Con título, como casi siempre; sin palabras, como casi nunca. La aparición de Bela ante el micrófono de World Padel Tour tras la final del Master de Madrid ofreció la insólita imagen de un Belasteguin con tanto que decir que, por una vez, quiso no decir nada. “Tengo la mente en blanco, sólo quiero disfrutarlo, cerrar los ojos y pensar en todo lo que hicimos para estar hoy acá”.
A decir verdad, tampoco, en esta ocasión, hacía falta un gran discurso para comprender la dimensión de la nueva hazaña del de Pehuajó.
La magnitud de una proeza
Habitualmente, ha sido el propio Bela quien se ha encargado de humanizar cada gesta que lograba en su incomparable carrera con declaraciones que simplificaban lo conseguido: que si el talento lo ponía su compañero, que si su juego se basa en meter la pelota, que si es fácil con un número uno al lado,… La única concesión al mérito que se ha permitido ha tenido que ver siempre con el carácter (“Un Belasteguin nunca se rinde”).
Es el doble relato que ha acompañado al jugador a lo largo de su trayectoria: por un lado, el que trazaban sus gestas; por otro, el que pretendía dar forma con sus propias declaraciones.
En parte, él mismo ha contribuido a darle pábulo a la falsa idea de que Bela es un jugador tosco, más predispuesto al tajo que a la viguería, con un palmarés que ha logrado, sobre todo, por rodearse de talentos mayor que el suyo.
Es la maldición del fajador frente al fino estilista, del obrero ante el escultor. Es lo que aún hoy ocurre con Rafa Nadal a quien algunos niegan la comparación con Roger Federer y su excelso juego.
Sin embargo, y aunque hayan sido las propias palabras de Bela, en muchos casos, las que ayudaron a propagar esta distorsión; han sido los hechos, sus hechos en la pista, los que la (le) han desmentido por completo.
En Madrid volvió a suceder así.
La actitud del aspirante
La deslumbrante actuación de Agustín Tapia encontró el eco perfecto en los elogios de Fernando Belasteguin quien le agradeció haberle esperado cuando se lesionó en Buenos Aires y, además, le señaló como ídolo de su hijo (no hay piropo más grande que ese).
Era el epílogo perfecto a la actitud de meritorio que desplegó Bela durante todo el torneo. Se lamentó como un aprendiz en cada fallo, le pidió mil veces perdón a su compañero y le encumbró tras cada una de sus progidiosas acciones (y fueron muchas las que regaló el catamarqueño).
Esta es la actitud que ha definido a esta leyenda durante la mayor parte de su trayectoria. Bela, con la pelota en juego, siempre se ha considerado un aspirante sin más palmarés que su coraje aunque su ranking, su historia y su prestigio indicasen otra cosa.
No es la conquista del título en el Estrella Damm Madrid Master 2019, por encomiable que haya sido, lo que destaca en este relato triunfal. Sí, en cambio, su vuelta a la casilla de salida; su borrón y cuenta nueva como si su carrera empezase de nuevo.
Po eso, su cambio de posición en la pista y de compañero, su lesión, su eliminación en el torneo de Mijas y su respuesta en el de Madrid proporcionan el contexto necesario para explicar la dimensión de este último episodio heróico que ha regalado Fernando Belasteguin.
Ruptura con Lima
Tras cinco torneos disputados, fue el propio Bela quien decidió poner fin a su andadura de cuatro años junto a Pablo Lima. La decisión, sorprendente por el momento en que se produjo y la falta de precedentes en la trayectoria del jugador, acabó encajando a la perfección con su forma de ver este deporte.
Años atrás, un 29 de julio de 2014, fue él mismo quien puso fin a 13 años de reinado junto a Juan Martín Díaz. El 28 de mayo de 2019 hizo lo propio con Pablo Lima, tras haber perdido el liderato del pádel profesional después de haberlo sostenido durante 3 años y 8 meses.
Bela apostó por el cambio en la victoria y, también, en la derrota. Él asumió el riesgo no tanto por los resultados (no principalmente) sino, como él mismo dijo, por la “falta de hambre”.
El arrebato de Bela en el Open de Vigo, con su compañero lesionado, para sostenerse hasta el tie break del tercer set ante Paquito y Lebrón; junto a la paupérrima imagen ofrecida en el vapuleo que sufrieron por los andaluces en el Open de Jaén fueron dos episodios reveladores para el argentino que le llevaron a decidir buscar otro camino para recuperar la pasión.
Belasteguin fue quien decidió poner fin al proyecto pese a que el brasileño, disconforme con el análisis de su compañero, quería seguir junto al de Pehuajó. El desempeño posterior junto a Galán en los torneos siguientes ha mostrado a un Lima muy diferente, con un claro rol de líder, vigoroso, valiente en su juego. Claramente, el diagnóstico de Bela fue certero aunque sólo él supo verlo.
La elección de Tapia
Fernando Belasteguin eligió a Agustín Tapia como nuevo compañero. La recaída de Juan Martín Díaz de su dolencia en la rodilla derecha dejó sin aliado a este catamarqueño de 20 años.
Bela tenía otras opciones pero eligió como compañero a esta perla del pádel argentino. A diferencia de Juan Martín, el de Pehuajó le buscaba para aspirar a todo. De ser llamado como acompañante para una despedida paulatina pasaba a ser cómplice para la máxima exigencia.
El chico, muy prometedor, en verdad estaba aún por probar. Le faltaba fogueo en la élite aunque en sus apariciones había dejado poso de jugador grande. Pese a ello, Bela le eligió.
Lo hizo, además, por encima del doble riesgo añadido que afrontaba: como pareja dejaban de ser cabezas de serie y tendría que jugar en la derecha por primera vez.
Tampoco esta elección de Bela, a priori, parecía cuadrar con su manera de actuar. Afrontar algo así a mitad de temporada se antojaba como una decisión algo forzada por las circunstancias. No había precedentes en la carrera del argentino de un hecho así pero, en realidad, no los hay de casi nada; si acaso del triunfo.
Siete partidos han bastado para entender que ese camino era, en realidad, absolutamente fiel a su forma de pensar y de hacer.
La lesión de Buenos Aires
Confirmada ya la ruptura con Lima, Fernando Belasteguin se lesiónó en Buenos Aires. El destino se cebó de manera cruel con el argentino y le apartó de la final en la que peleaba por su primer título del año, que se disputaba en su país, en la pista central que llevaba su nombre.
La lesión fue muy grave. Le faltó muy poco para la rotura del tendón de su pierna derecha lo que le hubiera enviado al quirófano, hubiera puesto fin a la temporada y, quién sabe si a su carrera, con una lesión de ese tipo en un deportista con 40 años.
Por fortuna, no fue así pero el contratiempo supuso un duro golpe. Bela había estado cuatro meses fuera de juego en 2018 por una grave dolencia en el codo.
Sólo llevaba cuatro meses compitiendo en este 2019 y se volvía a romper, además, justo antes de iniciar un proyecto nuevo con cambio de lado incluido. Era el más difícil todavía.
Reaparición en Mijas para competir en Madrid
La fecha definida por los médicos para el regreso del argentino a la competición era la que coincidía con el Master de Madrid. Pero fue el propio Bela quien quiso acudir antes al Open de Mijas pese a no estar en condiciones físicas idóneas.
En el torneo celebrado en la Costa del Sol, Fernando Belasteguin compareció muy mermado físicamente. Sin apenas opción de realizar arrancadas o frenadas explosivas, el de Pehuajó jugó prácticamente cojo (sobre todo, su segundo partido).
Bela, de nuevo, asumió el riesgo y fue a Mijas, consciente de que no tenía opciones de competir, porque sus objetivos eran otros: probarse con Tapia y probarse a sí mismo.
El ex-número uno quería que debutar ya con su nuevo compañero, despejar(le) los nervios del estreno y arrancar, por fin, el proyecto. Pero, también quería empezar a ubicarse en su nueva posición.
Tenían asumida la derrota pero, de manera sorprendente, Bela y Tapia ganaron su primer partido ante Silingo y Allemandi, que venían de jugar la final en Valencia tras desplegar un juego brillante.
Esta trabajada victoria le sirvió para medir su estado (no sólo físico sino también competitivo) y reforzó aún más su convicción en lo que estaba haciendo.
No importó que el siguiente duelo lo perdieran ante los espléndidos Ale Ruiz y Martín Sánchez Piñeiro. El objetivo estaba cumplido.
La victoria en el Master de Madrid comenzó a fraguarse en Mijas.
A por todas en el Master de Madrid
A Bela le invitaron a Radio Marca para entrevistarle junto a Tapia justo al inicio del Master de Madrid. Casi al final de la charla, le hicieron una pregunta muy directa: ¿Con qué te irías satisfecho tú de aquí de Madrid? Bela no vaciló ni un segundo. Su respuesta fue instantánea: “con ganar el torneo”. Puedes escucharlo a partir del 7’18».
Aquello podía sonar a farol teniendo en cuenta que lo decía alguien que, tres semanas antes, había jugado medio cojo, que sólo llevaba dos partidos con su nuevo compañero y que estrenaba lado en la pista.
Cualquiera que lo escuchase podía haberle atribuido el carácter de vacilada a las palabras de quien aún no había ganado ningún título en todo el curso.
Pero, sabiendo que la afirmación era de Fernando Belasteguin, aquello sonó como lo que fue: una declaración de intenciones.
Su compañero, Agustín Tapia, le escuchó y, a preguntas del periodista, con algún que otro rodeo, trató de secundar sus palabras. No tenía otra.
El cambio a la derecha
Las dudas sobre el traslado de Fernando Belasteguin a la derecha surgieron cuando se supo y no se disiparon cuando se confirmó. Estaba por ver su respuesta a tal desafío.
El precedente más cercano (y exitoso) era el de Juan Lebrón. El gaditano acabó la temporada pasada en el revés y comenzó ésta en la derecha. Su rendimiento ha sido sobresaliente aunque El Lobo ya había jugado hace algunos años en el cuadrante derecho y, además, había tenido toda una pretemporada para preparar su adaptación.
El caso de Bela era otro. Falto de ritmo de competición, con un compañero nuevo de apenas 20 años y toda una vida deportiva en el revés, la incertidumbre era más que lógica.
Pero el argentino lo ha resuelto, de momento, con nota.
Tras el torneo de Madrid, el de Pehuajó lleva disputados siete partidos en su nueva ubicación.
Es cierto que se ha mostrado incómodo en algún momento y ha dejado ver algunas carencias propias de la falta de juego en la derecha. Pero cualquier debilidad táctica la ha compensado con lo que mejor le define: su competitividad y su conocimiento de este deporte.
Bela tiene margen de mejora en la derecha pero, en estos pocos días, ya se puede afirmar que ha superado la prueba.
Y él está encantado porque este cambio de lado le ha concedido un desafío más en su carrera, uno que le anima a seguir peleando.
De pronto, se ha encontrado en el cruzado con un abanico de rivales directos que, hasta ahora, no le pertenecían. Son nuevos obstáculos que superar, nuevos retos que afrontar para quien lo ha ganado todo.
En estos siete partidos ha derrotado ya a algunos de los mejores especialistas en ese lado: derechas constantes como Adrián Allemandi; derechas eléctricas como Juan Lebrón; derechas sólidas como Matías Díaz; derechas imprevisibles como Sanyo Gutiérrez.
Y lo ha hecho de frente, respondiendo a una exigencia física y táctica tremenda. A Bela, que bromeaba con que buscaba refugio en ese lado después de tanto desgaste, le han exigido sus rivales desde el primer día en esa nueva posición.
En Mijas y en Madrid, le han apretado constantemente, sin descanso alguno, buscando sus fisuras; le han cargado mucho el juego para poner a prueba su adaptación a ese nuevo hábitat. Él no sólo ha respondido sino que ha sabido manejarse para abrirle espacio a su compañero.
El desafío de Bela
En Madrid consiguió Fernando Belasteguin un nuevo trofeo que añadir a su palmarés, un dato para más para una estadística impresionante. Pero a Bela hace tiempo que no se le puede medir así (ya no tiene rival). Le definen mejor sus desafíos.
Por eso, al igual que el Master Final de 2018 no fue una conquista más si se explica en su contexto; el Master de Madrid tiene más calado que el del mero triunfo.
La verdadera magnitud de lo que Fernando Belasteguin ha conseguido al ganar este título está oculta tras la afirmación de “cerrar los ojos, disfrutarlo y pensar en lo que hicimos para estar hoy acá”.
Lo que hizo para estar allí fue seguir siendo valiente, asumir riesgos y buscar el cambio. Y no estaba obligado.
Porque, conviene recordarlo, Bela, en verdad, no necesitaba romper con Lima. Bela, realmente, podía haber elegido a otro compañero con más experiencia y ranking (su cambio de lado le multiplicaba las opciones). Bela, desde luego, no tenía porqué pasarse a la derecha.
Pero todas fueron decisiones suyas y apuntaron a la misma diana: seguir poniéndose a prueba.
Claro, de todo esto no habló Fernando Belasteguin tras ganar la final de Madrid. El mito, esta vez, no encontró palabras. Se quedaron todas en ese abrazo a su hijo a pie de grada. Probablemente, el gesto que explica, mejor que cualquier frase, la carrera de esta leyenda.
Excelente artículo!
Muchas gracias, Diego, por dedicarle un rato a leerlo.
Un saludo.
Felicitaciones Nacho. Bela no es sólo el uno porque es el que mejor juega. También lo es (y principalmente) por las decisiones que toma. Esas decisiones no son tan fáciles de ver, y en la nota quedan reflejadas en un 100%
Gracias, Guille. Pues sí, estoy de acuerdo en lo que dices. Creo que las decisiones de Bela, incluso cuando entrañan tanto riesgo, están muy pensadas y se ajustan a lo que es y a lo que puede ofrecer. Es decir, no son precipitadas.
Un saludo.