Es un coloso del padel malagueño. Un gladiador en la pista. Una fuerza irrefrenable que aprieta en cada palmo, que avanza con firmeza e intimida con su pegada.
No es un fino estilista. Es un fajador. Un pegador de rompe y rasga con un brazo de granito y la voluntad inquebrantable de mirar siempre hacia adelante. Es pura raza sobre la moqueta. Desde la derecha despliega su descomunal potencia, una poderosa arma puesta al servicio de una ambición temible.
A sus 27 años de edad, sigue siendo un auténtico depredador de la competición. Sus nueve temporadas en el Hockey Club Benalmádena, equipo desde el que se impulsó hasta la selección española de hockey hierba, no han apaciguado su ansia competitiva. De hecho, este año busca apoyo para poder medir su juego en la élite. “Sí, estoy buscando patrocinadores”, reconoce Francisco José Tobaria Castro, vinculado desde hace años a Middle Moon y Padelmanía, y que ahora necesita un empujón más, una apuesta definitiva que le permita afrontar con garantías ese gran objetivo que tiene entre ceja y ceja.
Mientras llega, dedica 35 horas semanales a impartir clases de padel en el Colegio Los Olivos, interminables jornadas que apenas le dejan hueco para competir únicamente a nivel local. “Si me surgen más apoyos, entrenaré y jugaré el World Padel Tour”.
Por el momento, sin apenas tiempo para entrenar y con la atención en sus alumnos, Fran Tobaria ha rozado la proeza en el primer año del nuevo circuito de padel profesional. En Málaga, se quedó a las puertas del cuadro principal al caer junto al también malagueño Víctor Sánchez contra Jesús Espejo y José Antonio García Diestro después de protagonizar una actuación memorable.
También en Granada firmó un gran torneo pero no pudo coronarlo con el pase a cuadros. “Los resultados de las pocas pruebas que he jugado me avalan”, asegura el jugador que destaca que “en casi todos (los torneos profesionales PPT o WPT) que he jugado, me he metido en previa”.
El dato saca brillo a un palmarés que le concede un lugar de referencia en el padel provincial (2º en el ranking de la FAP en Málaga, con tres victorias en seis pruebas provinciales), y de privilegio en el andaluz (21º en la clasificación regional con tan solo 9 pruebas jugadas, con semifinales en el Campeonato de Padel Andalucía Absoluto). Todo ello refleja el potencial de un titán que descuenta años mientras busca su lugar.
Sorprende, además, el camino autodidacta de este malagueño que llegó al padel por casualidad hace apenas siete años. “Un chico del equipo rival de hockey me vio jugar al padel y me planteó impartir clases en las pistas de AENA (Complejo Deportivo de AENA, junto al Aeropuerto de Málaga)”. Hasta esa fecha, el contacto de Francis con el padel quedó restringido a esporádicos partidos con su padre. La oferta, sin embargo, le suscitó el interés por este deporte. “Duré un año más en el hockey dando a la vez clases de padel”. A partir de ahí, cambió definitivamente el stick por la pala.
“El hockey me quemó. Viajaba demasiado. Cuando no era con el equipo era con la selección. No tenía descanso. Y a los 22, exploté”. Además, tal como recuerda Tobaria, “el padel me gustó, me pareció superdivertido, no se me daba mal y encima ganaba dinero con las clases”.
Ahí comienza a forjarse la trayectoria de este jugador cuyo único precedente con un deporte de raqueta había sido el frontón. Su padre, Francisco Tobaria, no solo fue el encargado de guiar la incursión de su hijo en el padel. En realidad, el progenitor es una referencia en la vida de Fran, un faro que ilumina su camino, una figura que reverencia dentro y fuera de la pista, que aún hoy le acompaña en torneos, le contempla en partidos, sufre con él en las finales. “Mi padre ha sido mi maestro, mi entrenador, mi todo. Lo poco que hago lo hago con él”, confiesa acerca de quien “admira como persona y quien hace que me crea lo que soy”.
Es, desde luego, su gran influencia en el padel, pero no la única. Un jugador que nunca ha recibido clases de padel al uso, ha ido absorbiendo todo aquello que ha tenido cerca. Y el roce ha sido bueno. “He jugado con Manolo Mora, Ito Toledo”–repasa Fran–“con Raúl García hice buenos resultados pero con el que pegué el subidón fue con Dani Piqué”.
Del entrenador del club El Candado, el de Middle Moon solo tiene palabras de elogio. “Me enseñó muchas cosas…la volea de revés; me dio varios detalles impresionantes que hoy utilizo incluso para enseñar a mis alumnos”.
Sus primeras aventuras en competiciones amateur llegaron, cómo no, de la mano de su padre. “Jugué con él mi primer torneo en Ciudad Jardín”. Tenía, por entonces, 22 años y el recuerdo de aquello se concentra en la victoria que logró, contra pronóstico, ante una de las parejas favoritas. “Sorprendió porque ganamos a Carlos Muñoz y Manolo Mora”. Lo cuenta así aunque enseguida corrige el recuerdo. “Bueno, el partido, en realidad, lo ganó mi padre que fue quien me metió en vereda porque yo estaba totalmente fuera del partido”.
Ese es uno de los lunares que Tobaria arrastra desde entonces. “Cabeza, continuidad”. Es, probablemente, uno de los handicaps que impiden a un jugador de su potencia desplegarse desde el revés. “Empecé ahí pero en un torneo, Richi Alcántara me propuso entrenar y jugar juntos con la condición de que yo jugara a la derecha”. Con él estuvo dos años y medio, periodo en el que, además de lograr colarse entre las cuatro o cinco mejores parejas del rankings andaluz; se afianzó en la derecha.
Por eso, el jugador que Tobaria ha ido buscando a su lado es “alguien que sepa calmarme, que sepa manejarme”. Ahí, junto a él, han estado jugadores como Willy Ruiz (“es impresionante, ni nos hablamos y sabemos qué bola es para cada uno”), Sergio Contreras, Sergio Beracierto o Víctor Sánchez, entre otros.
Son estrategas todos, jugadores capaces de radiografiar el partido, de trazar una ruta que permita a Fran desarrollar su estilo. Todos, además, cumplen el requisito que Tobaria establece para su pareja de padel. “Que juegue firme como yo, que sea agresivo”.

Esa agresividad es una de las señas que definen el juego de este malagueño; una combatividad, una predisposición al cuerpo a cuerpo que trasladó de su época del hockey junto con su expresividad dentro de la pista. “Hay veces en que mi compañero cree que me cabreo con él, que le puteo, pero es conmigo mismo”.
Esa determinación, esa fiereza traslada una imagen distorsionada de Fran Tobaria. “Hay mucha gente que me juzga, que me dice que soy un chulo; y no soy así”, rechaza el malagueño. “Soy un tío muy emotivo y la gente se confunde con eso”.
Quizá, y en parte por ello, tiene grabado el World Padel Tour de Málaga, una prueba en la que sintió el apoyo del público como nunca antes lo había sentido. “Fue como un sueño. Impresionante. Parecía que yo era alguien famosísimo”. La afición malagueña apostó claramente por los jugadores locales. “La gente se volcó con nosotros”, recuerda Tobaria que, todavía emocionado, deja claro que “ese buen resultado en Málaga fue en gran parte gracias a la gente”.
Aquello fue importante para Fran. No sólo por los resultados deportivos, sino porque además se produjo en su tierra. Y es que, Málaga “me encanta”. Tuvo opciones para marcharse cuando jugaba al hockey y, también, luego con el padel. Pero Tobaria sigue pegado a su tierra. “No me arrepiento de no haber aprovechado ninguna oportunidad para irme», zanja el malagueño que, mientras espera las oposiciones para Policía Local, se afana en las pistas de Los Olivos, como antes lo hizo en el club La Capellanía o en Los Limoneros. Por sus clases han pasado jugadores como Nano Pascual, Álex Ramillete, Fede Carmona o Álvaro Jurado.
«Mis clases trabajan mucho la técnica pero meto mucha movilidad, compagino muy bien la parte física con la técnica», afirma Fran que, durante la hora de clase «no callo, corrijo mucho y meto un ritmo muy alto de bola». Es el librillo de quien lleva cinco años enseñando padel. «Me gustaría, primero, ser jugador profesional, y en el futuro llegar a ser director de una escuela de padel».
Coraje y determinación no le faltan a un jugador de raza. Oportunidades son las que busca. Mientras, este jornalero del padel continuará desplegando su arrollador estilo por las pistas, para sufrimiento de su madre («no es capaz de ver un partido mío entero, se va a los cinco minutos») y paciencia de su novia («ahora lo lleva mejor pero antes…).
Málaga seguirá disfrutando a Fran Tobaria y él, de su tierra.