Carolina Navarro y Cecilia Reiter se dicen adiós. Tras 12 años de alianza inquebrantable, la pareja que gobernó el pádel femenino profesional con mano de hierro antes de la llegada de World Padel Tour, ha anunciado su ruptura.
Ambas jugadoras han utilizado sus redes sociales para explicar esta separación. La malagueña ha empleado 225 palabras; su ya excompañera ha repartido 284 en 14 frases. De todas ellas, solo tres son lo suficientemente reveladoras, aquellas que dan forma a una expresión que no apunta solo al 20 x 10: mapa de vida.
“Hoy nuestro mapa de vida es distinto y por eso separa nuestros caminos personales y profesionales”, asegura Reiter en las líneas «más difíciles y tristes» que ha escrito en su vida. Las acompaña de una galería de imágenes en las que incluye recuerdos que van más allá del pádel. Es la única de las dos jugadoras que lo hace, y con ellas refuerza la dimensión de ese breve texto que informa del final de una etapa de doce años. Un plazo que no pertenece al pádel; más bien, una medida de vida.
Porque doce años son muchos; hoy, una eternidad. Para una smart tv, para un coche, para una red social y puede queh hasta para un matrimonio. Doce años es demasiado. En el caso del pádel, no es mucho; es un imposible.
Por eso, lo que señala Ceci trasciende los límites de la moqueta: un mapa de vida. Fue lo que sostuvo a la pareja desde el principio, pero sobre todo, al final.
Carol y Ceci ocuparon el trono del pádel profesional durante cuatro temporadas consecutivas, la última, un 2012 de ensueño en el que solo perdieron un partido en toda la temporada (8 títulos de 9 posibles). A partir de ahí, surgieron las dificultades. Una operación de urgencia a principios de 2013, la irrupción de las gemelas Sánchez Alayeto, la entronizacion de Patty y Eli, la mutación de una disciplina que adquirió velocidad y alumbró emergentes figuras.
Todo ello desubicó a la dupla, le generó dudas, pero nunca la rompió.
Juntas se habían encaramado a la cima y juntas aprendieron a encajar la derrota, a perder protagonismo, a levantarse, a rebelarse y seguir peleando. Hubo tropiezos dolorosos, algunos capaces de hacer añicos cualquier compromiso. No fue así en su caso. Se mantuvieron firmes en su propósito: seguir adelante unidas. O eran juntas o no serían.
Y eso que pudieron haber cambiado de fórmula, haber buscado soluciones fuera de la pareja. Hubiera sido lo más fácil, desde luego. Se lo pedían algunas voces, que se liberasen de ataduras, que priorizaran lo deportivo.
A Carol le sugirieron que volara sola y apurase su tramo final de carrera conforme a su condición de leyenda, como si ser dueña de su destino no fuera un derecho adquirido. A Ceci le susurraron que soltara la pesada losa que le tocaba soportar y buscase un nuevo reto que le permitiera compartir la presión, como si ese desafío permanente no la hubiera hecho mejor jugadora.
Ninguna cedió. La una se aferró a la otra dentro y fuera de la cancha y, siempre ejemplares, dieron forma a una identidad compartida: Carol y Ceci.
Así apretaron los dientes ante las adversidades y decidieron recorrer una ruta que desplegó sus senderos sobre la moqueta y más allá de ella: un mapa de vida. Lo resumió la propia Carolina Navarro tras una dolorosa derrota en 2014 ante Patty y Eli en Marbella (6-0 y 6-1): «Hay demasiado énfasis en el éxito y en el fracaso y muy poco en cómo la persona progresa a través del esfuerzo. Disfruta del viaje, disfruta cada momento y deja de preocuparte por la victoria y la derrota. Seguimos!!! Vamos Ceci Reiter!!!«
Ahora, ese camino común se ha truncado, ese pilar ya no está en pie y no hay forma de sostener una alianza que en el apartado deportivo hace tiempo que había dado sus mejores días.
Estamos acostumbrados a ver en el pádel cómo los resultados son los que tumban los proyectos; cómo la aritmética más simple provoca quiebres y abre oportunidades interesadas; pero también hemos disfrutado de algunos casos en los que el corazón ejerce un blindaje persistente que solo se puede derribar desde dentro.
Así ha ocurrido en algunos ejemplos recientes como ahora con Carol y Ceci.
De aquí en adelante, les toca continuar el camino por separado. Tienen talento y compromiso de sobra para hacerlo, pero no será sencillo. Cada vez que miren a su lado no encontrarán, ni en la pista ni en el sofá, a la persona que les completó durante los últimos 12 años.
Carolina apurará las últimas temporadas de su brillante carrera deportiva con nueva compañera; un, lo que para muchos, pudo haber sido y no fue.
Cecilia se librará de un peso enorme, como ella misma ha reconocido en alguna ocasión, y, una vez logre recuperarse del todo físicamente, tratará de constatar la vigencia de su juego en el pádel actual sin el cruel peaje que le ha tocado asumir.
A ambas les quedan algunas líneas por escribir en este deporte en busca de un nuevo mapa de vida que sustituya 12 años de complicidad ejemplar. Para el resto, termina el último reducto del romanticismo en el pádel.
¡Mucha suerte!
Son geniales las notas que escribes con tanta puntillosidad y excelente prosa. Gracias por este site. La nota de Delfi Brea también me encantó.
Saludos desde Argentina
Hola, Diego. Mil gracias por tus palabras y por dedicarle un rato de lectura.
Un abrazo fuerte.