A Agustín Tapia se le ansía mucho más de lo que hasta ahora ha ofrecido. Entre lesiones propias y ajenas, este joven argentino, que ha cumplido 20 años hace pocos días, ha tenido muchas menos oportunidades de las que hubiese querido para demostrar las enormes cualidades que anuncia.
Sin embargo, ni su juventud ni los parones han conseguido templar las expectativas en torno a su figura. Al de Catamarca se le tiene por mucho más que una promesa, una consideración anómala en otras figuras emergentes de la misma generación.
La explicación no se encuentra tanto en sus resultados. El argumento definitivo lo aporta un hecho insólito: los dos jugadores más grandes que ha tenido este deporte en los últimos 20 años, le han elegido como compañero en una misma temporada para aspirar a todo.
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Agustín Tapia: el accidentado despegue de un genio
Quedan pocos días para el debut de Tapia con el que será su quinto acompañante en estos cuatro meses de temporada 2019. Aunque, en verdad, se tratará de su segundo compañero (los otros tres fueron parejas circunstanciales).
El próximo 7 de agosto cuando salte a la pista en el Open de Mijas junto a Fernando Belasteguin, estarán a punto de cumplirse tres meses de su último partido con Juan Martín Díaz, su primer compañero del año.
Fue el pasado 8 de mayo en Vigo. El joven de Nox jugó por última vez junto a El Galleguito. Una nueva lesión en la rodilla del genio de Mar del Plata dio al traste con un proyecto ilusionante que apenas tuvo 8 partidos de vida: suficiente para convertirse en una pareja a la que todos querían ver.
El zurdo de Drop Shot sufrió un nuevo percance en su maltrecha articulación en el torneo de Logroño, el segundo del año, que ha acabado por mandarle de vuelta al quirófano. Tendrá que recorrer ese oscuro túnel del que ya había logrado salir en 2018 para afrontar una recuperación aún más incierta.
Tapia, por su parte, se despidió de una oportunidad única: jugar junto a uno de los más grandes de la historia. El sueño de Agus escondía una pesadilla atroz (para su compañero, sin duda; y también para sus anhelos).
No era la primera vez que sus aspiraciones sufrían un revés en su incipiente carrera. Tampoco, desde luego, fue la última.
Tapia llegó a World Padel Tour por la vía de la Fabrice Pastor Cup, el torneo organizado por el empresario de Monte-Carlo que catapultó también a jugadores como Chingotto, Tello o los Lucas, entre otros.
Tras algunos escarceos en el circuito profesional en la temporada 2017, por fin, en 2018, decidió dar el salto y probarse entre los grandes. Había despuntado en Argentina junto a un ilustre como Lucho Soliverez. Se había asomado a España en el Mundial de Menores de 2017 en Málaga y en varias pruebas WPT de ese año (llegó a hacer cuartos de final en el Master de Catalunya partiendo desde la preprevia).
Ahora encaraba un sueño aún mayor. Jugar en la élite. La alegría le duró muy poco. En concreto, cuatro meses. En julio, durante el Challenger de Cabrera del Mar, sufrió una grave lesión que le alejó de las pistas durante media temporada. No regresó hasta noviembre.
Pese a todo, su talento había llamado ya la atención de muchos, entre ellos, de todo un Juan Martín Díaz que le eligió como compañero para la temporada 2019. El mito que, en su día, señaló a Bela; ahora lo hacía con Tapia. La promesa, en cambio, era muy diferente: regalarle lo mejor del tramo final de su inigualable carrera.
No obstante, la rodilla del marplatense tenía otros planes. Y Tapia se vio obligado otra vez a aparcar su sueño.
Fue otra llamada la que reactivó enseguida su despegue. El propio Fernando Belasteguin, la leyenda de Pehuajó, el ex-compañero de JMD, le buscó como reemplazo del mismísimo Pablo Lima, con quien había gobernado el circuito profesional durante más de tres años y medio.
Bela, lesionado durante medio curso en 2018, no lograba volver a ser competitivo junto a Pablo Lima en este inicio de temporada 2019. Así que decidió cambiar a mitad de año, una medida inaudita en el de Pehuajó. Más aún cuando se supo que el reemplazo elegido era un joven jugador 20 años sin apenas fogueo en la élite.
Sin embargo, Belasteguin no es un jugador de decisiones precipitadas. Bela conocía al catamarqueño. Ya le sufrió como rival en los octavos del primer torneo de la temporada, en Marbella. Ahora, su dedo sobre Tapia ratificaba la apuesta inicial de Juan Martín, confirmaba aquello que el resto intuía y, al mismo tiempo, situaba al joven jugador en el mayor de los escaparates (deportivo y publicitario).
Una plaza emblemática como Valencia debía servir de estreno para la nueva dupla pero, de nuevo, la fatalidad, de manera indirecta, se cruzó en el camino del catamarqueño.
En la final del Master de Buenos Aires, el de Peahujó se rompió el sóleo cuando luchaba por conseguir su primer título. Aunque esquivó el quirófano, la lesión alejó a Bela de las pistas por tiempo indefinido (de hecho, suma casi dos meses sin competir) y aplazó el ansiado estreno con Tapia.
En el Open de Mijas, en apenas unos días, el catamarqueño parece que iniciará, al fin, un proyecto que puede cambiarle la vida deportiva definitivamente.
Agustín Tapia: juego sobrio, despliegue incansable y remate temible
Si todo va bien, Agustín Tapia terminará junto a Fernando Belasteguin una temporada que comenzó al lado de Juan Martín Díaz. Y todo en el año de su vigésimo cumpleaños. No hay un jugador que pueda contar algo parecido.
Desde luego, la coincidencia de estos dos mitos en su elección está llena de significado. Más aún si se tiene en cuenta que, del año y medio que el de Catamarca lleva en la élite del pádel mundial, apenas ha podido mostrarse en la mitad de ese periodo.
Eso sí, el tiempo en que lo ha hecho ha exhibido algunas cualidades notables y, sobre todo, un cuajo de jugador solvente que anticipa una progresión meteórica.
Porque, lejos de las deslumbrantes virguerías que muchos quieren regalar a esas edades, Tapia es un jugador sobrio y efectivo. Tiene multitud de tiros pero no se adorna si no es un recurso necesario, lo que explica bien el poso de madurez que transmite su juego.
Una de las características que mejor le define es su despliegue. El catamarqueño es rápido y lee bien el juego lo que le permite abarcar un amplio radio de pista. A ello se le suma una gran condición física, propia de su juventud, que le confiere una elevada resistencia.
Sobre todo ello, Tapia exhibe virtudes llamativas. Su pegada, desde luego, le retrata. Es un rematador temible desde cualquier posición de la pista aunque toda pelota que vuele a su derecha, incluso detrás de su compañero, corre riesgo de salir despedida más allá del alcance de sus rivales.
Desde el fondo, el de Nox defiende razonablemente bien. Ofrece un juego firme y consistente y, en sus transiciones se muestra muy atrevido. Lo mejor es que cada metro que conquista, lo conserva con un avance tan sólido como eléctrico. No rehuye el cuerpo a cuerpo y, en la cinta, Tapia no se enreda. Busca caminos directos y efectivos.
Su temperamento apocado fuera de la pista eleva su temperatura sobre la moqueta aunque no es un jugador efervescente.
Pese a su juventud, el argentino ofrece una materia prima ideal para que dos grandes como Juan Martín Díaz, primero, y Fernando Belasteguin, después; hayan decidido esculpir en ella parte de su legado.
La presión: el nuevo desafío
La naturaleza de la lesión que ha sufrido Belasteguin, con alto riesgo de recaída, le hace ser prudente en su regreso.
«La idea es ir a jugar el Cervezas Victoria Mijas Open para así poder probarnos como pareja, pero sin asumir muchos riesgos, ya que el objetivo es llegar bien al Estrella Damm Madrid Máster (en septiembre)». Las palabras son del propio Bela en El Confidencial aunque, tras ellas, además de la cautela por su recuperación, también se adivina un intento de abordar otro de los factores amenazantes con los que tendrá que lidiar a partir de ahora: la presión.
Hasta ahora, su nuevo compañero había celebrado los cuartos de final de cualquier torneo como un logro (con JMD no pasó de ahí). Las semifinales que firmó en Valencia junto a Nacho Gadea fueron una gesta insospechada. Ahora, en cambio, estos registros junto a Bela serán una obligación mínima para competir por todo.
Se enfrentará así Agustín Tapia a una doble presión: la de pelear por los títulos y, además, hacerlo junto a un figura como Belasteguin. Un salto mayúsculo en su carrera.
En esto, sin embargo, su nuevo compañero es un maestro. El de Pehuajó maneja como nadie cualquier escenario y es capaz de sacar lo mejor de cada pareja ofreciéndole, primero, lo máximo que tiene él mismo. Ejemplos de ello ha regalado en su dilatada carrera aunque baste recordar el memorable episodio junto a Willy Lahoz.
Por otro lado, el ex-número uno subraya, además, el acoplamiento de la pareja como un objetivo prioritario. No es una cuestión baladí en este caso. En los últimos 18 años, Bela sólo ha tenido dos compañeros y ambos eran zurdos.
Tienen que generar nuevos automatismos, con la temporada iniciada, y a partir de un cambio de posición. Belasteguin y Tapia son jugadores de revés. ¿Quién cambiará de lado?
Lo razonable sería que el de Catamarca se pasara a la derecha por juventud (y porque ha jugado ahí en alguna ocasión). Sin embargo, su poderoso despliegue podría sostenerle en el revés lo que enfrentaría a Bela a su enésimo reto deportivo: ganar desde la derecha.
Sea como sea, Tapia, El Elegido, descuenta las horas para encarar su propio desafío. Sin más percances, peleará por convertir el futuro en presente inmediato. Llega el momento de probar todo lo que su talento promete.