para competir y dar el máximo. Siempre.