Ganó quien más lo buscó. Se impuso quien más lo deseó. La pareja destronada se elevó ante los nuevos reyes para relativizar su conquista y recordarnos, de paso, que el número 1 de este curso lo ha decidido la pedrea.
La final del México Open 2019, el torneo en el que se ha resuelto definitivamente la pugna por el liderato del ranking, fue a parar a manos de Maxi Sánchez y Sanyo Gutiérrez. Con todo en contra, los argentinos remontaron. Lo hicieron en semifinales y después en el enfrentamiento decisivo ante la mejor pareja del año, según las cuentas. Fue un triunfo que reivindica la categoría de los puntanos.
Sus rivales, Paquito y Lebrón, de celebración, se extraviaron cuando lo tenían a favor y acabaron diluidos y sin respuestas.
Final del Open de México 2019
En la pista central del Lomas Sporting Club se disputaba un título, el último de la temporada regular. Era, sin duda, lo que estaba en juego. Sin embargo, la pugna enfrentaba algo más. No sólo dos estilos; también, dos reinados. El de ayer y el de hoy. Los dominadores de 2018 frente a los de 2019. Su pulso abrió el fuego esta temporada y, con los papeles invertidos, también lo ha cerrado.
Maxi Sánchez y Sanyo Gutiérrez le habían entregado la corona en bandeja a Paquito Navarro y Juan Lebrón en la jornada anterior. Un relevo dictado por la aritmética que se hizo efectivo en las semifinales de este Open de México.
Para la final quedó el título y, oculto tras él, algunos intangibles de gran significado. El pulso entre los que fueron y los que son tenía más calado del aparente.
Maxi y Sanyo mandan de inicio

Los españoles, de festejo tras su conquista, salieron algo destemplados. Sus oponentes, en cambio, se presentaron con las ideas más claras, dispuestos a trazar su despliegue a partir un plan de juego muy definido. Desdeñada la opción del globo, el juego raso desde Maxi y Sanyo buscaba siempre los tobillos rivales, la mejor ruta para cortocircuitar su dictado eléctrico.
El break inicial confirmó las sensaciones en el primer asalto (0-1). Paquito y Lebrón reaccionaron enseguida. Preparados para el choque, dispuestos al asalto cuerpo a cuerpo, se abalanzaron sobre la red para devolver el golpe pero no aprovecharon las tres oportunidades que tuvieron.
Sus rivales, que no les concedieron el cara a cara, consolidaron la brecha (0-2).
Los andaluces, favorecidos a priori por las condiciones de juego, buscaban atajar los intercambios pero no encontraban la manera. Les faltaba algo de colmillo para poder quebrar la solidez de los puntanos.
Los nuevos monarcas pudieron despeñarse antes, incluso, si Maxi y Sanyo hubieran convertido la opción de rotura que tuvieron en el séptimo juego y que Maxi estrelló en la red (3-4). Aún así, en el undécimo, los argentinos tuvieron la oportunidad de cerrar el primer acto con saque propio. Hasta tres bolas de set dispusieron pero tampoco convirtieron ninguna.
Paquito encontró a tiempo la fisura al otro lado de la cinta y midió a Maxi por alto. El sol y el fuerte viento llenó de dudas al de Villa Mercedes. Es un valor seguro cuando el pulso se disputa bajo techo; una figura insondable cuando la pelota se agita bajo a cielo descubierto.
El sevillano y su compañero esquivaron las tres balas en contra y lograron así el break (5-5). El primer apartado del duelo quedaba listo para el tie break y ahí, sobre el alambre, la dupla de Marcelo Fernández, tras salvar otras tres bolas de set, aprovechó la única que tuvo (7-6). Puntería de números uno.
Paquito y Lebrón no aprovechan el momento

Atribulado El Tiburón en su juego, fue Sanyo quien sostuvo a la pareja durante un buen tramo. El mago de San Luis se manejó con una precisión admirable y regaló algunas acciones sublimes, entre ellas, el punto del torneo (y probablemente de la temporada). Una contrapared lateral ejecutada entre las piernas y en pleno salto, una cabriola que dejó con el molde a Lebrón y levantó a la grada del recinto mexicano.
Pese a ello, tuvieron Paquito y Lebrón la opción de inclinar definitivamente el juego. Maxi no se atrevía cuando la pelota cogía vuelo, cedía metros y las riendas. Así, Paquito y Lebrón, encaramados a la red permanentemente, pudieron romper el saque de Sanyo en el quinto juego (3-2) pero no obtuvieron recompensa.
Les faltó dar un paso al frente. El andaluz de Bullpadel no supo aprovechar la vía abierta con sus globos sobre Maxi y pecó de barroco. Con Lebrón a punto de la efervescencia, pudo haber activado la ofensiva. En cambio, se embolicó con algunas frivolidades con las que quiso darle réplica a su ex, Sanyo Gutiérrez, iluminado por los focos en una gala que el sevillano pudo sentir que le pertenecía.
Lo que consiguió, sin embargo, fue perder el trazo, evitó que su compañero cogiese vuelo y, lo que es peor, le dio vida a sus contrarios. Un error mayúsculo. Quedó claro en el tie break. Con un 3-0 de inicio y Maxi en barrena, Paquito desbarró por completo. El descarrilamiento definitivo lo certificó Lebrón con una dejada que le dejó en evidencia. El gaditano no volvió a levantarse tras aquello.
El rugido de Maxi fue más que la celebración del set (6-7). Toda una liberación.
Los números uno se disuelven

A partir de ahí, con un set por delante, no hubo rastro alguno de los números uno en lo que quedaba. El 4-0 con el que demarraron de inicio los argentinos confrontó lo mejor de unos con lo peor de otros.
El Lobo se convirtió en un espectro mientras Paquito, a su lado, libraba su propia batalla. Hubo instantes en los que ni siquiera pasó por el banco.
Enfrente, Maxi, al fin, se atrevió con la pegada mientras Sanyo manejaba el encuentro a su antojo. Dos juegos concedieron a los líderes en todo el tercer set antes de conquistar el título (2-6).
Es el quinto entorchado de la dupla argentina en este curso. Los mismos que los laureados triunfadores de este 2019.
Es éste un triunfo que explica mucho más que un trofeo, por más que sea el primero oficial del circuito en la cuna de este deporte.
Su digestión reposada, más allá de la fanfarria de la corona, relativiza el resultado de una temporada que nadie ha dominado, en verdad.
A ambas parejas les sitúa frente al espejo. Paquito y a Lebrón vuelven a encontrarse con la debilidad que casi les hace descarrilar este año, pese a haberse coronado. Y Maxi y Sanyo, por su parte, toman conciencia de la oportunidad perdida.
Las dos duplas, cada una con sus particularidades, pueden encontrar un mismo punto de partida para combatir sus demonios: la actitud.