Los aplausos del público llenan el silencio. Las lágrimas sustituyen a las palabras. Las emociones clausuran una victoria cargada de simbolismo en esta final masculina del World Padel Tour Sevilla Open 2017.
Paquito Navarro, ídolo local, figura nacional, es, hoy sí, profeta en su tierra. En 2015, el sevillano no pudo alcanzar una final en la que los números uno pulverizaron a Mieres y Sanyo (recuerda aquí la crónica de aquel partido). Y el pasado año, la ansiedad atenazó sus nervios y sucumbió, junto a Sanyo, en el duelo por el título ante Bela y Lima.
Esta vez, sin embargo, todo es diferente.
Final masculina Sevilla Open 2017
¡Paquito, Paquito! Incapaz de articular palabra ante el micro de World Padel Tour, la banda sonora procede de una afición que acompaña con sus gargantas las lágrimas de un auténtico número uno. No es una cuestión de ranking (las cábalas aritméticas de la clasificación de World Padel Tour tienen su propio ritmo). Es más un asunto de juego, de sensaciones, de autoridad sobre la moqueta, el terreno que establece verdades y descubre mentiras.
Ahí, Paquito Navarro, el niño prodigio que empezó en el el club Zaudín, es hoy un verdadero líder. La profecía que viene encumbrándole con demasiada antelación, por fin, es una incontestable realidad. El sevillano de Bullpadel ha incorporado a su desbordante talento, un físico muy trabajado y, sobre todo, una madurez táctica que le permite gobernar cualquier situación.
Su exhibición en esta final masculina del Sevilla Open 2017 resulta definitiva. A su lado, Sanyo Gutiérrez, un jugador de clase mundial, una de las derechas más brillantes del padel, se sitúa como un escudero de lujo.
No obstante, su conquista en este open hispalense no es un camino de rosas. Todo lo contrario. Paquito y Sanyo se quedan a un palmo de despeñarse en las dos primeras rondas (6-7, 7-6 y 7-5 contra Pablo Lijó y Willy Lahoz; y 6-7, 6-3 y 7-6 ante Juan Lebrón y Tito Allemandi). En semis, recuperan el ritmo (6-3 y 7-5 contra Franco Stupaczuk y Cristian Gutiérrez) y se abren camino a una final en la que deslumbran.
Allí llegan los números uno por un atajo que, paradójicamente, les penaliza. La no comparecencia por lesión de Javi Escalante y Gerard Company en el estreno de los favoritos les roba minutos de juego, tiempo de rodaje en una pista que favorece la ofensiva, que premia el atrevimiento, que estimula la pegada.
Así que, el de Pehuajó y de Porto Alegre arrancan directamente en cuartos y a punto están de caer de primeras en un partido que se adentra en la madrugada de Sevilla (3-6, 7-5 y 6-1 ante Godo Díaz y Lucho Capra). En semis, aunque resuelven en dos mangas, también le dan vuelta al crono en un exigente duelo (7-5 y 7-6 contra Juani Mieres y Miguel Lamperti) que les da la opción de pugnar por su cuarto título WPT de 2017.
La referencia inmediata de este duelo por el trono de padel mundial remite a Alicante. Allí, tres mangas resolvieron un encuentro que encumbró a la pareja argentino-brasileña, mucho más consistente que sus rivales.
Pero hoy, en cambio, esta final masculina del Sevilla Open 2017 tiene más que ver con la de Miami (así fue la final de Miami) que con la prueba levantina. Porque Paquito encuentra hoy a su lado a un Sanyo rebosante de inspiración, el ingeniero que captura el tiempo, el mago que hechiza a sus rivales.
Sanyo, enchufado; Paquito, deslumbrante
Queda claro en el primer juego. Un misíl de Lima pilla al de San Luis con la espalda en el cristal de fondo. El argentino de Head se gira y en su escorzo, por intuición, reflejos y talento, devuelve una pelota imposible que prolonga la jugada y le permite cerrarla en la red. El ejercicio enciende a la grada y avisa a sus oponentes. Hoy, Sanyo, sobre la moqueta del Centro Deportivo San Pablo, abandona la versión de víctima y asume el rol de verdugo.
Junto a él, Paquito Navarro protagoniza un encuentro sublime. Sus espectaculares acciones, algunas casi imposibles (como la devolución a un palmo de la red de un intento de remate por cuatro metros de Bela), no deben empañar un despliegue táctico inconmensurable. El sevillano, al contrario que en 2016, esta vez templa los nervios y domina el duelo de principio a fin.
Juntos, Paquito y Sanyo desarman a sus contrarios. Tienen una primera ocasión de abrir brecha en el primer juego al saque de Lima. Bela lo impide con una volea feroz (0-1). Pero la amenaza oculta un aviso y un síntoma.
La dupla hispano-argentina se agita como una pareja. Sin fisuras, ocupan los espacios con un gran sentido táctico. No hay duelos individuales. Sanyo niega pista a Lima y le tapa la malla. Paquito, una centella, estira la cancha a Bela y tortura a su compañero en el paralelo.
Los números uno, menos consistentes y con poco filo, tienen una oportunidad de desestabilizar la apuesta de sus contrarios, de inocularle el virus de la duda y esperar que haga efecto. No por la vía del juego pero sí por la del marcador.
En el sexto, con 0-30 al saque de Sanyo, Bela percute en la red con una volea que aspira a ser ganadora. La pelota, sin embargo, no pasa la cinta. El error es insólito. El de Pehuajó derrumba sobre la moqueta su desesperado lamento. El fallo trasciende el momento. Del 0-40 pasan a ceder 5 puntos consecutivos (3-3).
Las grietas aparecen, sin embargo, en el muro de los números uno. Con Bela, errático, y Lima, traslúcido, Paquito y Sanyo se elevan hasta el break. Es el séptimo juego y marca el punto de inflexión. Una salida de pared de Bela a la red y un liftado del brasileño directo a la malla lateral ponen el saque del argentino en el disparadero. El sevillano, hiperactivo, se desliza por la cinta de manera magistral y despeza a sus oponentes desde allí (4-3).
Esa fractura se torna hoy decisiva para Belasteguin y Lima; sin hilo en el juego, apenas les alcanza la garra. Sólo vislumbran un leve destello en el décimo, al saque de Sanyo, el último tren para evitar el cierre de la primera manga. Pero surge la genialidad de Paquito. Con 15-30, caza a un palmo de la red un remate por cuatro metros de Bela. La prodigiosa acción simboliza una suerte de relevo. La extraordinaria proeza del español estaba reservada hasta ahora al propio Belasteguin. El punto desata a la grada. ¡Paquito, Paquito! El éxtasis de la afición se prolonga hasta el fin del primer acto (6-4).
La conexión de Paquito y Sanyo es absoluta. Con y sin la pelota en juego. Su comunicación, su coordinación, su entendimiento es pleno. Expresiones y gestos dan constancia de ello durante el partido. No hay sombra alguna. Al otro lado de la red, en cambio, Lima es un espectro atormentado en cada bola y Bela alterna algunos aciertos con errores descomunales. No presentan trazo suficiente para responder al vendaval que les azota desde el otro lado de la pista.
Bela y Lima se disuelven
La reanudación confirma la distancia. La inconsistencia de los números uno es presa fácil para la firmeza de sus adversarios. Dos errores de Lima y otros dos de Bela dan cuenta del saque del brasileño (0-1).
Sin respuestas, Belasteguin busca al menos el recurso de la raza. Tras fallar un globo, el de Pehuajó se mira en el cristal de fondo que le devuelve un reflejo irreconocible.
Son inaccesibles Paquito y Sanyo. La mejor versión de ambos se cita frente a un espejismo que salta por los aires definitivamente en el séptimo juego. Antes, Bela y Lima disponen de una ocasión para romper el saque, para quebrar su inercia. Un tablón de madera a la deriva tras el naufragio. Los número uno bajan la velocidad de la pelota y le dan carrete al juego. Tampoco por ahí aciertan a agarrarse. Una volea imperial de Sanyo tras su saque disuade la amenaza y disuelve las aspiraciones contrarias.
De inmediato, Sanyo firma el despegue. Al saque de su oponente de Head, el puntano enciende a la grada con su pegada por tres metros tras tapar un remate liftado de Lima y exigir a Bela en el paralelo. ¡Sanyo, Sanyo! Sevilla le abre los brazos en la cuarta final que allí disputa. Bela falla la volea que concede la rotura (5-2).
Paquito, con su saque en blanco, cierra el duelo (6-4 y 6-2) y se desploma sobre la moqueta en mitad de una atronadora ovación.
El cuarto título World Padel Tour de 2017 para el sevillano y su compañero les impulsa aún más hacia el número uno. La aritmética necesita sus cábalas; la pelota, en cambio, no admite discusión.
La deslumbrante actuación de los vencedores contrasta con la inaudita respuesta de Fernando Belasteguin y Pablo Lima, superados hoy en todos los aspectos.
La voz de Paquito Navarro, entrecortada por la emoción, habla de «sueño cumplido». Y no sólo por el triunfo. Palabra de número uno.